Will estaba sentado en el salón de informática, mirando a través de la ventana. Afuera, el sol se desvanecía lentamente, proyectando largas sombras en el suelo. A pesar de que la campana de salida había sonado hacía ya un rato, él decidió quedarse un poco más. Necesitaba tiempo a solas, lejos del bullicio del pasillo y de los pensamientos que lo asediaban.
En ese momento, Sarah pasó por el pasillo. Su atención se desvió hacia la figura de Will, solitaria y ensimismada, visible a través de la pequeña ventana en la puerta. Sintió una punzada de preocupación y, sin pensarlo mucho, abrió la puerta y entró al salón.
Sara: —¿Qué haces aquí tan tarde? —preguntó con suavidad, sentándose en la silla a su lado.
Will giró ligeramente la cabeza, ofreciendo una sonrisa cansada.
Will: — Nada... ¿y tú? —la miró, notando algo en su expresión —Tienes cara larga.
Sarah suspiró y, por un momento, se quedó mirando al suelo.
Sarah: —Problemas de adolescentes, ya sabes.
Will la observó con interés, inclinándose un poco hacia adelante.
Will: —¿Te gusta alguien? —preguntó, intentando disimular una sonrisa.
Ella levantó la vista, sorprendida, pero luego sonrió tímidamente.
Sarah: —¿Se nota tanto?
Ambos se rieron, rompiendo la tensión en el aire.
Will: —Es Mike, ¿verdad?
Sarah asintió, entrelazando sus dedos nerviosamente.
Sarah: —Sí... —murmuró—. Es complicado, ¿sabes? Es como si... como si él estuviera atrapado en algo que no puedo comprender. Quiero ayudarlo, pero siento que nunca me dejará acercarme lo suficiente.
Will la miró sorprendido. Mike, uno de sus amigos más cercanos, siempre había sido un misterio en muchos aspectos, pero nunca imaginó que Sarah tuviera sentimientos por él. Reflexionó un momento antes de responder.
Will: —No sé mucho sobre lo que pasa en su cabeza —admitió—, pero si de verdad te importa, creo que deberías intentarlo. Aunque... no puedo prometerte que será fácil.
Sarah le sonrió con gratitud.
Sarah: —Ya hiciste mucho escuchándome, Will. Gracias.
De repente, la puerta del salón se abrió de golpe. Akane, con el ceño fruncido, entró al salón. Will y Sarah se giraron, sorprendidos por su presencia.
Akane: —Eres amigo de Mike ¿Dónde está? —preguntó, sin ocultar la hostilidad en su tono.
Will frunció el ceño, confundido.
Will: —¿Quién eres para Mike?
Akane lo miró con frialdad.
Akane: —No es asunto tuyo.
Sarah, sintiendo la tensión en el aire, intervino.
Sarah: —No tienes por qué responder así.
Akane la miró con desprecio y murmuró entre dientes.
Akane: —Qué imbéciles...
Sin decir más, se dio la vuelta y salió del salón, dejando a Will y Sarah en un incómodo silencio.
Sarah: —Esa chica... —Will la interrumpió.
Will: —Me gustaría saber qué pasó entre ellos dos —dijo, más para sí mismo que para ella.
Sarah suspiró.
Sarah: —Yo solo espero que no se gusten —bromeó, tratando de aliviar el ambiente.
Ambos rieron, pero fueron abruptamente interrumpidos por el sonido de un disparo que resonó en el pasillo, un estruendo que hizo que sus corazones se detuvieran por un instante.
Will: —¡Akane! —gritó, saltando de su asiento y corriendo hacia la puerta.
Salió al pasillo, con Sarah pisándole los talones. Lo que encontraron al llegar a la escena fue algo que nunca podrían olvidar.
Mike estaba allí, de pie, temblando, con un arma en la mano. Sus ojos estaban fijos en el cuerpo de Akane, que yacía en el suelo, inmóvil, con la sangre saliendo de su cuerpo.
Mike:—Esto... —murmurandocon una voz quebrada—. Esto es por mi hermano.
Will se quedó paralizado, incapaz de procesar lo que veía. Sarah, sin embargo, comprendió de inmediato lo que había ocurrido. Gritó con desesperación.
Sarah: —¡Mike, corre!
Pero él no se movió. Estaba atrapado en su propio horror, incapaz de reaccionar.
Los minutos siguientes se convirtieron en un caos. La ambulancia llegó, seguida de la policía. Akane fue trasladada rápidamente al hospital, mientras Mike, Will y Sarah eran detenidos. La escena, cargada de tensión y tragedia, marcó el final de aquel fatídico día.
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Editado: 25.08.2024