Iba a empujarlo, sacarlo de encima y golpearlo hasta que vi a una de las sirvientas negando con la cabeza.
Si llegaba a golpearlo, de seguro sería decapitada. Tendría que aprovechar esto para acercarme más a la familia real y al final ser capaz de matarlos a todos, saber sus movimientos…
—Eres tan pequeña —palmeo mi cabeza al alejarse de mí.
Sonreí falsamente.
—Ve a cambiarte, mis mujeres no pueden vestir esa clase de harapos.
Llamó a uno de los sirvientes y les ordenó que me prepararan un cuarto junto con las damas del Harem y que me propiciaran nuevas prendas.
Me tomaron del brazo con algo de rudeza y me arrastraron fuera de la habitación.
—Lo detesto —pensé mientras me alejaba.
Forcejee para que me soltaran —Puedo caminar sola —grité.
Me acerqué al pequeño estanque que había en el jardín y enjuagué mi boca, mi primer beso desperdiciado en uno de los asesinos de mi padre.
—Oye, Cristina, ¿quieres arrancarte los labios? —rió.
Me incorporé
—No tienes idea, amaría poder hacerlo William.
Él me miró sorprendido, no sé si fue por mi rostro rojo mi tono amenazante o las lágrimas retenidas.
—¿Estas bien?
—Debemos irnos segundo príncipe.
—¿Tu? —lo señalé —¿También eres parte de esto?
—¿De qué hablas?
Me acerqué a él —Me decepcionas —susurré en su oído
Antes de que pudiese responder me volvieron a tomar del brazo arrastrándome.
Me llevaron a otra zona del palacio era muy lujosa y amplia llena de muchachas risueñas vestidas de blanco, rosa y dorado.
—De solo estar aquí siento nauseas —suspiré.
—Tendrás que acostumbrarte —me empujaron a un cuarto —Desde ahora este es tu sitio y solo puedes salir cuando el príncipe Henry lo desee.
—¿Estoy en una especie de cárcel? —rei
—Vamos a ver cuanto te durará tu humor.
Me tiré sobre la cama y en busca de fuerzas miré el techo, pensando que podría hacer por dónde debía empezar, cómo podría aprovechar al estar en esta situación.
De repente llego a mi mente la frase “mantén cerca a tus amigos pero aún más a tus enemigos”
Tendría que ganarme el favor del príncipe, ser amiga de mi enemigo solo para lograr mi objetivo, que me tengan confianza que los guardias dejen de tratarme como enemiga y pueda ingresar a cualquier lado solo por ser la chica del príncipe. De esa forma podría mandarme algunas cagadas que él me protegerá en el camino y luego los mataré a todos. —carcajee con fuerza.
—Oye chica ¿estas bien? —golpearon mi puerta.
—Si
—Todas en nuestro primer día aquí estábamos con miedo, pero no temas. El primer príncipe es muy amable con nosotras, solo tienes que hacer lo que te pida y tendrás muchos vestidos y joyas costosas, ah y no olvidemos los ricos platillos.
Abrí la puerta
—¿Quién eres?
—Soy Cielo un gusto —sonrió con alegría.
—Soy Cristina
El nombre le quedaba tan bien con su cabellera dorada como el sol y sus ojos celestes el nombre Cielo le quedaba exquisito.
—Un gusto y bienvenida.Aquí podrás aprender a leer y cualquier cosa que te guste, al príncipe le encanta consentirnos.
—¿Si?
—Si, él es muy amable ya lo verás.
—Me cuesta creerlo realmente.
Ella sonrió y entró.
—Debes vestirte ya que es tu primer día Henry querrá que lo acompañes en la cena.
—¿Y por qué debo acompañarlo?
—Por que esa ahora es tu tarea y si nosotras no lo acompañamos nadie lo haría. Siempre está tan solo —negó con la cabeza —a veces me da algo de lastima ese príncipe.
—No creo que a él le de lastima castigarte si te equivocas.
Me miró seria —Henry siempre intenta cuidarnos lo más posible, pero no siempre puede y no lo culpo por ello. Solo portate bien pequeña. —acarició mi barbilla y me dió uno de los vestidos del armario.
—Vístete en un rato vendrán por ti. No olvides saludar a las demás mujeres, tienen curiosidad por ti.