Y ahora ¿qué hago? #1

37*** Un beso para hacerlo real.

Había llegado el momento que la había mantenido inquieta en los últimos tres días. En ocasiones se sentía frustrada porque cuando se trataba de Brett nunca sabía cómo actuar.

Era evidente que había decidido quedarse allí. Había hablado con Jason, lo había hablado con Sandra, pero no tenía idea de cómo hablarlo con Brett. Nunca sabía.

Y era estúpido tomando en cuenta que él estaba esperando esa respuesta. Él le había pedido que se fuera a vivir con él, y aun así ella se sentía nerviosa.

Su auto estaba aparcado fuera de la casa, así que era obvio que estaba allí. No había mucho tiempo para pensar, la mejor idea era dejar que él solito sacara el tema a colación y luego ella le diría la decisión que había tomado.

En la casa había un enorme silencio, y aunque Brett solía ser bastante silencioso algo le decía que allí no había nadie.

Solo había una forma de tomar los minutos que pasaría a solas hasta que Brett apareciera: como un magnífico regalo divino que el señor le proporcionaba para que pudiera organizar sus pensamientos.

Se sentó en el sofá. Se sentía cansada y no creía tener fuerzas para caminar a su habitación, ni siquiera tenía fuerzas para quitarse los zapatos. Dejó caer la cabeza en el respaldo y cerró los ojos por un segundo, tal vez pudiera descansar solo un momento mientras Brett llegaba, no podía estar muy lejos con su auto ahí fuera.

No tenía certeza de cuánto tiempo llevaba con los ojos cerrados, pero una suave brisa en los pies la hizo abrirlos con rapidez. Había anochecido, sus zapatos no estaban en su lugar y Brett estaba sentado junto a ella.

Le sonrió y volvió a cerrar los ojos.

—Hola, Jessica. —dijo colocando la cabeza junto a la de ella, contra el respaldo.

—Hola... Brett. —Susurro sin abrir los ojos —Estaba esperándote.

—A mí me parece que estabas dormida.

—Eso también. —un bostezo escapó de sus labios. Abrió los ojos nueva vez y lo vio con la vista fija en el techo, luego se enfocó en ella— ¿Y tú?

— ¿yo que?

—No estabas... —no quería preguntarle dónde había estado, pero quería saber.

Por alguna razón, sentía que él había estado comportándose de forma extraña aquel día, parecía molesto y preocupado. Él siempre estaba molesto, pero lo de la preocupación era nuevo para ella.

—Fui a correr. Hacía algunos días que no iba.

— ¿Algo te preocupa? —preguntó lentamente.

Él se quedó en silencio unos segundos como si sopesara la idea de contarle o no contarle lo que fuera que estuviera preocupándole.

—Discutí otra vez con mi papa. —Suspiro—Cada que recuerda que cancele la boda enloquece.

—Oh... —a Jess no se le ocurría nada que decir—Lo siento, de verdad.

—No seas tonta, Jessica. No tienes nada que sentir, yo no quería casarme con Miranda, lo habría notado tarde o temprano. Gracias a Dios fue temprano. —aunque intentó sonreír, falló miserablemente.

Jess no hizo ningún otro comentario. No se le ocurrió nada que decir, pero el sueño se había ido.

—Voy a quedarme —las palabras escaparon de sus labios sin siquiera pasar por su cerebro. Era como si inconscientemente buscara algo para quitar esa expresión de abatimiento de su rostro.

—Wow, ese ha sido un excelente trabajo en lograr animarme —dijo sonriéndole de verdad por primera vez en el día. —Ahora tienes que besarme para hacerlo real.

—No tienes que inventar tonterías para besarme —se burló.

—Eres una aburrida y acabas de arruinar mi magnífico intento de ser un novio divertido —exhaló dramáticamente.

—Tu no podrías ser divertido ni aunque tu vida dependiera de ello. —se carcajeó acercándose un poco más en el sofá. Brett pasó un brazo por sus hombros de forma distraída y le sonrió.

—Eso fue lo mismo que dijo mi última novia antes de dejarme y marcharse.

Jess lo miró fijamente. Le molestaba no poder descifrar si estaba bromeando o lo decía en serio. Estaba esa sonrisa en sus labios, no era una sonrisa de "Te engañé" tampoco una de nostalgia, así que no podía saber si el solo estaba burlándose de ella.

— ¿Estas bromeando? —cuestionó mirándolo a los ojos.

—Nooo —repuso alargando la palabra—Textualmente, dijo que era la persona más aburrida y apática que había conocido y que nunca encontraría el amor porque estaba podrido por dentro—hizo una mueca de disgusto y luego comenzó a reír—. Ahora que lo pienso, es posible que haya aprendido esas líneas en alguna película.

— ¿Lo dices en serio? —Ella se incorporó de un salto, no imaginaba como una persona podía ser capaz de decir esas cosas—Son palabras ¿Por qué estás riendo?



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En el texto hay: adolescente, jefa y empleado, embarazo

Editado: 02.05.2019

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