VÍnculos

capitulo 21

La maestra Miller tenía un afecto especial por Helena. Era muy improbable que un maestro se mantuviera al margen de cualquier sentimiento. Ellos también eran seres humanos. Aunque trataban de no demostrar preferencias en el fondo sentían un poco de cariño extra por esos estudiantes que manifestaban su amor por el estudio. Por esa misma razón la señorita Miller se saltó el protocolo. En vez de llevar a la niña al despacho de la rectora, se decidió por tener una charla reflexiva con Helena.

—Helena— Llamo. pero la niña siguió con la mirada en el suelo— Helena mírame.

La niña la miro avergonzada. No podía recordar lo que había pasado. Al menos no con claridad. Podía recordar que se había molestado un poco con Missi y que las clases habían sido muy largas y tediosas ese día. Pero luego de eso creía que se había quedado mirando al vacío a contemplar los juegos. Aunque por la forma en la que la miraba parecía que había hecho algo grave.

—¿Podrías decirme que paso? — hablo nuevamente la maestra— enserio necesito una explicación.

—No sé qué decirle maestra. De verdad

— ¡¡¡¿No?!!!—su voz se elevó varias octavas— ¿así que no vas a decirme porque golpeaste a Missi?

El rostro de Helena se desencajo. Era cierto que Missi la molestaba y ella se sentía mal, pero la última vez que la había golpeado, o que había intentado hacerlo, se había sentido fatal. No estaba en sus planes volverlo a hacer. Mucho menos si eso parecía borrarse de su memoria.

— Yo...ahh. Sien...— dijo entre balbuceos inaudibles— no lo recuerdo— las palabras salieron atropelladamente- no recuerdo haberla golpeado.

La señorita Miller la miro con preocupación. De nuevo tenía en el rostro ese aspecto de profunda inocencia e ingenuidad. Si de verdad no lo recordaba ese era un campo que ya no le correspondía a ella. Le correspondía a un Psicólogo.

—Tendré que llamar a tu madre— la niña la miro con los ojos desorbitados— no tengo otra opción.

Helena jadeo desesperada. No podía permitir que su madre se cargara con más preocupaciones. Ya tenía bastantes problemas con el estrés del trabajo y con el reciente hecho del tornado. Si le decían que su hija se estaba metiendo en problemas dejaría de trabajar y se enfermaría por la ansiedad.

—Por favor, por favor— suplico agobiada— no le diga a mi madre.

—Esto es grave— la miro con severidad— ya me estoy saltando el protocolo. No puedo dejar pasar por alto algo como esto.

—Se lo suplico, se lo ruego— no sabía que hacer más que pedirle comprensión- prometo no volver a hacerlo. Prometo pedir perdón a Missi. Prometo ayudar en la limpieza del salón, prome...

—Helena—le corto la maestra— no es un asunto de prometer. Es de reflexionar sobre tus acciones.

—Lo sé— bajo la cabeza y removió nerviosamente su zapato— sé que estuvo mal. No quise hacerlo y si me da otra oportunidad le aseguro que tratare de mejorar.

Aquellas palabras removieron algo en el corazón de la maestra. Helena había pedido disculpas y reflexionado de una manera tan madura que incluso Lina deseo que se hubiera comportado de otra forma. Insolente, orgullosa. Eran cosas normales en los niños enojados. Pero esas eran palabras de alguien que estaba creciendo demasiado rápido. Mentiría si dijera que lo que hizo fue por algo más que por una profunda lastima.

—No trataras— dijo al fin luego de un largo silencio que había preocupado a la niña— Mejoraras sí o sí. Sin importar nada.

 

 

 

 




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