Y ahora ¿qué hago? #1

44*** El perfecto plan B.

—Vamos, Jessy. Apúrate o llegaremos tarde a ver la película —insistió Penny, por cuarta vez.

—Solo estoy poniéndome los zapatos, Penélope, si me das dos minutos estaré lista— gruñó mientras intentaba ponerse los zapatos sin aplastar su enorme barriga de seis meses.

—Podría ayudarte si me dejaras entrar— volvió a gritar Penny, esa vez para enfatizar sus palabras, golpeó la puerta.

Jess miró a la puerta como si con eso pudiera mandarle una descarga eléctrica a la chica. Lo único que quería hacer aquel día era tirarse en la cama, comer chocolate y ver un maratón de películas de James Bond mientras fingía que no estaba deprimida porque Brett no pudiera estar con ella el día de su cumpleaños.

Pero debió haber imaginado que Penny se enteraría de algún modo, o por Brett o por Jason. Ella había irrumpido en la casa hacía aproximadamente dos horas obligándola a levantarse de la cama y darse un baño con la tonta idea de llevarla al cine. Jess no necesitaba ir al cine para ver una película, ella tenía a James Bond allí, pero Penny era incapaz de comprender eso.

A esas alturas de juego a Jessica ya no se le ocurría otra excusa para no ir con ella.

Logró colocarse el zapato al tiempo que logró a su bebé patear fuerte.

—Oh, bebé, calma —susurró acariciando su abdomen— No sé de dónde vienes tú, pero de donde yo vengo patear no es una muestra de afecto.

Al abrir la puerta, se encontró con Penny allí, de brazos cruzados esperando por ella.

—Parece que no quisieras ir al cine conmigo —le reclamó —Has tardado una eternidad en arreglarte.

—No quiero ir a ningún lugar. Si quieres podemos ver una película aquí.

—No. ¿En qué clase de persona me convertiría si no llevo a mi cuñada favorita al cine en su cumpleaños? —replicó, empujándola hacia la puerta.

Jess odiaba los cumpleaños, sobre todo si eran de ella y, hasta muy poco había mantenido la esperanza de poder pasarlo tranquila en casa con Brett, pero como nada era perfecto todos sus planes, que no eran muchos, se habían desecho.

Primero a Brett se le había presentado una importante reunión a la que no podía faltar, eso había sido suficiente para acabar con el poco buen ánimo que había tenido en relación a su cumpleaños. El que Penny hubiera aparecido de la nada para acabar con lo que Jessica llamaba el perfecto plan B para un cumpleaños tampoco la ponía de muy buen humor.

Jess resopló cuando Penny la guio hasta el auto con una gran sonrisa. Se sentó en el asiento del copiloto y se cruzó de brazos para enfatizar que estaba enojada y no dijo nada durante los primeros quince minutos del camino, al menos hasta que fue consciente de que estaban entrando en la calle de sus padres.

—¿Qué hacemos aquí? —cuestionó aun con los brazos cruzados —¿No íbamos al cine?

—Sí, pero le conté a Jason y dijo que quería venir con nosotras. —explicó mientras aparcaba frente a la casa de sus padres— Imaginé que no te importaría.

¿Importarle? Si había algo peor que pasar el día de su cumpleaños lejos de la única persona con quien quería hacerlo, era pasarlo con Jason y Penny en el cine. Desde que unas semanas atrás se habían hecho novios oficialmente eran una pesadilla melosa con patas. Empalagosos hasta la muerte.

Así que Jess ya se veía viendo una comedia romántica y escuchando como Penny y su hermano se besuqueaban y se hacían arrumacos mientras Brett estaba sabía Dios donde.

—¿Importarme? No, en absoluto— mintió descaradamente.

—Genial —exclamó saliendo del auto— Voy por él ¿Me acompañas?

—¿No puedes simplemente llamarlo?

—No seas aburrida, Jess. Ven. — La animó.

Jessica salió del auto y la siguió de mala gana ¿A quién tenía que decirle que no tenía ganas de hacer nada ese día para que la dejaran en paz? De repente Jess recordó que Jason ya no vivía allí con sus padres, entonces ¿Por qué lo buscaban allí?

—¿Por qué estamos aquí? —inquirió con suspicacia.

—Jason tenía que buscar algunas cosas, yo lo dejé aquí antes de ir por ti. —explicó Penny.

—¿Por qué no podía venir en su auto? ¿Ahora se han convertido en uña y mugre?

—Igual que tú y Brett— se encogió de hombros— Supongo que no podemos evitarlo.

—Cursi... —masculló mientras se acercaban a la puerta de la casa.

Al ver que Penny pretendía tocar a la puerta Jess se adelantó —No es necesario, siempre está abierta —giró el picaporte para reafirmar la que había dicho y al abrir la puerta el grito de todas las personas allí dentro casi la hace salir corriendo.

—¡Felicidades!

—¿Qué mierda...? —no pudo terminar la frase cuando recibió un gran abrazo de su madre y sintió como Penny la empujaba suavemente y cerraba la puerta tras ella.



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En el texto hay: adolescente, jefa y empleado, embarazo

Editado: 02.05.2019

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