Era una reina solitaria con el corazón tan roto y duro como una roca, le costaba confiar en quienes ofrecían reparar su corazón. Nunca fue cruel con su pueblo, pero si muy distante con su gente, lo que hizo que todos olvidaran sus ojos color café y su dulce sonrisa al amanecer. Ella luchó muchas guerras con el corazón roto, llevando tranquilidad y riquezas a su pueblo.
La paz se mantuvo por años hasta que un caballero con grande y dorada armadura llegó sin ofrecer mucho más que solo su atención.
Ofreciendo salvación ante una guerra que se acercaba, la reina dudó al principio, pero ese aroma que lo acompañaba le hacía recordar los días en los que el amor era la moneda del pueblo, donde las caricias eran el himno nacional. se dejó llevar y terminó dándole todo lo que él quisiera para que ganara la guerra, una guerra que nadie sabía que venía, ni sabían contra quién se luchaba. El día de luchar llegó, el caballero pidió guardar el corazón de piedra de la reina para que no fuera robado por el enemigo. Las horas pasaron y nadie se presentó a luchar, no habían enemigos ni guerra, nada más había un ladrón disfrazado de caballero que se robó su corazón de piedra para su colección.
Solo olvidó un detalle…
La reina de corazones tiene más de un corazón. ❤️