Se quedó quieta en la puerta sin llegar a salir, estaba empezando a llover, odiaba la lluvia. Comenzó a andar de un lado a otro por el salón, tenía que ir a la tienda, no le quedaba otra, tenía que salir de casa, pero odiaba la lluvia, eso le hacía que volvieran todavía más sus fantasmas. Cogió aire varias veces y salió corriendo con su paraguas gigante hacia el coche, con suerte solo le rozaron la piel un par de gotas, era algo soportable. Condujo hasta la tienda, siempre iba andando ya que estaba bastante cerca de su casa, pero con lluvia ni se le ocurría pasear por las calles, era algo impensable para ella.
Estacionó en la puerta y salió corriendo con el paraguas hasta conseguir entrar en la tienda, peleando con las llaves un par de minutos, lo cual le parecieron horas. Nada más entrar empezó a secarse con la toalla de manos que tenía en el cuarto de baño de forma frenética, se frotaba la piel y el pelo con fuerza intentando eliminar cualquier resto de agua, hasta que por fin cesó ya que vio que sus brazos adquirían un tono rojizo que no tenía que ser para nada bueno para la piel. Se sentó en el mostrador y se puso a diseñar un poco, la tienda estaba arreglada y las cuentas sacadas, no tenía nada más que hacer que esperar a que llegara un cliente para atenderle. Se puso a mirar sus diseños mientras resoplaba de vez en cuando, se aburría estando ahí sola.
_ Hay que admitir que en momentos como este echo de menos a Nick, por lo menos no estaba sola y me hacía compañía -pensaba para sus adentros-. Pero es que llevo una semana sola y ya se me caen las paredes encima, estoy asqueada de no poder hablar con nadie.
Al cabo de poco más de una hora escuchó el sonido de la campanita de la puerta, levantó la vista y vio a Ryan. Por un segundo le costó identificarle con un look tan moderno, ahora llevaba una camiseta de manga corta bajo una chaqueta de piel color camel y unos vaqueros desgastados y rotos, la verdad es que estaba realmente guapo. Vio como se acercaba hacia ella con paso seguro y una sonrisa que mostraba sus dientes blancos perfectamente alineados mientras se alborotaba el pelo, que tenía unas pocas gotas de lluvia. Vale, no era simplemente guapo, era endiabladamente guapo.
_ Hola Kate.
_ Hola Ryan, ¿te puedo ayudar en algo? -le dijo de la forma más amable posible-.
_ Pues sí, en tres cosas para ser más exactos.
_ Vaya, pues tú me dirás.
_ La primera, ¿te gusta el café solo o con leche?
_ Con leche -le respondió riendo sin entender muy bien a qué venía esa pregunta-.
Kate sonrío al ver que de la bolsa de papel marrón que llevaba en la mano sacaba dos grandes vasos de café para llevar de la cafetería que había en la esquina, el médico cogió ambos vasos y le entregó a ella uno para dejar el otro delante de él.
_ Vale, lo primero que quería era que me acompañaras en el desayuno, así que eso ya está hecho -dijo mientras ponía algo de bollería entre los dos-. Lo segundo, necesito un regalo, es para mi hermana Lizzy, la semana que viene es su cumpleaños y no tengo la mínima idea de qué le puedo regalar, voy muy perdido.
_ Bueno, vale, dime cómo es para ver si se me puede ocurrir algo.
_ Es más bien alta, delgada, con el pelo castaño, ojos azules, tiene dieciocho años, es divertida, dulce, cariñosa, preciosa, risueña, estudia magisterio y es tremendamente guapa.
_ Vaya, creo que hemos encontrado tu punto débil -le dijo riéndose con cariño, le gustó mucho la forma en la que describía a su hermana-.
_ Es mi niña, no lo puedo evitar -dijo encogiéndose de hombros-.
_ ¿Qué gustos tiene?
_ Lo típico de su edad, no sé, es muy buena chica, le gustan mucho los niños, leer, escuchar música, tocar el piano, cuchichear con sus amigas de actores famosos... lo típico.
_ ¿Ropa?
_ Le encanta, suele ir sencilla pero moderna, ya sabes, pantalones vaqueros, tops de tirantes, vestidos... Le gustan mucho los estampados de flores, no lleva nada así estrafalario.
_ Se me han ocurrido un par de cosas, a ver qué piensas, ¿presupuesto?
_ El que sea, como tú bien has dicho, es mi punto débil.
_ Esto creo que le puede gustar -dijo enseñándole una fina pulsera-, se queda muy bien de precio. Es de plata, tiene dos pequeñas aguamarinas y un corazón, y lo mejor de todo, es de Tiffany, tengo la tarjeta y la caja identificativas, llegó hace bastante poco.
Le enseñó bien la pulsera, tenían un acuerdo con la firma y cuando acaba alguna colección temporal les enviaban algunas de las piezas que no se habían vendido, las cuales en el pueblo solían venderse en seguida, era alta joyería y a las mujeres del pueblo les encantaba hacer alarde de riqueza.
_ Vaya, le va a encantar, sabía que tú me podrías ayudar pero no pensaba que sería tan sencillo, es el regalo perfecto para ella.
Ryan pagó la pulsera contento y Kate la metió en su caja y la envolvió con papel de regalo y un bonito lazo que adornaba el paquete. El médico se quedó más que contento, adoraba a su hermana, era la única que tenía y siempre habían estado muy unidos. Como ganaba un buen sueldo y estaba soltero no le importaba gastarse dinero en ella, al fin y al cabo si no lo hacía en ella en quién se lo iba a gastar. Estuvieron un rato hablando en la tienda sentados en unos taburetes mientras se bebían el café, conociéndose un poco el uno al otro. La verdad es que Kate le gustaba mucho, no solo era muy guapa, sino que tenía algo muy especial, era elegante, divertida, inteligente y dulce, se notaba que conocía mundo y tenía una vida interesante, veía en ella todas las cualidades que le gustaban en una chica. Desde que se mudó al pueblo no había conocido a nadie que le atrajera, tenía bastantes chicas que iban detrás de él, al fin y al cabo era joven, guapo, simpático y tenía un buen trabajo, pero ninguna de las chicas del pueblo le había llamado la atención todavía, hasta que llegó ella.