Aquella noche, Lilith se encontraba en un bar repleto de personas, todos los viernes por la noche eran siempre lo mismo, fiestas, alcohol, sexo, ect. Era el tipo de vida descontrolada que a ella le gustaba vivir, una vida sin obligaciones y sin preocupaciones, una vida únicamente enfocada en el placer. Después de una alocada noche de fiestas, despertó en un lugar que no conocía, pensó que estaba en el hogar de algún chico o chica con quien se divirtió la otra noche, por lo que salió del cuarto para ver donde estaba, mientras tenía que soportar un increíble dolor de cabeza, producto de la resaca.
—Rayos... el alcohol es fabuloso pero la resaca es horrible —musitó, quejándose mientras caminaba por el pasillo.
—Agradece que no seas capaz de ahogarte con tu propio vómito —dijo Jorel, escaleras abajo—. Te preparé una ducha, apúrate para que te vayas.
—¿Jorel?... ¿Estoy en tu casa? ¿Cómo llegue aquí? —preguntó Lilith, algo perdida.
—Lucifer me llamó y me pidió que te permitiera pasar la noche en mi casa, no quería que ensuciaras su departamento con vómito, de nuevo... hablando de eso, me debes una alfombra nueva.
Lilith tomó una ducha caliente para que se le pase la resaca, después de eso bajó a la sala de estar únicamente usando una bata, se le veía demasiado despreocupada, como si no le importara.
—Vaya... es lo que necesitaba, una ducha caliente y un sofá cómodo —dijo estirándose recostada en el sofá.
—¡Oye! No estás en tu casa, estas en ¡mi casa! Ponte algo —exclamó Jorel molesto.
—¿Cuál es el problema? Los humanos andaban desnudos antes, creo que lo llamaban "traje de Adán", no tiene nada de malo lo que estoy haciendo —respondió de manera despreocupada.
Jorel frustrado no tiene de otra que sentarse en otra silla hasta que Lilith se vaya, lo que no sabía es cómo le va a explicar la situación a su esposa, él jamás habla mucho sobre su familia, su esposa solamente conocía de pura casualidad a Uriel. Mientras estaba sentado leyendo un libro, Lilith se acerco por curiosidad para ver que estaba leyendo.
—¿Qué lees hermano? ¿Algún libro erótico? —preguntó a forma de broma.
—No creo que te interese —respondió de mala gana—. Es de filosofía.
—Al contrario, se oye como un tema bastante interesante, cuéntame —pidió con una dulce sonrisa.
—La filosofía no es para gente que se entrega al placer inmesurable como tú —replicó en tono despectivo.
—¿Qué tiene de malo el placer? Pienso que es bastante necesario en la vida —inquirió con mucha curiosidad.
—Cualquier cosa en exceso es malo, no importa que tan bien se sienta, el llevarlo de esa manera no trae otra cosa más que infelicidad —respondió dejando su libro de lado—. Justamente por estas cosas tu caiste y te volviste el pecado capital de la lujuria.
—Me parece una estupidez —respondió mirando fijamente hacia el techo—. Lo malo no es entrar, lo malo es no poder salir de estos placeres mundanos. Yo soy inmortal, no envejezco, no necesito dormir y no necesito comer, esas cosas las hago más por gusto que por otra cosa, pero... ¿qué más podría quedarle a un inmortal como yo más allá del placer mundano?
—¿Y qué te trae todo ese placer mundano? —preguntó Jorel, genuinamente interesado.
—Creo que es lo que los humanos llaman felicidad. Por esta inmortalidad disfruto más de pequeños detalles —respondió con una ligera sonrisa—. Ser un ángel terminó mal, ser una Princesa del Infierno me terminó aburriendo, pero con estos placeres terrenales como el sexo, el alcohol, aprender más sobre la tierra y pasar el rato con mis amigos y hermanos... me hacen sentir que pertenezco a la tierra. Estos placeres mundanos me hacen sentir viva y que puedo hallar la paz en este lugar.
—Supongo que tienes razón, me disculpo por haberme burlado, ¿todavía quieres que te cuente de filosofía? —preguntó tomando de regreso su libro.
—Claro, parece un tema interesante —dijo Lilith con su característica sonrisa pícara.
Estuvieron un buen rato hablando, Jorel le leía lo que decía su libro y Lilith escuchaba con atención, se habían acercado un poco más como hermanos. Pasaron las horas y la esposa de Jorel, Trish, regresó junto a su hijo de hacer las compras y se encontraron con la bizarra escena de los dos hermanos.
—¡Hola! Tu debes ser la esposa de mi hermano, soy Lilith, gusto en conocerte —se presentó con su hermosa sonrisa.
—¿Eres la hermana de Jorel? Que sorpresa, el casi nunca habla de ustedes, me llamo Trish, este es mi hijo Marcus. Saluda a nuestra invitada.
Marcus se sentía incomodo por la presencia de Lilith, primero porque estaba semidesnuda y segundo, había algo en ella que le extrañaba, pero no le tomo mucha importancia. Pasaron el rato hablando hasta que Lilith, ya vestida, decidió irse a su casa, por lo que se despidió de todos y se fue. Cuando Jorel volvió a concentrarse en su libro, su hijastro decide hacerle una pregunta.
—¿Sabes lo que no me gusta de ti? Nunca hablas de nada de tu pasado, mi madre apenas sabe sobre tu familia —dijo con mirada seria, viendo a Jorel a los ojos—. ¿Por qué nunca hablas de tu familia y de tu pasado?
Jorel emitió un suspiro de melancolía antes de responder
—Mi familia tiene un pasado oscuro, Marcus. Traición, mentiras, odio; no quiero que tu madre vea lo malo de mi familia, además yo rompí relaciones con ellos después de... la muerte de alguien a quien yo quería y en cuanto a mi pasado, yo tenía otra esposa y un hijo, pero ambos murieron, yo no pude hacer algo para evitarlo... yo quiero a Trish, quiero lo mejor para ella y para tí, si lo deseas, puedo presentarte a mi familia.
—Seria genial —respondió Marcus con una ligera sonrisa.
Aquel día Jorel no solo se había vuelto más cercano a su hermana, también se había acercado más a su hijastro.
Mientras, Lilith fue a su hogar y se encontró con Uriel conversando con Lucifer sobre un nuevo caso.