Venganza

Capítulo 2: Infiltración

El dinero se estaba acabando y no lograba conseguir un trabajo, tenía hambre y solo podía recordar las palabras de mi padre: —Sobrevive —Cristina —la anciana del pueblo palmeo mi hombro —Por que no puedo llamarte mas Aliza cariño, olvidate de lo que le pasó a tu padre, solo harás que tu corazón se vuelva de piedra. —No puedo olvidarlo nana, imagina cuántos padres de familias han muerto, cuántos niños quedaron sin padre que ahora están en la calle, como yo. Pasando mas hambre y frío de lo usual. Esto no solo es por mi padre, esto es por las familias que sufrieron por el poder. —Aliza —Soy Cristina ahora, Cristina Malcom. —Cristina, cariño. La venganza nunca lleva a ninguna parte. —No me interesa llegar a ningún lado, solo quiero matarlos a todos. Por la tarde me encontraba mirando la puerta trasera del palacio, por allí es donde entraba la comida para la familia real. Dos guardias vigilaban el ingreso un poco más adelante, era mi oportunidad para entrar. Me metí dentro de uno de los carros con semillas y me cubrí lo mejor posible. Ahora todo dependía de los dioses y de mi suerte. —¿Qué traes ahí muchacho? —un guardia preguntó. —Son semillas de girasol señor. Pude escuchar los pasos del guardia aproximarse. Tomó unos granos y hubo silencio por unos segundos que se me hicieron infinitos. —Puedes pasar —ordenó. Esperé unos minutos antes de espiar para saber si podía salir. Salté del carro cuando lo creí seguro. —¿Y ahora? —me sentí abrumada, el palacio era tan grande. ¿Dónde debía ir? ¿por dónde empezar? Dobé en una de las tantas esquinas del palacio y me choqué con un hombre. —Lo siento —continúe con mi camino sin siquiera verlo. —¡Oye! —Gritó —¿Acaso no sabes quién soy? Me voltee a inspeccionarlo, era un hombre alto, cabello castaño claro y largo hasta por debajo de su mandíbula —Por tu forma de hablar un niño mimado, seguro. Él comenzó a reír —Nunca nadie me había dicho eso. —Estoy apurada, lo siento adiós. —¡Espera!, ¿cuál es tu nombre? Sonreí y me fuí sin más. No era relevante que él sepa mi nombre. Luego de merodear un rato por el lugar una mujer me encontró. —Debes ser la nueva sirviente para el ala del príncipe —Pero que suerte tengo— pensé —¡Sí! el lugar es tan grande que me perdí. —aclaré —No te preocupes querida, ya te acostumbraras. ¿Cúal es tu nombre? —Cristina, Cristina Malcom —Bueno Cristina, bienvenida es este pequeño infierno en vida que se hace llamar palacio. —¿Eh?



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En el texto hay: romance, vengannza

Editado: 02.07.2021

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