VÍnculos

capitulo 28

Al día siguiente, después de salir de la última clase, se dirigió a la biblioteca. La noche anterior no había podido dormir a causa de la pesadilla que no había dejado de atormentarla ni un momento. Necesitaba información, mucha. Por eso decidió ir a la biblioteca. Algo debería de encontrar, con tantos libros viejos que tenían deberían servir de algo. Además, no existía ni un rastro de Ela y Ezra no le parecía confiable. También estaba el tema de Lisa, sabía que ella tenía algo que ver en todo eso. No era normal que hubiera roto el hechizo tan fácil, mucho menos que hubiera aparecido en su pesadilla. Todo el mismo día. Sin embargo, se puso límites. Primero lo primero. Averiguar sobre Ela, luego ya vería como encajaba su amiga en todo eso.

La biblioteca no era especialmente grande. Había estado en unas mucho más espaciosas, pero no se quejaba. Al menos había buenos libros. Siempre solía llevarse uno nuevo cada viernes, lectura ligera de fin de semana. Dickens o Tolstoi. Aunque la investigación de sus tareas las hacía en internet. Le parecía cuestión de eficiencia, los libros contenían mucha información, pero encontrarla era demasiado demorado. En este caso había hecho una excepción porque no era una simple tarea escolar, se trataba de algo mucho más importante. Tenía una corazonada de que encontraría lo que buscaba. Claro que no estaba segura de que estaba buscando. Algo sobre seres incorpóreos, mágicos y que no fuese de ficción, más bien algo de cultura general. Algún articulo o escrito de preferencia científico que le proporcionara la verdad. Se paseó por los estantes viendo las marcaciones. Romance, tragedia, comedia, ciencia ficción, fantasía, terror. Nada. Ningún título revelador que indicase algo como " las respuestas a todas las preguntas, incluso las extrañas hechas por niñas en apuros". Dio un par de vueltas más en los pasillos alejados y los estantes recónditos. Artículos escolares, ensayos, críticas e incluso la biblia. Se dirigió a la mesa en donde se encontraba la bibliotecaria, que miraba con una atención compulsiva su teléfono. La niña se preguntó que estaría viendo, estaba absorta. Resultaba gracioso que una mujer de su edad (no quería especular, pero le parecía de unos 60 pasados por escotilla) que además se encontraba rodeada de libros de toda clase, se limitara a mirar la diminuta pantalla de su teléfono. Carraspeo buscando su atención. La mujer levanto la vista con cierto desagrado.

—¿Que se te ofrece?

—¿Hay algún artículo que trate sobre magia? — la bibliotecaria ya la conocía, de modo que se sinceró un poco esperando encontrar algo que la ayudara— ¿sobre seres incorpóreos o posesiones de frutas?

La anciana la miro con curiosidad, como si en verdad comprendiera su pregunta, pero dudara sobre si brindarle información o recomendarle un libro infantil sobre princesas y dragones. Finalmente, se levantó y la guio hasta la parte más alejada en donde se encontraba una puerta de latón y marco grueso. Saco unas llaves y la abrió. Parecía dar a un sótano.

—Abajo hay unas cajas con esa clase lectura. No las tenemos arriba porque son libros antiguos que los niños podrían dañar o que simplemente carecen de interés y son almacenados, pero confío en ti— le entrego el juego de llaves- cuando termines pon el seguro.

Regreso a su lugar y siguió mirando su celular. Helena sonrió al ver el rostro de la anciana sorprendido y con la boca medio abierta. Luego vio lo que se extendía tras la puerta. Un largo tramo de escaleras de madera con poca iluminación. Mas allá solo oscuridad. Profunda oscuridad. Como si representara la ignorancia humana.

 




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