Escuchó un sonido e instintivamente llevó su vista ahí, no es que fuera un persona cotilla, pero si vives en New York aprendes a estar a alerta cuando andas por la calle, y más si ya ha anochecido. Se quedó mirando por unos segundos la escena, había una pareja riendo en bajito, nada del otro, pero le resultó extraño que estaban como escondiéndose. Agudizó más la vista y se quedó petrificada con lo que vio, esa era Rebecca, no le cabía la menor duda, era ella, y no se podía creer lo que estaba haciendo. Miró la escena para asegurarse de lo que veía, estaba acompañada de Tobias, el hijo del alcalde.
_ No será lo que piensas, Tobias y ella eran amigos, acuérdate, eran muy amigos, siempre que te pegaba él es porque Rebecca se lo había mandado -se dijo a si misma-. Solo estarán hablando, será eso, además, él está casado, aunque se están riendo demasiado y de una forma muy íntima, yo no me acerco tanto a mis amigos...
Por si acaso se quedó quieta unos segundos más, no pensaba irse hasta que no descubriera si sus primeras sospechas eran verdaderas o no. Se tapó un poco en un poste del tendido eléctrico y miró la escena en silencio, Rebecca y Tobias miraban a todos lados como escondiéndose de algo, pero agradecidamente no vieron a Kate. La diseñadora se tensó al ver como Rebecca agarraba al chico del cuello de la camisa y lo acercaba a ella, se sujetó al poste pensando en que se iban besar pero al chica acercó sus labios al oido de él y le dijo algo que pareció gustarle al chico, más que nada por la cara que puso, mientras Rebecca tenía una asquerosa sonrisa de... bueno, para qué iba a mentir, una asquerosa sonrisa de zorra, al igual que él que incluso a esa distancia y con la poca luz que había Kate podía notar la excitación en su cara. Acto seguido Rebecca le cogió de la mano y abrió la puerta de su apartamento, Kate se quedó quieta hasta que vio como subían por las escaleras corriendo y la puerta se cerraba ocultando las risas de los dos.
La diseñadora volvió a emprender su camino, pero su cabeza no estaba nada clara, no se podía quitar de la cabeza lo que había visto, estaba muy claro lo que ahí había pasado, pero, ¿qué podía hacer? No podía callárselo, no podía dejar que esa asquerosa engañara a Luke.
_ Se lo tengo que decir, Lucky se va a casar con esa zorra, no puedo dejar que se case con ella -dijo en voz alta aunque estaba sola, había llegado un momento en la que pasaba tantas horas sola que si no hablaba consigo misma en voz alta no tenía con nadie con quien hacerlo, así que decía sus pensamientos en voz alta cuando necesitaba organizarse o aclarar algo y tenía demasiadas ideas a la vez en su cabeza-.
Pero tampoco le podía decir nada si no lo tenía seguro, a ver, estaba prácticamente segura de lo que ahí pasaba, pero no podía decirle a Luke que su prometida le era infiel solo porque la había visto entrar en su casa y susurrarle al oído algo a Tobias, necesitaba más pruebas.
_ Será sinvergüenza, solo lleva un año casado y ya engaña a su mujer. Y ella, lo de ella tampoco tiene nombre, acostarse con el marido de su mejor amiga, hace falta ser guarra -volvió a decir en voz alta-. Pero ¿qué esperaba de esos dos? Después de lo que me hicieron esas personas demostraron no tener ningún tipo de escrúpulos ni sentimientos de ningún tipo, ni un dementor se acercaría a ellos, hasta a ellos les daría asco esa escoria. Aunque bueno, tampoco sé si iban a hacer eso, pero... es que es lo que parecía.
Continuó andando nerviosa, cada vez le daba más y más vueltas a lo que había visto. Un chico que paseaba su perro se le acercó pero ella estaba tan ensimismada en sus pensamientos que ni lo notó hasta que ya estaba a su lado.
_ Hola Kate, hacía mucho que no te veía.
Kate pegó un bote asustada, no esperaba que nadie le hablara, todo el mundo la miraba cuando andaba, pero simplemente cuchicheaban a sus espaldas o la observaban con mala cara, nunca se le acercaba.
_ Hola, lo siento, estaba ensimismada en mis pensamientos.
_ Nos conocimos en la boda de Amanda, ¿te acuerdas? Nos presentó Luke.
_ Sí, por supuesto que lo recuerdo, el Doctor Brown, ¿no?
Es difícil olvidar a un hombre así, pensó para sus adentros, tan alto, guapo, fuerte, con esa sonrisa perfecta y esos ojos azules...
_ Te dije que me llamaras por mi nombre -dijo riéndose-.
_ Ryan, entonces.
_ Así es.
Continuaron andando mientras hablaban de todo un poco, el chico era amable y se notaba que era inteligente, se podía mantener una conversación agradable con él, algo bastante extraño en ese pueblo cuyos únicos temas de conversación eran las vacas, ir a misa, o los resultado del último rodeo. Le miró de arriba a abajo, ya no llevaba traje como el día que le conoció, ahora simplemente llevaba unos pantalones vaqueros, una camiseta, una chaqueta tipo biker negra y una gorra. Kate se agachó para acariciar a su perro, era precioso.
_ Cuidado o se te subiría encima, todavía es joven y es muy juguetón.
_ ¿Cómo se llama?
_ Dodger, ¿ves? Ya se te ha subido encima.
Kate se rió mientras acariciaba al perro y jugaba con él, Ryan insistió en acompañarla hacia su casa, al fin y al cabo no iba a encontrar mejor momento que ese para hacerlo, tenía la excusa de que estaba paseando al perro. Continuaron paseando hasta que llegaron a un parque y soltó al perro, tenían que atravesarlo para llegar hasta la casa de los padres de Kate, Ryan sacó una pelota de su bolsillo y se la lanzó lejos al perro, que corrió feliz detrás de ella.
_ ¿Desde cuando lo tienes?
_ Un año, lo rescaté de la perrera.
_ Es muy bonito.
_ Sí, la verdad es que estoy encantado con él, nada más conocernos fue amor a primera vista. A veces es complicado por el tema de las guardias del hospital, pero necesitaba a alguien que me hiciera compañía.
_ ¿No tienes pareja? -le preguntó como si nada, aunque luego se arrepintió, no quería que el médico pensara que lo preguntaba con segundas intenciones-.