Wolfsbane

Aire Fresco

—Amelia... mi madre también se llama así — recordar a mi madre mejora mi estado de ánimo.

—Es una maravillosa coincidencia.

¿Me pregunto porque Ethan no me dijo nada sobre ella?

—¿Me dejarías revisar tus heridas? — asentí mientras me sentaba en el borde de la cama

—Déjame ver tu brazo — estiré mi brazo afectado y ella con sumo cuidado retiró la gaza, mordí mi labio ahogando un quejido de dolor, pero no se compara con el que tengo en el pecho.

—Veo que te has rascado la herida, ¿Tienes picazón? — niego.

—¿Es ansiedad? — espere un momento antes de asentir.

—Tranquila Alex no muerdo solo quiero ayudar — una pequeña sonrisa se forma en mis labios, su aura de madre me recuerda a la mía.

—Creo que el encierro no te hace muy bien, ¿Te parece salir a caminar? — la mire indecisa.

—Solo nosotras dos, pero debes prometerme que no tratarás de escapar y comer algo.

Lo pensé por un momento, si sigo encerrada un momento más en estas cuatro me voy a volver loca y la hamburguesa huele muy bien.

—Lo prometo — ella sonríe contenta.

—Bien solo déjame desinfectar esta herida para que puedas comer.

Ella no tarda mucho en desinfectar y poner una nueva gaza.

—Listo, ahora ponte esto si sientes algún dolor en la herida de la cabeza esto ayudará a aliviarlo —me pasa un pequeño frasco de color metal con olor a hierbas parecido al que olí hace poco.

—¿Qué es esto?

—Un ungüento que yo misma cree, es de hierbas curativas curan cualquier cosa — le sonreí en forma de agradecimiento.

—Gracias señora Woods.

—Puedes llamarme Amelia.

—Prefiero señora Woods.

—Como quieras, que disfrutes la hamburguesa.

AMELIA

Baje a la cocina y lave mis manos en el fregadero, escuche los pasos atrás míos y no fue muy difícil saber quién era.

—¿Cómo está ella? — la voz preocupada de mi hijo me estruja el corazón. Agarré el trapo a mi lado y con el sequé mis manos antes de voltearlo a ver.

—Ella está como cualquier chica lo estaría en su lugar.

—¿Así como?

—Hijo... ella está herida y se siente encerrada, debes darle tiempo — el asiente y respira hondo conteniendo las lágrimas.

—La amo mamá — en ese momento quizá sentarme con él y discutir todo lo que ha pasado desde que se fue de mi lado, pero quiero resolver las cosas una por una.

—Solo ten paciencia cada minuto es un hilo que recolecta todos tus problemas y los pone en su lugar, todo va a mejorar ya verás — el hizo una sonrisa débil.

ALEX

El reflejo en el espejo aparece una chica totalmente perdida ni siquiera me reconozco. Decido desalojar toda la negatividad en mí, me di una ducha luego salí con una toalla enrollada a mi cuerpo, cepille mis dientes con el cepillo y la pasta de dientes nueva que se encontraba en el baño luego peine mi cabello. Viéndome un poco más decente salí del baño y me vestí con la ropa que la señora Wood me ofreció, parece como si conociera todos mis gustos. Una camiseta negra, vaqueros y unos tenis blancos. El ligero golpe en la puerta me hizo saber que era ella.

—Entre — ella entra y me mira de arriba a abajo.

—Te ves hermosa Alex — le sonreí.

—¿Estás lista? — asentí.

—Bien los chicos están reunidos en la sala, nosotras saldremos por la puerta de la cocina.

—¿Ellos no saben?

—Me imagine que lo prefiráis así.

—Gracias.

—Bueno sígueme y no hagas mucho ruido.

Bajamos las escaleras y sin poder hacer mucho ruido salimos por la puerta trasera. El viento acaricio todo mi cuerpo y me sentí libre de nuevo. No puedo mentir tuve el ligero impulso de salir corriendo lejos de aquí pero no le hare eso a una persona que solo quiere ayudarme. En el área de parqueo note un auto conocido algo en él me era muy familiar... Era el de mi padre, querría salir corriendo hacia donde él, pero no creo que en realidad esté en condiciones, tan bien reconocí el olor de tío Damon.

Ella me guió a un lugar pacífico en el bosque.

—¿Cómo te sientes?

—Mucho mejor.

Seguimos caminando y aproveche y tome ventaja del aire fresco y lo inhale como si fuera mi aroma favorito y el olor a pino fresco me relajo por completo me siento mucho mejor ahora.

—Alex — me llama ella.

—Diga.

—¿Puedo hacerla una pregunta?

—Seguro.

—¿Usted y mi hijo tienen algo? — quedé petrificada.

¿Acaso Ethan no le dijo nada?

Fue tan amable conmigo sin saber en realidad lo que era para él.

 




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