¿Ane?
Nekane
Me levanto cuando escucho el sonido de la puerta ser cerrada de la habitación de mi madre.
Veo la hora en mi celular: 8:00 de la mañana.
¡Mierda, mierda!. Tengo que levantarme si quiero llegar pronto a la universidad.
Saco mi ropa; unos pantalones negros y una blusa color rojo vino simple apegada al cuerpo.
Me visto rápidamente, guardo unos de mis cuadernos en la mochila y agarro mi chaqueta negra para salir.
Me choco con un cuerpo que conozco a la perfección.
—Lo siento no te vi Ane—Detesto que me siga llamando así, ya no tiene el derecho.
¿Por qué aún tiene los huevos de llamarme así?
—Ajá.—Paso de largo por su lado.
—¿Algún día me perdonarás?— Me pregunta cuando estoy al final de las escaleras. Lo miro por encima de mi hombro. Está con pantalones de dormir color negro, descalzo, su cabello rubio despeinado.—Ojos de cachorro—azul intenso.
—Está lejos eso. Por el momento sólo deja de llamarme Ane.—Mis ojos lo taladran—Ya no tienes el derecho Romel.—Acomodo mi mochila—Aceptar, no es adaptarse.
Salgo con la mandíbula tensa. Es un cínico, sinvergüenza e idiota.
Yo soy más idiota, ¿Por qué reclamo?
Entro a mi auto que por fin mi madre dejó de utilizar y voy a la universidad.
Acostúmbrate Nekane, todo será normal luego, una rutina aguantable.