Vidas Paranormales.

Capítulo 8-Lo que Merodea en el Bosque.

El día era sábado, el clima en la ciudad era agradable conforme se acercaba el invierno, dentro de una semana ya sería diciembre; ese día Shawn estaba entrenando junto a Raguel y Gabriel para aprender a utilizar hechizos a base de energía Kundalini.

Combustión efímera, chispas explosivas —conjuraba Raguel—. Que se haga la explosión ardiente.

Una fuerte explosión se dirigía hacía Shawn, él estaba preparado para recibirlo.

Tierra sagrada, rocas eternas, les pido, que me protejan de todo.

Una cúpula de tierra se levanta para proteger a Shawn de la explosión, al impactar, la cúpula estaba semi-destruida y Shawn tenía una fuerte quemadura en el brazo que rápidamente fue atendida por Raguel.

—No está nada mal, has mejorado bastante pero aún te falta mucho entrenamiento —remarcó Raguel, mientras con sus poderes sanaba a Shawn—. Un hechizo de nivel dos con tu energía Kundalini actual, apenas pudo protegerte de mi hechizo de nivel tres, memoriza hechizos más fuertes para la próxima y tendremos otro combate, también enfócate más en la meditación para canalizar más energía Kundalini.

—Entiendo, gracias por curarme el brazo —Shawn se sentó donde estaba Gabriel para descansar y reponer fuerzas.

—Pedí un favor a uno de mis hermanos para que trajeran desde los Registros Akashicos del Cielo estos dos libros de hechizos. Ten, necesitaras de estas dos llaves para abrirlos cuando quieras leerlos —al entregarles las cosas, Raguel atendió una llamada telefónica y se alejó un poco para hablar.

—¿Registros... Akashicos? —preguntó Shawn con curiosidad.

—Es una biblioteca colosal del Cielo donde están almacenados todos los conocimientos del universo, ya sean humanos o divinos —aclaró Gabriel de una.

Cuando Raguel se reincorporó al grupo traía malas noticias.

—Era Uriel, me informo de avistamientos de una extraña criatura en los bosques a las afueras de Nueva Orleans; según él, es probable que se trate del Kitsune que fue derrotado por nuestro hermano Sariel.

—¿Kitsune? ¿El zorro de nueve colas de Japón? —inquirió Shawn intrigado.

—Normalmente son pacíficos y algo bromistas con la gente —explicó Gabriel—. Sin embargo, el que está en esos bosques es uno bastante maligno, Sariel de la Caridad me habló sobre él después de enviarlo al infierno; era un Kitsune que se transformaba en una mujer hermosa para atraer hombres y luego matarlos, por eso la enviamos al infierno, también pueden leer mentes para conocer con mayor facilidad a sus víctimas. ¿Uriel vendrá con nosotros?

—En esta ocasión no, esta trabajando en otro caso que tiene que ver con los fugados del infierno. Seremos nosotros tres en esta ocasión.

—¿"Nosotros tres"? —preguntó Shawn sorprendido— ¿Yo también iré?

—Será una buena oportunidad de ponerte a prueba —respondió Raguel imponiendo confianza a Shawn—. Si algo pasa yo podré sanarte con mi magia. 

Con todo eso decidido, partieron con dirección a los bosques, tomando todo lo necesario y fueron en busca del aterrador zorro de nueve colas. Los bosques parecían tranquilos, las aves cantaban y las ardillas caminaban por los arboles; los insectos como siempre molestaban.

—¿Qué son estos bichos? No paran de intentar chupar mi sangre —preguntó Gabriel irritado.

—Se llaman mosquitos, Gabriel, las hembras de la especie son las que se alimentan de sangre, los machos se alimentan de néctar —aclaró Shawn buscando algo en su mochila—. Toma, es repelente para los insectos.

Mientras se adentraban en el bosque, un hedor nauseabundo les llamaba la atención, empezaron a seguirlo hasta encontrarse con un cadáver en descomposición, estaba destrozado, con múltiples mordidas en todas partes. Apenas podían aguantar el olor que emanaba.

—Debe llevar unos dos días aquí o quizás tres —declaró Shawn cubriéndose la nariz por el olor.

—Esto sin duda es obra de ese Kitsune, en un ambiente así es como volver a los bosques japoneses —dijo Raguel mostrándose asqueada de la escena.

Decidieron continuar, Raguel advirtió que se mantuvieran alerta, ya que el Kitsune podría estar merodeando por allí. Caminaron durante horas, hasta que ya se hizo la tarde, por el camino se encontraron con un excursionista, de camisa azul, pelo negro, algo bajito, casi como Shawn, y pantalones cortos de color blanco y unas botas.

—¡Hola! ¿Están dando un paseo? —preguntó mostrando una sonrisa.

—S-sí, estamos dando un paseo, nos encanta ver a los animales del bosque —dijo Raguel tratando de disimular.

—Bueno, siento informarles que no pueden seguir avanzando —dijo señalando a dirección hacía donde iban—. Está todo inundado y lleno de barro, me costo avanzar como el demonio.

—¿Usted pasó por el barro? —preguntó Shawn con mirada seria.

—Sí, no te imaginas lo profundo que es eso.

—Entonces ¿por qué tus botas están totalmente limpias? —interrogó Shawn mirando atentamente al hombre.

—Es que... me las... limpie cuando salí —respondió el hombre poniéndose nervioso.

—Tampoco parecen estar mojadas, pero para estar seguros, muéstrenos la suelas de sus zapatos, deberieron quedar rastros de lodo.

—¡Oigan ¿Que rayos sucede?! ¡¿Por qué estoy siendo interrogado de esta manera?! —exclamó poniéndose a la defensiva.

—Solo quiero asegurarme de que no este mintiendo —respondió Shawn manteniendo la compostura.

Aquel hombre empezó a sudar hasta perder la compostura, convulsionó y reveló a su verdadera forma. Su boca comenzó a alargarse, sus orejas se volvieron puntiagudas, sus ojos se volvieron más afilados, desde su espalda baja empezaron a salir varias colas de zorro, le surgieron garras afiladas de sus manos y pies; este era el mítico Kitsune.

Su boca comenzó a alargarse, sus orejas se volvieron puntiagudas, sus ojos se volvieron más afilados, desde su espalda baja empezaron a salir varias colas de zorro, le surgieron garras afiladas de sus manos y pies; este era el mítico Kitsune




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