– ¿Sabes dónde puedo hallar a Patrick? –le pregunté a Claude. Él siempre sabía todo respecto a la gente que merodeaba las catacumbas.
– No sé, creo que ha salido de la ciudad. Si lo dices por las llaves, me dijo que las dejaras acá y que él las recogería cuando volviera.
– Bien –dije pasándole el manojo de llaves.
– ¿Y? ¿No le vas a contar a tu amigo por qué un vampiro necesita un auto?
– ¿Para qué preguntas si en tus ojos puedo ver que ya sabes?
– ¡Já! Dime, ¿dónde la llevaste?
– Quería ir a una playa en particular… Un asunto privado de ella, por lo que no esperes que te cuente detalles.
– Bueno, veo que ha sido una buena tarde porque te brillan los ojos de una manera que ni te cuento…
– Sí. Hay algo del viaje que sí quiero contarte…
– ¡Ya va, soy todo oídos! –dijo acercándose más al mesón y dejando de limpiar la cristalería.
– Estuve con Catherine y Frank.
– ¡No jodas Vin! ¿Qué pasó?
– Ellos están juntos… Aún me parecen irreales las cosas que me dijeron… De acuerdo a sus palabras, el ataque fue planeado por ellos. Estaban hartos de mí, querían estar juntos y temían por sus vidas ante mi posible reacción… Claude, ¿crees que habría sido capaz de hacerles daño ante una confesión así?
Claude quedó estático un momento. Podía sentir algo confuso proviniendo de él, su rostro no ocultaba las dudas que tenía ante mi pregunta como si les hubiese dado la razón al pensar de Cathy y Frank.
– Por tu rostro, veo que la respuesta es un sí.
– Honestamente, hacer daño me parece demasiado. Pero si concuerdo en que a veces eres muy intenso y arrebatado en tus reacciones. Solo recuerda como sucumbiste al desenfreno hace un tiempo atrás sólo porque estabas molesto con Alicia.
Quizás Claude tenía razón. Todos tenían razón. La eternidad me había estancado en un descerebrado de 25 años, impulsivo e incapaz de medir las consecuencias de mis arrebatos, un eterno joven enérgico que más allá de tener la sensación de tener el mundo en mis manos, tenía efectivamente ese maldito don. Con el paso del tiempo algunas cosas se habían tranquilizado, me atrevería a decir que incluso “madurado”, de algún modo… Pero la esencia básica del muchacho irresponsable al que habían convertido en vampiro seguía allí, amenazando con estallar en el momento menos esperado.
Después de beber un sorbo de whisky, me desvanecí hasta llegar a la habitación de Alicia, quien para entonces ya dormía plácidamente, con un aura que irradiaba solo paz y tranquilidad mental. Pese a que en ese momento ella me daba su espalda, me di cuenta que estuve mucho rato embobado mirándola, sin saber que hacer aunque por dentro algo solo me decía que debía abrazarla, acobijarla eternamente en mi pecho, protegerla del mundo solo con mis manos. Finalmente, sucumbí ante mi insistente deseo, siendo bien recibido por su conciencia dormida y después de un buen rato, caí rendido también.
Despertar a su lado fue un extraño y nuevo placer del que fácilmente me podría hacer adicto, pero lamentablemente las circunstancias de su vida me obligaron a dejarla antes de las 10 de la mañana y tristemente, para poder ayudarla de algún modo con sus quehaceres tuve que comprometerme a no visitarla tan seguido ya que se acercaban algunos exámenes finales importantes y mi presencia allí podría distraerla demasiado. Ella tendría más cosas para tolerar esa distancia, pero personalmente me costaba más distanciarme de las cosas, así que aunque no la visitaría de día como para que ella se percatara de mi presencia, me había comprometido secretamente con ir a visitarla en las noches, solo para sentir su aura y contemplar su rostro mientras dormía, solo para asegurarme que todo estuviese bien.
No tenía demasiadas ganas de pasar el tiempo con gente, pero para evitar pensar tanto en Alicia preferí encerrarme en la pastelería. Era algo triste saber que en realidad allí no me necesitaban más que para asuntos administrativos y legales, lo cual me fastidiaba bastante ya que en realidad disfrutaba pasar tiempo en la cocina. De todos modos, por ser el jefe no podían negar mi intromisión en especial cuando eso significaba para un trabajador un día libre que no sería descontado de la paga. Disfrutaba mi tiempo ahí; de a poco sentía que la distancia con Alicia no era tan terrible aunque me confortaba saber que al menos podría verla cada noche en secreto.
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Editado: 24.07.2019