El beso me arrasó por completo, transportandome a un lugar donde solo existiamos el y yo. El beso era torpe, pues estaba segura de que era la primera vez que Axel besaba a alguien. Pero nada de aquello importaba cuando podía jurar que se sentía perfecto. Nuestros bocas se movían de manera sincronizada, y a medida que el tiempo avanzaba se podía sentir la intensidad subir en grandes cantidades.
No importan las personas a nuestro al rededor, no importaba la canción que había terminado, ni mucho menos el lugar en dónde nos encontrábamos. Solo importaba el que sus labios se sentían suaves y calientes sobre los míos. El mundo se sacudió bajo mis pies, y es que; había experimentado besos antes, pero ninguno con los sentimientos de por medio como los que Axel me hacía sentir.
Era un beso dónde nos decíamos todo aquello que con palabras no éramos capaces de expresar. Era un beso lleno de amor, anhelos y esperanza.
No quería despegar mi boca de la suya, no quería que esta noche acabara jamás. Era perfecto, todo lo era.
Era nuestro primer beso, y podía jurar que no sería el último.
Se separó de mi por falta de respiración, y lo tomé por la nuca pegando su frente a la mía; el seguía con los ojos cerrados y yo aproveché el momento para detallar lo bien que lucía esta noche.
Llevaba puesto unos vaqueros negros que se ceñian a sus piernas; una camisa color negra también con alguna especie de palabra dibujada en blanco en la parte delantera. Era pegada a su cuerpo lo que lo hacía ver realmente bien. Su cabello caía a ambos lados de su cara de manera descuidada, cosa que me hacía babear por el.
Axel es apuesto, y si tengo que recordárselo siempre hasta que se lo crea; lo haré.
Se que era complicado, y más cuando el no era capaz de ver cuáles eran sus cualidades y aquellos a los que muchos de nosotros denominabamos defectos. Aunque, desde mi perspectiva el no poseía ningunos. Sabía que el "perfecto" no existía; que era un adjetivo creado por los humanos para hacer similitud a lo que las palabras para describir la belleza no podían alcanzar.
Era de alguna forma extraño como el amor, nos hacía crear perfección en nuestros ojos hacia otra persona.
Axel era mi definición de perfección.
Abrió sus ojos lentamente, y aunque no me pudiese ver; sabía que en su cabeza estaba imaginando cada diminuto detalle de esta velada.
Después de un tiempo, el deseo de Axel también se convirtió en el mío. Solo quería que volviera a ver; que la luz que tanto anhelaba llegara a sus ojos.
— Vámonos.— Dijo serio, sacándome de mis pensamientos.
Sus cambios de actitudes era algo a lo que aún me estaba tratando de acostumbrar, pues era difícil entender como pasamos de un momento tan romántico y especial, a uno donde Axel levanta sus muros nuevamente; cerrándose ante mi.
— ¿Por qué? — Al menos esperaba que me diera una explicación.
Se removió en su lugar, y quitó mis manos que aún reposaban entrelazadas en sus hombros.
— Mavra, porque no sé como lidiar con lo que me haces sentir. — Me quedé estática viéndolo fijamente, aunque él no pudiese verme. Mi corazón tomó un vuelco acelerado y podía sentir que le faltaban aire a mis pulmones.
— ¿Y que te hago sentir? — Pregunté con la emoción a flor de piel.
Un día Axel me dijo que jamás tendríamos algo más allá de la amistad, y recuerdo que yo también le juré que haría hasta lo imposible por enamorarlo. Me cuestioné, y en algún punto me creí incapaz de hacerlo; pero ahora, justo en este momento nadie me puede hacer dudar de que mi tú de los ojos bonitos si es para mi.
— No lo sé, cosas que no quiero sentir. — Dijo, más para el que para mí.
— Axel, tu también me haces sentir cosas. Pero a diferencia de ti, yo si las quiero sentir. — Confesé.
— ¿Y que son esas cosas? — Cuestionó.
Me acerque a el, y coloqué mis manos nuevamente en sus hombros para ponerme de puntillas y llegar hasta su oído.
— Con el tiempo las descubrirás. — Susurré, y quedé nuevamente frente el para depositar un beso suave en sus labios que no correspondió, pero que sabía el también lo quería tanto como yo.
Se pasó el dedo pulgar por los labios, y ese simple acto hizo que pensamientos lujuriosos, e insanos se cruzarán en mi cabeza. Axel era guapo, sexy, y estaba más bueno que comer el ceviche que preparaba mi madre.
No me avergonzaba decir que tenerlo cerca me encendía de muchas maneras. No era virgen, pues con mi antigua relación había tenido intimidad. Cosa de la que no me arrepentía, porque siempre he creído que "la virginidad" es un título creado por las personas para hacer ver a las mujeres puras y castras cuando aún no la han perdido. Pero, cuando ven a una mujer que disfruta libremente de sexualidad la tachan de "puta", "zorra", y cualquier otro adjetivo que con el que la puedan denigrar.
No tiene nada de malo el querer mantener una vida sexual activa, como tampoco tiene nada de malo el que aún existan quienes no se sienten listas para comenzar en ella. Lo que si está mal, es el juzgar lo que sea que hagan las personas con sus vidas, pues creo y seguiré creyendo que en el cuerpo de una mujer solo es capaz de juzgar, señalar y mandar ella misma. No la sociedad, que sin duda, en estos tiempos está muy jodida.
Con él quería ser ángel y demonio a la vez. Solo con él quería sacar mi lado perverso y hacer todas aquellas cosas que estaba segura querría aprender. Solo a Axel quería entregarle mi alma, y cuerpo entero.
No soy un objeto, pero quiero ser suya en todos los sinónimos que abarque la palabra. Y que el sea mío en todos los sentidos también.
— Solo, dejemos que el tiempo sea nuestra guía en el camino que debemos seguir. — suspiró.— No te puedo prometer nada, pues no tengo nada que ofrecerte. Puedes buscar a alguien mejor que yo, que si pueda darte lo que necesitas. Y sin embargo, estás aquí con un hombre que nisiquiera puede ser capaz de verte para decirte lo hermosa que te ves.