Diciembre 06, 2018.
7:03p.m.
Pude observarlo a lo lejos, segundos antes de llegar a lo que era nuestro usual punto de encuentro, pero que sin duda sigue siendo el suyo. Me senté al otro lado del lugar, sin mirarlo más tiempo del debido, para que no se diera cuenta de que aún quería verlo. Estuve con mis audífonos todo el tiempo, cabizbaja, con un desastre de emociones en mi sistema, pero traté de lucir lo más calmada posible. No quería que nadie se diera cuenta de como me temblaba todo el cuerpo por el simple hecho de que él estuviera a dos metros de mí. Se acercó a mi, era algo que no esperaba. No levanté la cabeza si no hasta después de unos segundos que parecían no tener fin. Él tocó mi cabello y luego dirigió su mano hacia mí. Dudé en saludarlo, no entendía porqué lo hacía, pero debía mantenerme firme y ser el "yo fuerte" que se esconde en algún lugar de este crucigrama de cicatrices. Le di la mano y no sentí nada. ¿Cómo podría? Mi sistema se detuvo por completo en el momento en que él se posó frente a mí. Quería parecer casual, que no se notaran las sombras bajo mis ojos, ni los restos de gotas saladas que cubrían mis mejillas de la noche anterior. Quise que me viera bien, sosamente feliz... Que no supiera que mis entrañas estaban siendo devoradas por la ausencia. Así que ahí estaba yo, siendo la mejor versión de mí, que inútilmente podía mostrarle al mundo. Mientras que él me veía con... no lo sé... no me ha visto nunca.
—yo.