Belcebú fue el segundo príncipe del infierno en llegar a Nueva Orleans, quería pasar desapercibido por lo que se oculta por las alcantarillas, buscando algo en específico, no quería dominar al mundo, eso no le interesaba en lo más mínimo solo quería respuestas. Finalmente llega a su destino, el edificio en donde vivía Lucifer y Lilith, asegurándose que nadie lo viera sube hasta donde percibe el olor de sus hermanos; sube por el balcón e inspecciona el sitio buscándolos.
—Supuse que vendrías hermano, te hemos estado esperando —dijo Jorel, sentando en la sala leyendo un libro junto con Lilith.
—Quiero saber, Jorel ¿realmente hicieron trampa para vencerme? —interrogó Belcebú con mucho dolor.
—Sí, lo hicimos, todo fue mi culpa Belcebú, yo fui quien creó la ilusión —respondió Jorel con un leve sollozo.
—También fue mi culpa, hermano, yo debí haber dicho algo cuando me dí cuenta de la trampa —admitió Lilith con una gran culpa.
Belcebú se arrodilló en el piso llorando, eso dañó por completo todo su honor, no podía creer que sus propios hermanos, que aún apreciaba, lo habían traicionado. Las lágrimas de sangre empezaron a caer por sus mejillas.
—¡¿Por qué?! Yo cumplí mi promesa, ¿fue por mi pecado? No es mi culpa siempre tener hambre —dijo entre lágrimas—. Solo trato de aliviar mi dolor, la comida, me hace sentir mejor. No es mi culpa tener este dolor en mi alma.
Jorel y Lilith se acercaron a su hermano y le dieron un abrazo, estuvieron así unos minutos hasta que se sentaron en los sillones de sala para poder hablar tranquilamente. Lilith trajo para comer tres tazas de café y un tazón de donas de chocolate con chispas de chocolate y se dispusieron a dialogar como familia.
—Gracias por el café, no había comido nada desde hace media hora —dijo Belcebú tomándose el café y la taza entera—. Nunca lo entendí, ¿qué le ven a los humanos? No me malinterpreten, no les tengo nada de rencor, pero ellos son tan frágiles. Cuando estuve aquí Jorel, me dijiste que te habías casado, pero ¿por qué? Nosotros somos eternos y ellos máximo viven ciento veinte años.
—Es difícil de explicar, pero después de décadas de vagar por la tierra quería a alguien con quien compartir mi tiempo, alguien que me haga sentir que no estoy solo; mi amada esposa Trish en cierto sentido me ayudó a aliviar mi soledad
—¿Qué hay de ti Asmodeus? ¿Qué sientes por los humanos? —inquirió con curiosidad.
—No se si lo mío es tan filosófico o profundo —respondió Lilith alzando los hombros—. Los humanos me fascinan. Tienes razón, los humanos comparados con nosotros viven muy poco; sin embargo, en el poco tiempo que viven lo experimentan todo: amor, odio, miedo, felicidad, tristeza, desesperación, euforia. Emociones que a nosotros nos toma milenios experimentar, quiero poder experimentar todo eso como una humana normal, esa sería mi propósito. Yo amo la humanidad.
Belcebú se quedó reflexionando un poco sobre lo que le dijeron sus hermanos, entendió sus razones y después de unos segundos de silencio les dirigió la palabra.
—Los perdonó, pero con una condición —declaró con una pequeña sonrisa juguetona que contagió a sus otros hermanos—. Quiero una revancha, con ustedes dos.
—Sabría que dirías eso, vamos al restaurante de mi esposa, está cerrado el día de hoy por lo que estaremos tranquilos.
Jorel y Lilith llevaron volando a Belcebú hasta su destino para que fuera más rápido, entraron disimuladamente al almacén del restaurante, quien los esperaba era nada más ni nada menos que Equidna de la mentira, estaba enfrente de tres mesas cubiertas con manteles de color blanco.
—Me alegro que finalmente llegaran, ahora la competencia puede iniciar —anunció quitando los manteles de las tres mesas, revelando un verdadero banquete. Al verlo, a Belcebú se le hizo agua la boca—. Las reglas de acuerdo a lo establecido por Jorel serán las mismas que la vez pasada, pero con unas cuantas modificaciones: pueden usar sus poderes para adelantarse a sus adversarios, pero no para sabotearlos; el duelo consistirá en tres rondas: almuerzo, postre y la última consistirá en quien pueda tomar más vodka; esta vez yo, su querida y amada Equidna, será la jueza de este enfrentamiento. No se preocupe Lord Belcebú, seré totalmente imparcial, al que yo note haciendo trampa lo paralizare con mi veneno, el que haya ganado de manera justa lo declararé ganador. Una vez aclarado todo, tomen asiento por favor.
—Jorel, ¿cuándo tuviste tiempo de hacer todo esto? —preguntó Belcebú impresionado por todo lo que habían organizado.
—Digamos que Raguel me ayudó con un poco de magia —respondió Jorel tomando asiento en su respectiva mesa—. Buena suerte mis queridos hermanos.
—Muy bien, ¿todos listos? —preguntó Equidna, empezando la cuenta regresiva—. 3, 2, 1 ¡buen provecho!
El duelo comenzó, de esto consiste la primera ronda: platos de comida rápida super grasienta como pizza, pollo y papas fritas, hamburguesas, barbacoas, entre otras cosas, más de diez mil calorías, en tres mesas. Belcebú empezó con fuerza, tomó primero lo más pequeño y lo devoraba de golpe, el pecado capital de la gula demostró con orgullo su título, pero sus hermanos no se quedaban atrás y con todas sus energías mastican y tragan con gran velocidad para tratar de alcanzar a Belcebú. Jorel tenía una técnica secreta, que consistía en mojar su comida para hacerla más fácil de digerir, técnica que inmediatamente fue copiada por Lilith. Sin duda era una buena estrategia, pero no lo suficiente, porque Jorel se atraganta de tanta comida, se levanta de la mesa y toma una de las bolsas de basura del almacén para vomitar.
—¡Jorel de la desconfianza queda descalificado! —exclamó Equidna cruzando los brazos en forma de equis.
El duelo continuaba entre Lilith y Belcebú. La primera ronda tenía un claro vencedor, Belcebú terminó toda su mesa, unos segundos antes que Lilith.