Kazuo
-¿Cuáles son tus puntos fuertes?-
-¿Qué desea hacer en un futuro?-
-He visto la prueba que hiciste, tienes puntos fuertes-
-¿Podrá manejar esos programas?-
-No sé si aquí puedas tener un lugar-
-Muchas gracias por venir a la entrevista-
Se le agradece que responda joven-
Una tras otra, las entrevistas que fui buscando no estaba concentrado, incluso en una lo notaron, se que me fue fatal, que no obtendré ningún puesto. Cada vez que cerraba los ojos veia mis manos empapadas de rojo, el olor a hierro del señor, las torres de humo alzándose al cielo, la gente corriendo por su vida, sobre todo a papá quedarse en esa lucha. Luego del caos dicen siempre viene la paz, pero...tengo miedo, como estará, de que vuelva a suceder, que regrese y no este en casa.
Dejo atrás las torres del Ministerio de Aplicación, dos grandes monstruos de cristal que giran sobre si mismas uniéndose con diferentes puentes a miles de metros de altura con sus pequeños seres trabajando dentro, cargando papeleos, allí, dejando a todos pequeños a sus gigantes pies hermosamente decorados con granito verde y arboles florales artificialmente cuidados para dar una apariencia que chocan con su parte industrial, pero me alejo más hasta dejarlo pequeño ante la vista. En el piso se encuentra contaminado de blanco dibujando el símbolo de allí, un par de manos que sostienen fuertemente un pergamino enrollado con laureles.
Miro el cielo en la caminata hasta la estación, pasa de un rojo vibrante a un negro lleno de estrellas. La temperatura llega a bajar tan agresivo que al exhalar sale un vaho denso, el frío empieza a escalar por mi espalda, me apuro a la estación más cercana donde se que está más cálido y veo ambas entradas, saco la tarjeta ID para pasar por los torniquetes del área común, por suerte logro entrar al cuarto tren, aplastado entre la multitud, sufriendo empujones cada que salen o frena en cada estación. Solo logro vislumbrar rostros agobiados, cuerpos marchitos, almas decaídas, aún con todas las apariencias que llevan encima para cambiar su físico...sus expresiones delatan quienes son.
Logro de milagro salir de esa masa apretujada para poder llegar a lo que llamo hogar, abrasándome a mi mismo dudoso de salir del calor del edificio, pero cada que dudo más tarde se hace y más quiero llegar. Titubeante empiezo a caminar en las calles alumbradas por las pocas lámparas que animan la noche, todo lo demás se ha apagado. Los pocos que siguen a está horas lo hacen por su trabajo: barrenderos, limpiadores, cuidadores y demás del bajo nivel. Aunque hay excepciones, sobre todo cuando un hombre extiende su mano que a lejos se nota prostética, se refleja el naranja de las luces en su plateado acabado lustroso, su compañera habla solicitando mi ID mientras esconde sus alas de gamuza a su espalda, ambos son soldados cuando noto debajo de sus pesados abrigos las camisas moradas con un parche con el logo de la guardia y sin temor se las entrego.
Revisan con sus celulares toda la información que les brindan, nombre, estatura, edad, residencia, observaciones, todo les muestra, cuando es todo, literal es todo. Se exactamente cuando terminan por como la seguridad que tenían se esfuma, al final de la información aparece siempre los familiares, en mi caso solo aparece Silas, como mi padre. Ellos rápidamente empiezan a mirarme y luego la pantalla para confirmar lo que ven para posterior entregar mí ID para desearme buenas noche, es algo bueno tenerlo de padre, pero no siempre.
-¡¡¡¡KAAAAZZZZUUUOOOOO!!!!!- a lo lejos se oye el grito junto el sonido del galope de cascos golpeando el pavimento.
De sorpresa siento ambos brazos rodearme mientras da vueltas emocionado, trato de alejarme para coger aire.
-Es un gusto volver a verte, la última vez fue...fue....-se queda pensando y me deja la oportunidad de separarme.
-Fue hace un mes nada más Tadeo, y déjame respirar- cogiendo aire tratando de componerme.
Lo observo bien y noto que no está en su uniforme, utiliza un gorro de lana negro que se pierden con sus rastas del mismo color, junto con un abrigo morado que le llegan hasta las muñecas, al final noto unos jeans grises que contrasta con el pelaje blanco de sus patas de carneros.
Los otros dos soldados se acercan a él algo nerviosos para susurrarle algo, él escucha hasta soltar una carcajada y mandarlos a que sigan su ruta.
-¿Qué te dijeron?- dicen que la curiosidad mato al gato, pero quiero saber.
- Pfff que debería alejarme de ti, que eres el hijo del General Silas- pone sus manos sobre la cabeza.
-Pero es una verdad a medias....- me quedo pensativo mientras caminamos.
-Puede que sí, pero sabemos como es, además voy para allá- me da un empujón con su cadera y le devuelvo el golpe riendo -¿Y cómo te fue allá?-
-Me fue fatal, quisiera reiniciar el día, sabes que es fallar tan rotundo que prefieres morir, así me siento, recordarlo es tan vergonzoso-
-Jajajaja-
-Oh cállate, no es gracioso-
-Un poco, debes admitirlo, además quién sabe, es desde tu punto de vista, si no aún te queda una oportunidad más el siguiente año-
-Lo se, lo se, eso espero- miro el edificio que esta a unas cuantas cuadras.