Arthur
“Donde te pongan dos veces, ahí es”–SNBrito
Un pedido y un gesto me sacaron de mis cavilaciones al ver a una joven castaña frente a mí. Le pregunté qué deseaba y respondió con una trágica historia de amor; Romeo y Julieta. Shakespeare se caracterizaba por sus obras llenas de tragedias, amores prohibidos, desdichas y riñas entre familias... Al parecer a ella le encantaba ese tipo de lecturas. Decidí invitarla a un café, se lo debía por el simple hecho de que no compensé su caída en el supermercado. Recuerdo haberme golpeado mentalmente al haber dejado solo a mi sobrino por ese instante, pero no me arrepiento, la conocí a ella aunque nunca supe su nombre.
Estábamos en el lugar, donde en vez de café, pedimos unas malteadas. Rememoro sus palabras de no darle informaciones personales a un desconocido y eso me hizo reír porque tenía razón. Estaba dispuesto a decirle mi nombre cuando mi teléfono me interrumpió. Salí afuera y contesté la llamada.
—Hijo, tienes que venir rápido, tu hermana no está bien —fueron las tristes palabras que mi madre emitió —. No quiero que se vaya sin que te vea, yo... —Sollozó desde la otra línea.
Colgué sin decir nada, entré al sitio atestado de gente, pedí un papel, bolígrafo y escribí una nota. Olvidé pagar la cuenta y me fui, dejándole escrita una frase junto con la firma de mi nombre.
Llegué al hospital y pedí que me dejaran verla. Mi madre estaba con ella, sosteniendo su mano, mientras mi pequeña hermana daba sus últimos respiros. En el pecho de mi hermana estaba una flor amarilla, no distinguía el tipo de ésta pero le daba vida a la piel pálida de la pequeña frente a mis ojos.
Aquella noche escuché su último suspiro y la máquina dejó de marcar los ritmos de su corazón.
Entre llantos y melancolía sostuve mi celular con el incesante temblor de mis manos y escribí:
"Estrella que se apaga en la galaxia sin fin
Ojalá pudiera volver a tenerte aquí..."
Lo publiqué y apagué la pantalla del celular.
Dos días después fue el funeral y no soporté una hora más estar en el cementerio, no lo superaba... Y no sé si algún día lo haría.
★
Jon, uno de los chicos que estudia en la preparatoria me invitó a verlo jugar esta noche. Observo el partido hasta que reparo en dos chicas de mi lado derecho, una castaña y otra de cabello rubio. Algo se me hace familiar en la castaña pero vuelvo mi vista a lo que pasa en las gradas.
Al terminar el juego, las dos chicas que vi hace un rato se acercan hacia dos muchachos que pertenecen al equipo que ganó esta noche. La castaña le dice algo al que la sostiene por los hombros y éste se carcajea mientras ella sostiene su casco. La rubia es sostenida por la cintura por un moreno alto con el cual parece muy feliz. Ambos cruzan algunas palabras y luego todos entran a vestirse, menos la de cabello oscuro.
Pienso en ir a hablarle, a pesar de que ni siquiera me nota, pero termino resignándome cuando en menos de lo que espero, ella abre la puerta de los vestidores, decidiendo entrar.
Las luces comienzan a apagarse, así que camino al auto de mi amigo, esperándolo.
Media hora después él entra con un gesto un tanto incómodo, encendiendo el motor.
—¿Pasa algo? —Pregunto.
—No... Nada.
Mentiroso.
—Jon —pronuncio. Él suspira.
—La hermana del capitán del equipo se desmayó. Solo estaba ahí, cayó de rodillas y comenzó a convulsionar antes de desmayarse —explica, pareciendo ansioso por la situación.
—Qué extraño —susurro, más para mí que para él —. ¿La llevaron al hospital?
—Sí. Daniel ni siquiera tuvo tiempo a cambiarse bien; la montó en uno de los autos de los chicos y se la llevó —contesta. Asiento, sin volver a emitir palabra. No pienso en preguntarle si irá al hospital para saber sobre ella, porque veo el trayecto que toma. Nos dirigimos a mi casa.
Me despido de él, entrando rápido en la casa. El lugar en donde vivo se puede decir que es una mansión, pero no es una en realidad. Mi madre junto a su esposo, el cual no es mi padre, se encargó de diseñar los planos para construirla. Recibió esto por herencia de su madre después de morir, así que, como no quería vivir pagando renta, decidió remodelar la casa que estaba en este lugar.
Ella trabajaba como arquitecta en una de las empresas más conocidas de Los Ángeles pero, debido a su mayoría de edad, fue jubilada. Subo las escaleras y me introduzco en mi habitación, cerrando la puerta a la vez que enciendo la luz. En cuanto estoy en la cama, tomo la portátil, abriendo mi página web.
Selecciono el muro, comenzando a escribir.
"Una vez más te he visto
La misma chica de mi ayer...
Delicada y hermosa,
Sonriente y tímida,
Así como aquella vez..."
PD: parece que no has leído mi nota.
Con eso, cierro la pestaña, levantando mi bulto para sacar los cuadernos con mi clase pendiente de la Universidad.
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Editado: 12.01.2021