✒ CAPÍTULO 4 AMNESIA
ANDREW.
¿Que si dormí? ¡Por supuesto que no!
¿Que si pensé en el montón de bajezas que le dije e hice a Venus? ¡Toda la jodida noche!
¿Que si estoy arrepentido? ¡Hasta la puta médula!
¿Que si quiero cortarme las bolas? ¡Una y otra vez si pudiera!
¿De qué me sirvió ayer haber besado tantas veces a Venus si al final iba a tratarla de ese modo tan... bestial?
En un segundo todo se desvaneció. Cuando escuché su secreto me sentí impotente y luego un bastardo por haberme quedado a escuchar algo que Venus iba a contarme después.
Ella al final me echo de su vida tal y como no quería que sucediera. Aunque no quiera Maximiliano es parte de su pasado. Pasado con el que puedo lidiar. Al menos eso creo.
Los chicos me recomendaron darle su espacio después de la manera tan brusca en que la traté. Todo lo que mi mente hacía era pensar una y otra vez en la expresión de Venus, cuando la zarandee. Mis celos, rabia e impotencia no me dejaron continuar pensando con claridad. Yo destruí lo poco que había logrado juntos.
En dos segundos destroce la confianza que Venus tenía puesta en mí.
Lo que más me quema ahora es temer que también la destruí a ella.
Simplemente no puedo pasar por alto, la manera en que Venus llegó a clases esta mañana. Parecía triste, desolada y decepcionada. ¡Y no era para menos!
Llegó sostenida del brazo de Donovan. Ni siquiera se inmutó en hablarme. Su mirada, chocó con la mía, pero solo se quedó en eso. Un choque de miradas que Christofer describió como Mamihlapinata.
Según su extenso vocabulario de palabras raras pero bonitas, es algo como; la mirada sin palabras entre dos personas que desean algo, pero ambas se resisten a iniciar. Y justamente después de ello Venus salió corriendo y ni siquiera Donovan pudo alcanzarla. Salió huyendo de mí y eso quemaba.
Donovan dijo que Venus no merecía a un bastardo cabrón e inestable como lo era yo. Bruno le dio la razón y Christofer juro que no estaba del lado de ninguno pero que, si realmente quería estar con ella, tenía que comenzar por controlar mis arranques impulsivos cuando estaba cerca de ella. Así que lo acepte.
No la busque. Le di su espacio.
Yo sé que lo que tengo con mi diosa es algo inefable y por esa razón no pienso dejar que Venus le siga temiendo a Maximiliano y que ese loco siga acosándola y molestándola. Por supuesto que no.
— ¿Joven Sheck? ¿Puede poner atención en lugar de solamente mirar hacia el edificio uno? — El señor Millian, mi profesor de cálculo me saca de mi ensoñación.
— Lo lamento señor. — Vuelvo la mirada hacia la clase. Bruno a mi lado me mira con desaprobación. Nunca le ha gustado que los profesores nos llamen la atención para modernos o hacernos parecer idiotas frente a todos.
— ¿Qué le parece señor Sheck, si va con su compañero Maximiliano a dar diez vueltas a la piscina? — Enarco una ceja hacia el profesor.
«Mierda no.»
¿A caso quiere joderme? Maximiliano levanta la mirada de su celular y todas las miradas de los alumnos caen sobre él.
— Por supuesto señor. — Responde el lilipendo poniéndose de pie.
«¿Es en serio?»
— ¿Vamos Andrew?
— Lo que sea. — Niego con la cabeza poniéndome de pie.
Tomo mis cosas guardándolas de vuelta en mi mochila.
Sin mirar a nadie, salgo del aula encaminándome por los pasillos y luego por las escaleras. Espero no encontrar a personas desagradables.
— Andrew, no creíste nada de lo que dijo ayer Venus ¿cierto? — Maximiliano comienza a caminar a mi lado.
— ¿Te preocupa hasta ahora? ¿Porque la pregunta? — Ruedo los ojos. ¿Como se atreve si quiera a hablarme?
— Bueno yo no sabía que ella realmente estaba enamorada de mi en ese tiempo. _ Suelto una risotada irónica. — ¡Lo digo en serio hombre!
— Punto uno Maximiliano. No soy yo a quien debes intentar convencer de ese tema. — No lo miro. — Segundo, si sabías o no sabías es algo que a mí no me importa mucho porque te juro que no es mi problema. Tercero, me basta con la palabra de Venus para creerle. Así que, si sabes lo que te conviene, no intentes demostrar algo que, ante mis ojos, está bastante claro. — Comienzo a bajar las escaleras rogando porque el bastardo a mi lado, cierre la boca e intente dejar en ridículo a Venus frente a mis ojos. Además ¡lo conozco! Él no es un santo. Dudo muchísimo que Venus mienta. Esta vez ella tiene mi confianza.