Voces Interiores

Capítulo 3: El sonido de las palabras

Narrado por Elías Ortega

La primera vez que escuché a Sofía, no sabía que se llamaba así.
Solo sabía que esa voz artificial —robótica pero cálida— estaba leyendo un cuento que no era cualquier cuento.

Era como si alguien hubiera metido un susurro en un archivo de audio.
Una confesión disfrazada de historia.

—“El niño de las palabras que se caían” —decía el título.
Lo escuché tres veces seguidas.

No porque no entendiera.
Sino porque me hizo sentir…
Algo.
Y eso ya era mucho.

---

Perdí la vista a los trece.
Una infección. Complicaciones.
De repente, el mundo dejó de tener colores y formas.
Y yo dejé de tener paciencia.

—Vas a tener que adaptarte, Elías —me dijo un doctor.
—¿A qué? ¿A que me lean el mundo como si fuera un menú de opciones? No gracias.

Durante un tiempo, odié las voces sintéticas.
Las voces de los lectores de pantalla.
Todas iguales.
Todas… ajenas.

Pero con el tiempo, empecé a encontrar belleza en lo que sí podía oír.
Las pausas. Los ritmos. Las palabras elegidas con precisión.

Por eso ese cuento me tocó.
No por la voz que lo leía.
Sino por la que lo había escrito.

---

Encontré el foro donde Sofía publicaba.
Le dejé un mensaje.
Corto. Directo. Sin florituras.

> “Tu cuento no es bueno. Es necesario.
¿Tienes más?”

Respondió con un gracias tímido. Y un enlace.
Después con otro.
Y otro.

No me invitó al grupo de inmediato.
Fue Lucía quien lo hizo.
Una tormenta de entusiasmo en forma de mensaje de audio:

—¡Hola Elías! Soy Lucía, la amiga intensa de Sofía. Vi tus comentarios y pensé: este tipo tiene alma de guionista. ¿Te unirías a nuestro grupo de creativos neurodivergentes?

Mi primer pensamiento fue:
No gracias. Paso.

Pero entonces recordé la voz del cuento.
Recordé esa sensación de no estar solo.
Y pensé: Tal vez puedo escuchar un rato.

---

La primera reunión fue por voz.
Obviamente.

Lucía hablaba como si se le fueran a escapar las ideas si no las decía rápido.
Sofía era más pausada.
Había una chica que no hablaba, solo enviaba dibujos al chat. Maya.

Y un chico que leyó un poema en voz baja.
No pude ver su cara, pero lo sentí temblar.

Y ahí, sin darme cuenta, estaba yo.
En un grupo.
Con desconocidos.
Compartiendo notas de audio.
Hablando de guiones, cuentos, cómics, ansiedad, caos, creatividad.

Nadie me trató con lástima.
Nadie me habló más fuerte.
Nadie me explicó lo obvio como si fuera idiota.

Solo… me escucharon.

---

Hoy escribí un guión corto inspirado en Sofía.
Lo titulé: “La niña que escribía sin ver las letras”.

Porque, al final, todos vemos distinto.
Yo con los oídos.
Sofía con la intuición.
Lucía con la explosión.
Tomás con la emoción.
Maya con el trazo.
Y Alma… todavía no la conozco, pero dicen que escribe con el alma.

Y yo, Elías Ortega, ciego desde los trece, estoy empezando a ver de nuevo.
A mi manera.



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En el texto hay: conexion, aceptacion, autenticidad

Editado: 20.05.2025

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