VÍnculos

capitulo 26

La comida siempre ha tenido un poder de desahogo. Ya sea que la aceptes o la rechaces, pero puedes sentir la misma paz al comer un helado que al rechazar un pastel. Eso mismo sentía Helena en ese momento. Lisa y ella habían regresado a su casa en silencio y lo único que había pronunciado era en relación a la comida. La niña lo agradecía. No hubiera sabido que decir. El silencio parecía la mejor opción, pero no hay una imposición de silencio que sea cortes. Salvo el de la comida. Puedes quedarte sentado mirando al vacío sin decir nada durante horas, pero va a ser normal mientras la comida siga sobre los platos y las cucharas la toquen de vez en cuando. Después de la primera media hora de silencio se había percatado que era lo que había servido. Se notaba que lo había hecho sin pensar, porque sobre los platos había un trozo de atún enlatado con galletas saladas. Había galletas dulces y frutas, pero servir comida rica no había sido su objetivo, así que no se molestó en cambiarlo. Incluso era de ayuda porque talvez ninguna de las dos tocaría la comida y al final solo se despedirían. Pero los factores sorpresa siempre están al acecho. El sonido de las llaves en la cerradura sorprendió a las dos niñas, quienes de forma graciosa dieron un brinco simultaneo. Por la puerta de la cocina apareció Denise cargando una bolsa con telas coloridas.

—Oh hola— Denise se sorprendió de ver a otra persona en la casa— ¿quién eres tú?

—Me llamo Lisa— se puso de pie con cautela— soy amiga de Helena.

—Que bien, en verdad me alegra que traiga amigas a casa. Y no lo hace seguido. Bueno es la primera vez.

—Mami...— se sintió avergonzada por tal imprudencia.

—¿Que? es la verdad— dejo la bolsa en el suelo y miro los platos— ¿Hel cariño que es eso?

Helena miro los platos y recordó que había servido algo poco agradable— Ahh ¿una merienda?

—Con razón tus amigas no vienen a casa— tomo los platos y los puso en el refrigerador— creen que si lo hacen las vas a envenenar.

Tomo algunos ingredientes del congelador. Un frasco de helado de vainilla, unos waffles congelados y algunos arándanos. En unos minutos sobre la mesa había un apetecible plato de waffles con helado y jalea natural de arándanos. Era extraño, Denise no solía aprobar la comida con azúcar procesada, excepto en ocasiones especiales o cuando quería disculparse. Helena supuso que traer una amiga a casa ameritaba la primera opción.

—Cuéntame Lisa— se sentó frente a la pequeña con ambas manos extendidas en el mentón- ¿eres del salón de Hel?

—Ahh no— parecía incomoda. Aunque la mayoría de los niños se sienten así cuando un adulto parece querer entablar una conversación amistosa que termina tomando rumbos de interrogatorio— Estamos en el mismo año, pero soy de otro salón.

—¿Enserio? ¿Cómo se conocieron?

Las niñas se miraron al tiempo. Helena le suplico con la mirada. Si había un momento de demostrar que Lisa en verdad era su amiga y que podía confiar en ella, era ese preciso instante. Helena así lo supo y Lisa así lo entendió.

—En.… el recreo— miro con simpatía a la mujer— nos conocimos en el recreo. Jugando a la pelota.

—Es estupendo.

—Si— Lisa miro a Helena y viceversa— estupendo.

 

 

 

 




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