Volviendo a amar

Prólogo

Cassie

Lo malo de estar en una fiesta de adultos es que te tratan como a una niña de catorce años, cuando soy una casi mujer de catorce años.

Por favor, yo menstruo, ya soy mujer.

En fin, con los padres no se puede discutir y mis hermanos, si bien son geniales, ambos están con sus cosas.

Sophie, mi hermana mayor, regresó de París triste, embarazada y desanimada porque el hombre con quien salía la engañó o algo así, no me dieron muchos detalles, y no ha querido salir del departamento de mi hermano por el momento. Y Tyler, mi hermano, se encuentra en Japón en este momento visitando a su padre biológico. Una larga historia.

No debí aceptar venir con ellos, tendría que haberme quedado en casa, en pijama viendo películas o haciendo nada, en lugar de eso aquí estoy, sola y aburrida en el balcón en casa de Cooper y Summer, los amigos de mis padres.

Regreso al interior, me olvido de regresar a la sala y subo las escaleras para explorar las habitaciones. El sonido de la música llama mi atención y me encamino hasta el lugar de donde proviene. No tendría que husmear en casas ajenas, pero estoy de invitada y he estado muchas veces aquí.

La puerta está media abierta y lo tomo como una invitación. Antes de abrir la puerta sé que es de la habitación de Dexter, el hijo de Cooper y Summer, lo que no sabía es que lo encontraría sin camisa haciendo flexiones en el piso. Vaya, buena espalda y buen trasero.

No me digan nada, tengo catorce años y estamos en siglo XXI. Ya estoy en edad en que me gusten los chicos, incluso Dexter que es mayor que yo por cuatro años.

Lo observo mientras baja y sube, las gotas de sudor acarician su espalda y los músculos se contraen.

Él cae al piso y gira la cabeza en mi dirección. Yo recargo el hombro en el marco de la puerta y me cruzo de brazos sin sentirme mal por estar mirándolo mientras se ejercitaba.

—¿Qué haces ahí? —pregunta él, incorporándose y secándose el sudor con una toalla.

—Mirando el panorama—enarca una ceja—. Me refiero a la casa.

—Deberías estar abajo.

—¿Con adultos jugando al poker? Sería más divertido si se embriagaran, hicieran confesiones graciosas o jugaran al strip poker—respondo observando la habitación con confianza—. Me gusta tu habitación. No hay muchos muebles, todo ordenado y tienes buen gusto en música.

—¿Escuchas música de los ochenta?

—Sesenta, setenta y ochenta. En mi opinión, las canciones de esa época expresaban más sentimientos. Hoy en día todo está muy sexualizado. No es mi onda para nada. Mis amigas dicen que soy una aburrida.

Giro hacia Dexter, sus ojos azules me están observando con detenimiento.

—Tenemos eso en común. Yo tengo dieciocho años.

—Ah, disculpe, señor vegete, ¿lo ofendí?

Dexter ríe negando con la cabeza.

—Tienes que irte porque voy a ducharme.

Me encojo de hombros y me siento en la cama.

—Bien, ve tranquilo, yo me quedo escuchando música. No te preocupes, no revisaré tus cajones.

—Eres Cassie. ¿Verdad?

—Nuestros padres llevan un siglo siendo amigos y te aprendiste mi nombre. Está bien, no me importa.

—No tenemos mucha diferencia de edad, pero la diferencia está. Yo voy a comenzar la Universidad y tú apenas estás en la secundaria.

—Estoy acostumbrada a que la gente me subestime. No te preocupes.

—No estoy subestimándote, nada más marcando una realidad.

Cruzo las piernas y dibujo una sonrisa.

—Una realidad muy superficial basada en la edad, no en la personalidad. En todo caso, los hombres son dos años más inmaduros que las mujeres o las mujeres dos años más maduras, como prefieras verlo. Siguiendo esa teoría, yo tendría dieciséis o puedo conservar mi edad y tú tener dieciséis.

—¿Estás segura de eso?

—Como que me llamo Cassie Brown y que tu padre es pésimo jugador de póker.

Dexter ríe.

—Me gusta mucho que seas directa y muestres seguridad para hablar. La mayoría de mis compañeras y amigas son muy inseguras.

—Un gran porcentaje de la población mundial lo es, incluso los hombres, solo que tu género lo disimula mejor por ser más básicos.

—De acuerdo, tenemos que ser amigos.

—¿El viejo quiere ser amiga de la niña?

Él vuelve a reír.

—La niña tiene buen gusto musical y ha demostrado ser muy inteligente, así que la respuesta es sí.

Extiende la mano.

—Has decidido que quieres que sea tu amiga, nada más que yo no decidí si quiero que seas mi amigo. Tú estarás en la Universidad, conocerás personas nuevas, irás a fiestas donde puedes beber legalmente y yo seré la hija de los amigos de tus padres. No estoy segura de que ese título me vaya bien. Si soy amiga de alguien, no es de palabra. ¿Comprendes?



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En el texto hay: comedia, bebe, romance

Editado: 15.10.2022

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