El conde Sutton estaba mostrando una faceta demasiado vulnerable para mí, su torso lleno de marcas y moretones me tenían intrigada. Este baja su camisa, mantengo la espada a la mano por si el me llegara a hacer algo, pero lo dudaba.
—Te escucho.
—Yo soy el verdadero heredero de la corona. Me enteré justamente en el baile de la emperatriz, confronte a Sebastián… Pero él jamás me dio una explicación y después me apartaron de la guerra — Me confiesa sentándose.
—¿Quién te dijo que eras el verdadero heredero? — Le pregunto apoyándome en un árbol.
—Me lo contó el antiguo conde Sutton, mi padre adoptivo — Al mencionarlo se miraba que en sí mismo crecían sentimientos de odio y rencor —. Déjame contarte una historia…
“Había un emperador loco de amor por sus 2 hijos, consideraba que ambos eran aptos para el poder que por su mente cruzó dividir el imperio en 2 por alguna extraña razón la emperatriz deseaba que el hijo que no era de su sangre se convirtiera en el único emperador de todo.
El emperador cansado de las peleas de sus hijos, decide mandar a ambos a la guerra, sabía muy en el fondo que uno de ellos no volvería, y aun así mandó a ambos a la muerte. El padre del príncipe Ethan y Sebastián era el primogénito.
La historia oficial cuenta que el hijo menos favorito acabó en una encrucijada a solas con su hermano y este cayó en un precipicio golpeando su cabeza contra una roca, por eso el mar se llevó su cadáver para nunca más ser encontrado. Los rumores dicen que el hijo no favorecido levantó la espada contra su hermano sin piedad y remordimiento y manchado de sangre lo tiró al precipicio donde las olas se llevaron el cuerpo en una dolorosa muerte, aun con eso se volteó a los caballeros que le juraban lealtad a su hermano y uno a uno acabó con ellos. Para ver cómo el miedo de los demás los obligó a arrodillarse.
Sin duda no era lo que aparentaba ser, el hermano más débil, era el propio rival más fuerte, pues como un buen príncipe, estaba dispuesto a hacer lo necesario para ser el que ocupará el lugar de su padre.
Lo que este príncipe no sabía es que hermano tenía encuentros fortuitos con una noble desconocida, el solo saber que tendría un vástago sin casarse era un escándalo, aún más sabiendo que era de un príncipe que tarde o temprano sería borrado de la historia. Una vez que la noble desconocida dio a luz, esta también fue borrada de la faz de la tierra junto con su familia y riquezas y el nuevo “príncipe” fue dado en adopción a la iglesia, siendo adoptado por un conde amante de los niños…”
—Cuando el emperador sube al trono, no solo obliga a que la iglesia guarde este secreto, sino también a todos los que estaban a su lado. Y si no fuera poco, la ironía volvió a su vida y sus hijos también lucharon por el trono…
—¿Cómo sé que lo que me estás contando es verdad? — Le pregunto incrédula.
—Puedes preguntarle al propio Sebastián. Cuando lo confronté, él me dijo que eran rumores estúpidos, pues su padre no tenía hermanos — Trato de recordar el día del baile y era cierto que estaban juntos, pero no parecía una discusión en ningún sentido, era una plática —. Él nunca me ayudó, pero lo entiendo, nadie quiere saber la oscuridad de los secretos de su propio padre.
Me siento en el piso, pues había mucho que procesar.
—Luego fui a la mansión de los Clue, en busca de respuestas. Pero tu padre jamás me concedió una audiencia, cuando me lo encontré este me dijo que no me atreviera a meter mis narices en asuntos que no eran míos, y poco a poco fui sacado de todo lo importante, es como si supieran que yo era una amenaza pero no una real.
—¿Y por eso cooperas con el enemigo?
—¿En serio crees que buscó tener el poder? Si lo quisiera te hubiera delatado, o incluso en este momento hubiera acabado contigo.
Me rio, pero este me toma de la mano para con su fuerza aventarme hacia el lado contrario, quedó acorralada contra la pared para quedarse a centímetros de mí con una daga en mi cuello, sin duda el ambiente había cambiado en segundos, se sentía una tensión inigualable entre nosotros, éramos rivales, pero en mi mente solo cruzaba un pensamiento.
—Todos en mi vida me han subestimado y pisoteado… No te queda ser un borrego como los demás — Este pone su cara a centímetros de la mía, sentía el aliento caliente, hasta que soy capaz de golpearlo, dándole un cabezazo. Sacó la espada de mi hermano, para con ella ponerme en posición de pelea, pero este solo sostiene su nariz que estaba saliendo sangre.
—No me compares con los demás, conde — Me sonríe, en mi ropa busco un paño para dárselo.
—¿Y si nos unimos? Separados somos fuertes, pero juntos podríamos ser indestructibles.
—No dejaré que tu encanto nuble mi buen juicio — Le respondo, escuchando los pasos de atrás de nosotros.
—Su majestad, cuando me permitirá volver a verla. Aún hay muchas cosas que quisiera contarle.
—Ya veremos, llegaré al norte y en cuanto pueda me pondré en contacto con usted — Volvemos al lenguaje formal, mientras se pone la capucha de antes, este siente el peso de la botella de agua que le puse, mientras sale corriendo.
Me quedo allí, estática, para voltearme a ver a Sebastián, tenía una daga.
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Editado: 13.08.2023