Voy no voy
Lex
Viernes, día de descanso y con unas ganas de café....¿Adicto?, no lo creo pero es inevitable no tomarlo y más cuando descubrí esa cafetería. ¿Que voy por ella?, quizás no o puede ser que sí.
Aquí estoy, viéndola a unas mesas en frente de ella, claro que no se da cuenta. Iba acercarme antes cuando la vi sola, pero me detuve cuando una señora refinada caminaba a su dirección con cuidado.
Observé los minutos en los que ellas intercambian palabras, luego como la señora le dio una cachetada y no creo que halla sido el único porque varias muchachas regresaron a ver.
Y al último, al quedarse sola presencié como ella hacía puño su mano con sus ojos de fantasía expresando una inquietud asfixiante.
Sin embargo, mi indecisión no se ausenta. Quiero ir pero tengo miedo de su reacción y me ignore porque así son las mujeres; cuando su humor está elevado al 100% sólo escogen la salida o atacan.
Voy no voy.
¿Le invito a tomar una taza de café?
Voy no voy.
Analizo su postura: aún está rígida y con la mirada perdida.
Voy no voy.
Una lagrima sale y resbala lentamente por su mejilla mientras ella se agarra el cabello con una mano con frustración.
Voy.
—¡Ey!,—Ella da un respingo, el chico me pone atención—tráeme una taza de café con dos roscas de vainilla y para la señorita..—La miro.
—Una taza café también.—Arregla su cabello, se limpia la lágrima y me sonríe.
¿Por qué sonríes tan fácil pelinegra?
—Hola chico de trasero caliente y sonrisa sexy.—Es su saludo y me río porque ella es tan..
—Hola chica ojos de fantasía y mmm.—Relamo mis labios, pega una carcajada corta.
—Entonces, ¿Vienes a ofrecer un café a modo de disculpa por lo del viernes pasado?—Alzo una ceja.
—¿Tú me pedirás una por empujarme en la entrada de la universidad y por robarte mi galleta?
—Oh, lo siento por lo primero.—Se acomoda su blusa—Estaba llegando tarde a clases y con el licenciado de idiomas es mejor no hacerlo.—Calidez en sus ojos—Lo segundo,—Ladea la cabeza—bueno yo estaba con unas ansias de esa galleta desde la mañana y tú justamente compraste la última, además no fue un robo porque lo viste y me dejaste ir.
Te dejé ir porque quedé hipnotizado.
—¿Entonces, yo también puedo robarte y no dirás nada?—Ella sonríe y alza una ceja de forma coqueta.
Ahora me doy cuenta de lo que dije.
—Eso sería secuestro chico trasero bueno, pero si eres tú no diría nada—Su dedo da toques leves en su labio inferior—con tal de que me cuides bien durante mi encierro. Aunque eso sería síndrome de estocolmo.
Niega horrorizada.
Una risotada se me escapa.
—Eh,—Me trabo—lo siento no quise decirlo de esa manera,—Pongo mi mano en puño debajo de mi barbilla—aunque debo agregar que también me gustaría tenerte encerrada en mi casa.—Le sigo el juego.
Ella se sonroja.
Mi sonrisa puedo sentir que resplandece porque es ella siendo directa o coqueta, luego ella siendo tímida.
Una contradicción hermosa.
Se aclara la garganta.
—Todo un coqueto, me has superado.
—Lo sé, gracias.—Limpio mi hombro creído—¿Quieres algunas clases tal vez?—Se carcajea y luego de segundos nos quedamos en silencio y no es uno incómodo, pero necesito saber—Oye,¿Estás bien?, sé que sueno como un metiche y te enojes por preguntarlo pero te vi algo desanimada, si no quieres decirlo está bien pero me gustaría hacerte compañía si con eso está bien y...—Me detiene con una sonrisa que ilumina toda su cara.
Joder.
—¿Estás dispuesto a escuchar algo raro e incómodo?.—Es lo que pregunta.
—Lo estoy,la cafetería cierra tarde de todos modos.
Ella se acomoda en el puesto, yo también lo hago.
Ahí vamos.