Llega un día en que lo sabes, o quizá… quizá siempre lo supiste, es ella, es él. Esa persona que te va a acompañar, esa persona a la que vas a sostenerle la mano sin intención de que exista un final. Aunque lo desconoces, el futuro de momento no se puede leer, pero si se elige, tú eliges quedarte ahí, en ese para siempre que formáis juntos.
Había quedado con Mark en nuestro bar favorito.
- ¿Ya has comprado el anillo? – íbamos por la mitad de la segunda cerveza. Era sábado, la hora del vermut y no existía excusa mundana, habida o por haber, para no beber.
- Fui ayer con su madre, creo que hemos encontrado el adecuado. Aunque después de tres horas mirando anillos… - Mark había encontrado a su compañera de vida gracias a mí. Cuando conocí a Nora me pareció una chica muy distinta a las demás, de aquellas que tienen algo que te atrapa, que no te deja para nada indiferente. Nos convertimos en muy buenos amigos, ambos sabíamos apreciar la literatura de una forma contraria, pero la disfrutábamos, la vivíamos de la mano y esa fue una de las razones por las que nos convertimos tan imprescindibles en la vida del otro.
- Bueno tío, lo importante es que tienes el anillo – le digo quitándole hierro al asunto. Aún recuerdo el día en que le presenté a Nora, no parecía él, toda su seguridad desapareció en segundos. Se puso blanco, balbuceaba sin parar y su cuerpo no era capaz de moverse ni siquiera para darle dos besos. Fue humillante. Como amigo sentí la humillación, no me quiero imaginar haber estado en su piel ese día.
- En realidad no lo tengo todavía. Lo han pedido, no llegará hasta de aquí a cinco días. Luisa descubrió una pequeña imperfección en el diamante y puso el grito en el cielo. Pobre dependienta… - la madre de Nora es de todo menos paciente. Su marido es de aquellas personas que merecen la escultura más grande que pueda existir y aún así, nunca será suficiente.
- ¿Llegó a las manos? – le pregunto acabando mi segunda caña.
- No, pero porque la sostuve a tiempo. Jamás seré capaz de entender donde cabe tanta mala leche en ese metro cuarenta y ocho – dice riéndose. Su respuesta no me sorprende en lo más mínimo.
- Piensa en ella como en un gladiador atrapado en su pequeño cuerpo y todo te será más sencillo – al menos en mi caso lo es.
- Pobre gladiador entonces… - los dos nos empezamos a reír y pedimos otra, el tema de la boda era demasiado denso para nosotros.
- ¿Ya sabes cómo lo vas a hacer? – le pregunto mientras me como un par de olivas negras.
- No tengo ni idea. Ya sabes que el romanticismo y yo…No somos muy amigos – es algo que siempre jugó en su contra, hasta que conoció a Nora.
- Pero sabes perfectamente que ese no es un problema. Nora te quiere igual – dos palmaditas en la espalda y su ingenio parece activarse.
- Gael…
Sus ojos me miran escrutando cada movimiento y parece que los míos tienen el poder de leerle la mente.
- No, no pienso ser yo el que se encargue de eso. Tienes cabeza, está justo encima de tus hombros. Úsala por una vez en tu vida, tío. Es algo muy personal en lo que no pienso entrar. Eres tú el que se lo tiene que pedir, no yo – estaba usando la misma técnica que utilizaba con ella, estaba haciendo un puchero con sus labios. Mis ganas de estrangularlo acababan de aparecer. Agresivo, ¿yo? Para nada.
- Por favor… Eres su mejor amigo, conoces sus gustos mejor que nadie, quiero sorprenderla, que por una vez ella no pueda controlar la situación. Sorprenderla de verdad, ¿sabes? – ya no eran solo sus labios y sus ojos de corderito degollado, ahora también sus manos estaban juntas, como si de un rezo se tratara.
- Eso es complicado, Mark, es Nora. ¿Recuerdas? – nada se escapaba a sus ojos y mucho menos a su intuición. No eran pocas las veces que habíamos bromeado, en la facultad, sobre su sentido arácnido. Todo lo que te pudiera pasar, ella, lo captaba con una facilidad odiosa en muchas ocasiones.
- Lo sé, pero tú eres Gael, nuestro mejor amigo. ¿Recuerdas? – a veces me preguntaba de forma seria y determinada el porqué tenía a este chico el primero en mi lista de contactos.
- Te odio.
- Lo sé – me dice con una sonrisa triunfadora en sus labios.
Mark cree que por una vez ha ganado, lo que desconoce es que Nora es Nora y va por delante suyo des del día en que él se quedó blanco frente a ella.
JenGVargas
Esas personas que tienen un sentido mucho más desarrollado que cualquiera y saben que algo no va bien solo por como miras ese día, porque hablas de más o de menos, porque sonríes a medias, porque no aceptas el cariño que te ofrece el mundo o porque por el contrario necesitas más de él a cada momento.