Después de los acontecimientos de esa misma tarde, Lucifer se encontraba en el balcón de su apartamento, mirando fijamente las estrellas; él miraba como el cielo completo estaba opacado por toda la contaminación lumínica, él deseaba acabar con toda la contaminación que los sucios humanos habían provocado en los últimos siglos, también pensaba en el por qué su padre le había permitido quedarse junto a su hermana, se preguntaba si había alguna razón oculta en sus planes. Mientras meditaba en silencio, llegó Lilith comiendo sandía picada sin... muchos modales.
—Piensas mucho, ¿acaso nunca te cansas? —habló mientras masticaba, salpicando un poco a Lucifer con el jugo de la sandía.
—Hay una razón por la que me gusta quedar atrapado en mis pensamientos: ellos tienen más educación que tú —dijo Lucifer disgustado por el comportamiento de su hermana menor.
—Me alegra que nuestro Padre crea que podemos reformarnos —comentó sonriente, mientras tomaba asiento—. Nuestra vida aquí será más fácil sin preocuparnos de papa.
—No te olvides de los seres que escaparon del infierno, con la furia solo quedan quince —dijo Lucifer mostrando algo de intriga—. Sería desastroso que ellos estuvieran aquí, su mera presencia traería caos en todo el mundo.
—Avaricia, gula, pereza, ira y envidia —dijo Lilith caminando hacía el balcón para ver la ciudad— ¿Quién de nuestros hermanos actuará primero?
En ese sentimiento de intriga reinaba Lucifer; sus hermanos a diferencia de él y su hermana, no estaban dispuestos a una vida tranquila por lo que, si realmente ellos están en la tierra provocarían estragos para saciar sus propios vicios, rencores y muchas otras cosas, no por nada son los siete príncipes del infierno, son los caídos más fuertes que existen.
El lunes por la mañana, la extraña chica de preparatoria, Sara García, se encontraba en el salón de arte de su escuela durante el receso, pintando minuciosamente un cuadro; parecía que toda su concentración estaba en lo que hacía y en ninguna otra cosa, hasta que recibe la visita de Shawn quien se sonroja un poco al verla, estaba demasiado absorto en su bella rareza.
—Yo... ehm, bueno, primero que nada quisiera respuestas —dijo Shawn, rascándose la mejilla con algo de pena—. Antes de decirte lo que siento, necesito saber más de tí, Sara.
—Bueno, comprendería si no quieres salir conmigo, yo... atraigo los problemas —confesó dejando de lado su pintura para verlo a los ojos.
—¡Eso no me importa! A mí me encantan los problemas y también... me fascinas tú —aseguró con las mejillas coloradas.
—Fufufufu, es bueno escuchar eso —respondió con tono coqueto—. De acuerdo, te diré. He sido una chica problemas desde joven. A los catorce años empecé a consumir droga, cuando mis padres lo descubrieron me echaron a la calle, fuí una indigente durante un año hasta que fuí arrestada, mis tíos tomaron mi custodia y me metieron en un centro de Narcótico Anónimos, llevo... un año y tres meses sobria —sacó su moneda de N.A para mostrársela a Shawn y luego guardarla otra vez en el bolsillo de su chaqueta—. Cuando salí, quería rehacer mi vida, pero me diagnosticaron un tumor en el cerebro, pensé que... había perdido mi segundo oportunidad. Sin embargo, milagrosamente me curé de la nada y ahora lo único que quiero es disfrutar de mi vida al máximo. Por eso volví a la preparatoria, para tener un título y también un novio, ahí entras tú en la ecuación.
—Entiendo, pero... ¿por qué yo? —preguntó inseguro.
—Se-cre-to, lo único que te diré es que ví algo en tí que me llamó mucho la atención —reveló con picardía—. Así que te preguntaré de manera más formal, Shawn Simpson, ¿quieres salir conmigo?
—Es una chica muy misteriosa, Sara García, lo bueno es que me gustan los misterios —respondió con una sonrisa penosa—. Sí, me gustaría contigo.
Ambos adolescente se tomaron de la mano, dándose un corto beso en los labios, tras separarse se rieron por lo cursi de la situación.
—Ah, ahora que me fijo, ¿qué estás pintando? —preguntó por curiosidad.
—No lo sé, simplemente es algo que soñé una noche —confesó alzándose hombros.
La pintura le parecía muy familiar a Shawn pero no le tomo mucha importancia y siguió su día junto a Sara y Samuel. Después de clases, Sara estuvo caminando un buen rato por la ciudad.
Estuvo mirando varios lugares de la ciudad para buscar inspiración para sus pinturas y poemas, ya que lo que más le gustaba dibujar eran paisajes urbanos. Tras pasar un par de horas caminando, decidió volver a casa, era más bien por el cansancio porque por estos días no tenía mucho apuro para volver a casa; durante su camino se encontró con alguien que ya había conocido antes, era Lucifer a quien ya había conocido una vez en el autobús, que estaba parado esperando a que pasara un taxi. Sara se abalanza hacia él para abrazarlo desde atrás, pero este rápidamente se la quita de la espalda.
—¡¿Cómo te atreves a tocarme tu...?! —exclamo para luego reconocer a la chica—. Vaya, eres tú, la chica loca del autobús.
—¿Loca? Prefiero la palabra "excéntrica" —dijo Sara poniéndose de pie para hacer una pose teatral—. Yo soy Sara García, soy una artista.
—Claro ¿dónde están mis modales? Soy Lucius, Lucius Pride —dijo con una pequeña reverencia y sonrisa carismática—. ¿Qué has hecho en estos días?
—Volví a la escuela, tengo novio y un nuevo amigo... oh llego tu taxi —dijo señalando con su dedo indice.
—Vaya, que inoportuno ¿quieres que te lleve a tu casa? —preguntó con sumos modales.
—Sí, de paso puedo mostrarte mi casa —dijo Sara con entusiasmo y tomando a Lucifer del brazo.
Lucifer no se negó a la idea en su tiempo, la verdad, le daba curiosidad ver como sería la casa de alguien tan peculiar como Sara.
La casa de Sara es bastante grande, con un patio extenso y un estilo bastante antiguo y clásico, al pasar se veían varías pinturas y jarrones costosos junto con algunos objetos de colección; Lucifer colgó su chaqueta en el perchero junto a la puerta y se limpio los pies en la alfombra.