Ven y Atrapame

08▫️Riesgo

"Piensa, cree, sueña y atrévete"
—Walt Disney

CAPÍTULO VIII
🕊

 

Claro que sí.

Obviamente si estaba mal de la cabeza, más de lo que creía y estaba en camino hacia mi muerte. La curiosidad y la necesidad de respuestas era tan grande en mí que no me importaba correr hacia el peligro.

Cerré la puerta ignorando los ladridos de Astro, se dice que los animales presienten ¿o no? Esto no era una buena idea y tanto él como yo lo sabía, pero otra parte de mí quería ir. Me puse la capucha del abrigo y encendí la linterna, había metido en mi bolsillo trasero una pequeña navaja que le pertenecía a mi padre, no sabía exactamente qué iba hacer con ella, pero no estaba de más ser precavida.

Caminé hasta el bosque, adentrándome en su oscuridad, al voltearme aún lograba ver las luces de los faros en la calle, hasta que me vi envuelta en árboles. Mis piernas empezaron a temblar, estaba nerviosa y era claro el porqué. Un silencio abrumador me rodeaba, salvo por el ruido de los búhos y grillos.

Aquella persona dijo que me encontraría, ya eran pasada las diez de la noche y no veía ningún indicio de linterna o algo por el estilo que me afirmara que había otra persona cerca. Tragué grueso, el valor y coraje que había tenido al venir acá estaban desapareciendo con cada paso que seguía dando. Eso era todo, giré sobre mis talones e intenté volver por donde había regresado, había caminado linea recta así que no tendría problema en regresar.

—Hayden... —Mi cuerpo se erizó al escuchar mi nombre en un susurro, muy cerca de mí. La hermana Luz solía decir que eso no era nada bueno, que algo malo estaba por suceder, por eso nuestro cuerpo reaccionaba de aquella manera. Estuve quieta por más de cinco minutos, esperando lo peor, pero nada sucedió, volví a caminar rápido, pero ese susurro se hizo preste otra vez.

¿Iban hablar conmigo o asustarme? Porqué vaya que parecía lo segundo.

—¿hola? —intenté deshacer el nudo que estaba formado en mi garganta. Moví la linterna en varías direcciones, intentando ver algo más allá de la oscuridad.

El susurró siguió, como si estuviera en mi cabeza como una grabadora. Escuché unos pasos y alumbré esperando ver algo, las ramas se quebraban bajo las pisadas de algo o alguien.

—¿Quién está ahí? — pregunté, elevando un poco más la voz, tratando de ocultar mi pánico.

Algo pasó a mi lado, con una velocidad sorprendente, rozando mi hombro izquierdo, haciéndome estremecer y volvieron a susurrar mi nombre. Saqué la navaja, alumbrando en varías direcciones y mi corazón latiendo a mil, ya lo presentía, iba a morir aquí. Di varios pasos para después echarme a correr, las ramas golpearon mis brazos y mi rostro, la linterna alumbraba a todos lados menos al suelo y no vi la enorme raíz que me hizo tropezar, mi pecho dolió al sentir el suelo bajo el y mis manos se rasparon contra la tierra. Aun  sostenía la navaja entre mis dedos pero la linterna había quedado a unos cuantos pasos de mí, miré hacia atrás asustada, escuchando pasos acercarse.

Gatee hacia un lado, golpeando las palmas de mis manos con las piedras, sin ver absolutamente nada, tan solo oscuridad logré encontrar un árbol al cual apoyarme y levantarme, mi cabello estaba pegado a mi rostro por el sudor, me sorprendí al notarme sudando, ya que era una noche fría, debería estar congelándome en vez de transpirar, pero tal vez era efecto de los nervios.

Apoye mi espalda contra el árbol y miré en dirección a la linterna, estaba tirada en el suelo, quizás tres o cuatro metros de mi. El bosque volvió a estar en silencio e intenté calmar mi respiración para que aquella persona no me encontrara. Tenía dos opciones: quedarme donde estaba hasta que amaneciera, ó, buscar la linterna y volver a correr hasta encontrar la salida.

La primera opción me gustaba más, sin contar que me quedaría en medio del bosque toda la noche, con el frío y la oscuridad abrazándome. Así que inhale profundo y me armé de valor para volver a correr, pero al momento de separar mi espalda del árbol un empujón me volvió a la misma posición, intenté forcejear con el sujeto, pero me apretó contra su cuerpo y tapó mi boca con la palma de su mano. Tenía un olor particular, ese mismo olor del chico que había golpeado ayer en su propia casa, en un rápido movimiento apreté la navaja contra su brazo y su agarré en mí se hizo más fuerte, sentí su aliento en mi oreja junto a un cosquilleo recorriendo mi columna.

—shshshsh —susurró, tan bajo como para oírlo.

Mi pecho subía y bajaba, miré donde estaba la linterna y fruncí mis cejas, una silueta oscura se acercó a ella y la levantó, el pánico creció nuevamente al creer que alumbraría hacia nosotros, pero no fue así, si no que la apagó y no estaba segura si eso era bueno o malo.

—Te soltaré, pero no puedes hacer ningún ruido —susurró nuevamente en mi oído, creo que de manera no deseada me estaba acostumbrando a su voz. Asentí varias veces y el dejó caer su mano liberando mi boca —ahora quiero que a la cuenta de tres, corras hacia tu izquierda lo más rápido que puedas y no quiero que te detengas hasta que llegues a la carretera y entres a tu casa ¿entendiste? —volví asentir, y por alguna extraña razón confiaba en él en estos momentos.

Mis piernas dejaron de temblar y esperé que el número tres saliera de sus labios para volver a respirar y salir corriendo, me alejé lo más rápido posible, mientras que el frío viento golpeaba mi cara, escuché varios ruidos, como si fueran golpees, pero no me detuve, corrí como él me había dicho. Una sensación de alivio me invadió cuando por fin divisé los faros de la calle. Corrí, corrí y casi vuelvo a caer al empujar la verja oxidada, mis manos temblaron al llegar a la puerta.

Busque las llaves para abrir la puerta y entré en desesperación cuando se me resbalaban entre los dedos al intentar meterla en el cerrojo, pero al final lo logré y no dudé en adentrarme y cerrar la puerta tras de mí.




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