Estiré mi mano hacia el vaso que Aidan me ofrecía con carita sonriente. Lo puse delante de mi nariz y olisqueé un par de veces. Tenía un olor como de carne con suplementos de complejo B… Todos me miraban expectantes, excepto Aless, que se acostó rendida a mi lado lado, con sus piernas en el puff. Se veía demasiado agotada.
-Bebe- me indicó con la cara apoyada en la cama-, si algo malo te pasa, tienes dos médicos aquí- estiró su mano hacia atrás de ella, donde estaban Esme y Rosa.
-No tienes que hacerlo si no quieres- dijo Esme avergonzada frotando nerviosa sus manos.
Suspiré cerrando los ojos.
<<… El verdadero Metamorfo, obtiene las sustancias que necesita del medio para poder transformarse a sí mismo…>>
Tal vez era la propia interpretación literal del libro. Tal vez no era sólo comer o camuflarse….
Imaginé que todo ese líquido viscoso del vaso eran un montón de átomos. Éstos, a su vez, se unían formando moléculas, y de alguna forma, se juntaban haciendo enormes cadenas… Me imaginé la piel de mi mano, especialmente la de mi dedo índice derecho, como un conjunto de hexágonos con un núcleo redondo, y entre hexágono y hexágono, había una brecha por donde todas esas sustancias del vaso podían entrar a mi cuerpo. Solté el aire haciendo un pequeño Círculo de Utopía, aún sin abrir los ojos, y sentí como esas sustancias entraban a mi cuerpo. Era una sensación fría, que me provocaba un ligero dolor en el brazo, como cuando te inyectan un suero muy frío en el hospital.
Abrí los ojos y respiré un poco asustada, esperando ver mi brazo morado o gangrenándose, pero no. Sólo sentía que estaba hinchado y me dolía un poco.
-Me molesta un poco- dije abriendo y cerrando la mano mientras giraba delante de mí.
Vi que Thomas se sentó, y comprendí que había estado tenso sin respirar por los pocos segundos en los que casi me acabo el contenido del vaso.
Esme vino corriendo a revisar mi brazo, pero enseguida, su mamá la hizo a un lado y haciendo un Círculo Mágico en mi estómago mientras sujetaba mi mano, sentí que la hinchazón disminuía. Luego, hizo otro Círculo en mi pierna, en mi codo y terminó en mi cara, que no sabía que me había estado doliendo hasta que me curó.
-¡Funcionó!- gritó jubilosa mientras corría escaleras abajo -¡Debo escribir esto!
-Lo lamento- dijo Esme mirando de nuevo sus manos, avergonzada por su madre.
-Gracias- en realidad no sabía qué decir, me habían usado, pero también me habían curado y no estaba enfadada del todo…
-Baja ahora a la sala, Thomas- dijo Aless muy cansada contra la cama.
-¿Por qué?- preguntó confundido.
-¡Ahora!-dijo intentando incorporarse con dificultad.
-No entiendo, por qué tendría que irme yo…
Pero antes de que Aless lograra incorporar su cabeza, Marcus Enzensberg entró en la habitación.
-Thomas, nos vamos ahora- dijo furioso.
-¿A dónde?- preguntó agachando su cabeza, pero aún curioso.
-¡He dicho que nos vamos! ¡Ahora!- gritó dirigiéndome una mirada llena de odio que me heló la sangre.
-Quiero quedarme con mis amigos- replicó en voz baja con algo de miedo.
-¿Y arriesgarte de nuevo?- preguntó de nuevo colérico haciendo que Aidan me abrazara y yo a él para protegerlo -Me dijeron que aquí ibas a estar más seguro que en cualquier otra parte, pero cualquier lugar donde pise esa chica- dijo extendiendo su dedo incriminatorio hacia mí -, está condenado. Y todos los que la acompañen morirán… ¡Baja ahora!- gritó de nuevo, haciendo que Esme me sujetara la camiseta por el hombro asustada.
Thom me miró con pena, como disculpándose sin palabras, para luego bajar a la sala como un cachorro regañado.
Nadie dijo nada. Miré a Esme que tenía los ojos enrojecidos y lágrimas contenidas, mientras apretaba gentilmente su mano. Aidan empezó a llorar, pero lo apreté más fuerte y besé su cabecita. Les dije que no pasaba nada y fingí la sonrisa más real que pude. Aless estaba dormida. A mí no me apetecía seguir en la cama. Así que me levanté, y subimos a Aless como pudimos a la cama. Era muy flaca, pero debido a que medía más que yo, igual se hizo pesada.
-Lleva toda la noche despierta- suspiró Esme intentando no llorar -. Pobrecita, intentó advertir a Thomas. Realmente, Marcus no es desagradable, es lo que sigue…
Era un ser detestable, pero juré que jamás, pero jamás de los jamases, Marcus Enzensberg iba a ver mis lágrimas de nuevo, y lo iba a cumplir hasta el día de mi muerte. Y algún día, iba a ser tan poderosa, que tendría que agachar su cabeza ante mí. Este día, 31 de diciembre, iba a ser el último día que un ser tan despreciable como Marcus iba a lastimar a mis amigos. Este día, iba a ser mi último día de debilidad. La casa estaba vacía, salvo por Rosa que nos miró evaluando qué decir, y los abuelitos dormidos de Esme en uno de los sofás.
-¿Estáis bien, muchachas?- preguntó tanteando el terreno.
No pasó ni un segundo, y Esme fue a abrazarla y a llorar en su generoso busto.
-¿Puedo salir?- pregunté mirando al jardín.
-Los Escudos fueron anulados, debido a que tenían con ellos a una ninfa poseída por un demonio. Utilizaron un Encantamiento de nulidad, por suerte, el Escudo interior, fue programado con un ángel hace años. Sólo los descendientes de sangre directa de Salamanca, como Esme o su hermano o su padre, son los únicos que pueden anularlo. Mi familia y yo, no podemos… Pero ahora, el Escudo externo, tiene una virtud Divina, no Celestial ni Infernal. Es más poderoso, así que sí, puedes salir- dijo sonriéndome con cierta pena, y no sabía decir si era por lo de los ataques hacia mí, o las palabras de Marcus.