Finalmente habían pasado las vacaciones de carnaval en Nueva Orleans, por lo que era hora de volver a clases; Jorel Cohen, como se hacía llamar él, se estaba preparando para ir a dar clases, se puso una ropa profesional y bajó para buscar su desayuno; en la cocina estaba su bella esposa, Trish y su hijastro Marcus, era un chico de once años, iba en la secundaría, era bastante inteligente, poseía una gran imaginación, pero aún así tenía problemas para aceptar que su madre se había casado con alguien como Jorel, por lo que su relación no era la mejor, aún así Jorel siempre trataba de relacionarse con él. Al terminar su desayuno, Marcus se fue para tomar el autobús.
—Marcus, participar más en clase, fue un pedido de tu maestra —dijo Jorel en la cocina.
—¡No me des órdenes, fenómeno! —exclamo yéndose de la casa.
—¡Oye, Marcus Giovanni, no le hables así a Jorel! —gritó Trish, enfadada por el comportamiento grosero de su hijo.
—Déjalo, no importa —dijo Jorel, tranquilizando a su esposa—. Puedo entender lo duro que fue el divorcio para él, después vine yo, solo quiero hacerle entender que solo quiero lo mejor para ustedes dos.
—Eres muy dulce Jorel; tienes razón, creo que eventualmente te aceptará. Ya van a ser las siete, será mejor que te vayas de una vez a la escuela —dijo, despidiéndose con un beso.
En otra parte de la ciudad, Shawn se dirigía corriendo hacia su escuela para no llegar tarde, para su suerte, Samuel llega con su bicicleta.
—¡Hola amigo! ¿Te llevo? —preguntó estacionado al lado de él.
—Gracias Samuel, te debo una.
Los dos amigos llegaron a tiempo a la escuela, Samuel dejó estacionada y asegurada su bicicleta, al entrar, se encuentran con una escena sumamente bizarra; todos en la escuela estaban dormidos en el suelo, decidieron inspeccionar el pasillo y allí se encontraron con Sara, quien estaba muerta de la risa mientras le pintaba la cara con marcador permanente al director de la escuela.
—¡Chicos, me alegra que vinieran! —exclamó Sara, dejando de lado su pequeña broma—. Parece que tenemos una situación paranormal por aquí.
—¿Hace cuánto que estás aquí? —preguntó Shawn inspeccionando un poco la situación en la que se encuentran.
—Unos veinte minutos, llegué, todo estaba normal, pero de la nada, todos cayeron dormidos excepto yo, intenté despertarlos y nada funciona.
—Eso si que es extraño ¿por qué nosotros somos los únicos que no estamos dormidos? —preguntó Samuel, intrigado.
—Esa es una excelente pregunta —dijo Shawn sacando su celular—. Sé sobre alguien que puede darnos unas preguntas.
Shawn marcó el número telefónico de Lucifer, quien dicho sea de paso se encontraba en una pequeña reunión de negocios por lo que tuvo que pedir permiso para atender una llamada y salir de la habitación.
—Más vale que sea bueno Shawn, estoy ocupado —dijo Lucifer, algo molesto.
—Todos en nuestra escuela están dormidos y no se despiertan con nada ¿sabes de alguien que pueda hacer algo como eso?.
—Oh ho, chicos, ustedes realmente están en problemas —respondió Lucifer bastante preocupado—. Se trata de Belfegor, cuarto príncipe del infierno y pecado capital de la pereza.
—¿Cómo son sus poderes? —preguntó Shawn para informarle a los demás.
—Es como Raguel, su nivel de Miasma únicamente es superado por su servidor. Su Tesoro Maldito es el Colchón de la Fantasía, dispara una especie de miasma color rosado que deja a las personas en un sueño eterno, aunque la cantidad de gas necesaria depende de la fuerza de la persona o de su tipo de magia. Ah, y también puede volar en el.
—Una última pregunta... ¿por qué no estamos dormidos?
—Es por una pequeña protección que les hice mientras dormían —respondió con algo de picardía.
—¡Lucifer! —le regañaron los tres adolescentes.
—¡Oigan, era necesario! Lilith y yo tenemos mejor control del Miasma, pero otros seres no lo tienen, si novatos como ustedes se exponen al Miasma por mucho tiempo, entonces podrían enfermarse gravemente hasta morirse —explicó disimuladamente en los pasillos del edificio—. Además, les funcionó, ¿verdad?
—Sí, tienes razón, gracias... supongo —replicó Shawn, con una ligera mueca para luego colgar la llamada.
Cuando los tres adolescentes iban a salir por la puerta principal algo extraño sucede y es que la puerta parecía trabada, Shawn era incapaz de abrirla, cuando Samuel intentó romperla usando su Kunda-Taijutsu, la puerta seguía intacta. Del otro lado de la puerta, Jorel finalmente llegó a la escuela y el trió de jóvenes intentó advertirle que no entrara, pero era como si no los escuchara del otro lado de la puerta, cuando tomó la manilla para entrar, una extraña energía lo lanzó varios metros lejos.
Después de recuperarse del golpe, volvió a ir a la puerta, esta vez notando la presencia de los chicos, quienes volvieron a intentar hablar con él, pero el sonido simplemente no salía.
—Oigan escúchenme con atención, no digan nada solo piénsenlo y así yo podré usar mi telepatía —indició, tratando calmarlos un poco.
Los tres amigos le hicieron caso y Jorel se informó de la situación; le dijo a Shawn que se hiciera cargo de esto, mientras encontraba la manera de entrar junto a sus demás hermanos, por lo que desplegando sus alas, se fue a buscar ayuda.
—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Sara preocupada.
—Tendremos que enfrentarnos al pecado capital —declaró Shawn, con decisión.
—Nos enfrentamos al pecado de la avaricia y apenas logramos hacerle unos rasguños ¿piensas que podríamos hacerle frente a otro pecado? —preguntó Samuel, algo inseguro.
—En ese entonces apenas teníamos algo de entrenamiento con la Energía Kundalini, ahora tenemos más experiencia, además, tenemos un as bajo la manga —dijo mirando fijamente a Sara.
—¿Te refieres a mí? —preguntó Sara sorprendida—. Yo solamente puedo controlar la lujuria y la castidad, mi dominio con la avaricia es bastante pobre.