Madelaine Anderson
Cierro los ojos tratando de volverme a dormir pero el maldito sol no me deja.
Porque tuve que tomar tanto.
Abro los ojos lentamente y levanto la cabeza un poco para ver en dónde estoy.
Mierda no recuerdo nada.
Veo que estoy en mi cuarto y siento un peso menos en mis hombros.
Tomo mi celular y veo que tengo varios mensajes.
A.Brown
¿Cómo amaneciste?
Me lo mando a las 5 de la mañana.
Checo la hora y son 12:23 de la tarde.
Madelaine
Con un poco de resaca y tú?
Me contesta al minuto.
A.Brown
Bien, toma agua y una pastilla. Te sentirás mejor.
Madelaine
Ok.
Me levanto de la cama y veo que mi mamá me dejó un vaso de agua y pastillas, me las tomo sin pensar y noto que hay una nota debajo de estos.
"Mad, espero que te sientas mejor. Voy a trabajar llegó en la tarde y ya conocí a tu novio, no me habías contado sobre él, cuando llegue hablaremos. Te amo.
Mamá"
Maldita sea.
¿Lo conoció?
Tomo el celular y marco al número de Aleister pero no me contesta.
No pasa nada, de seguro fue una conversación de hola y adiós, claro.
Me convenzo.
Camino con lentitud por el dolor de cabeza y el mareo que siento.
Tomo un chandal, una blusa que me queda como vestido y unas bragas de abuelita.
Tomo un baño relajante con agua hirviendo.
Salgo de la tina, seco mi cuerpo y me cambio.
Voy hacia la cocina, no encuentro a Marcela.
Mierda.
Tomo un yogurt del refrigerador, una cuchara y unas fresas.
Antes de salir agarro mi bote de agua.
Voy hacia mi cuarto.
Y siento algo vibrar en mi mano.
Una llamada.
Contesto sin ver el nombre.
— ¿Necesitas algo? - me preguntan del otro lado de la línea.
Aleister
— ¿Conociste a mi madre? - le pregunto llendo hacia la cama y acostadome en esta.
— Aaahh si... No le habías contado de nosotros ¿No?
¿Había un nosotros?
— Se me pasó contarle.
Digo prendiendo la televisión poniendo Netflix.
— Bueno creo que ya no tendrás que explicarle, le dije que éramos novios.
— Gracias por traerme a casa, la verdad no recuerdo nada.
— ¿Nada? - me pregunta cautelosamente.
— Lo único que recuerdo fue el tomar unos tragos.
Suelta una carcajada.
— De que te ries imbécil. - le digo más enojada conmigo misma que con él.
Dios, que hice.
— ¿Estás de coña? - me pregunta y aunque no pueda verlo sé que está sonriendo. — No recuerdas ni el 1/4 de lo que pasó.
— ¿Qué pasó? - le pregunto alarmada por lo que pude haber dicho o hecho.
— Eso será un secreto, preciosa.
- Claro que no, hoy mismo me dirás.
— ¿Creando una excusa para verme? - me dice divertido.
— Ya quisieras, ¿vienes por mi?
- Deja me baño, estaba haciendo ejercicio.
Y se me vino una imagen que me hubiera gustado decir que era fea pero la verdad no.
Imagine a Aleister sin camisa, haciendo ejercicio con una pesa.
Mmmm rico con Nutella.
Dios, no puedo conmigo misma.
No metas a Dios en tus cochinadas.
No le hago caso a mi mente y me cambio.
Me pongo un saco negro, unos pantalones negros y un gorro negro.
Espero a que llegue y cuando lo hace entro rápido a su auto y volteo mi mirada hacia él.
Me mira de arriba para abajo y sonríe de manera burlona.
— ¿Qué, vamos a robar un banco o porque toda de negro? - me pregunta con una ceja alzada.
— Es lo pri... - me interrumpe
— Ooh ya sé vamos a jugar a ser espías.
— No so... - me vuelve a interrumpir.
— O tal vez quieres vandalizar las calles de la ciudad.
— Deja de interrumpirme, fue lo primero que ví.
— Que aburrida, bueno ¿a dónde quieres ir?- me pregunta encendiendo el carro.
— Quiero ir al lago.
— ¿Lago?
— Si es un lago que está casi a las salidas de la ciudad.
— Ok.
— Ahora si me dirás qué fue lo que hice y dije - le pregunté viéndolo.
— No, te había dicho que es un secreto, aparte creo que es mejor que no te enteres. - me dice atento a la carretera.
— Algún día te haré decírmelo.
— Espera sentada porque te vas a cansar.
No le respondo y solo concentro mi vista al frente.
Después de un momento alguien me sacude.
— Vamos dormilona, ya llegamos.
Poco a poco voy abriendo mis ojos y me acostumbro a la luz.
— ¿Me dormí?- pregunté
Que estúpida pregunta es obvio que si.
— Si, vamos - dice quitándose el cinturón de seguridad, abriendo la puerta y haciéndome una señal para que yo también saliera.
Salgo del auto y la brisa fresca me pega en la cara y cierro lo ojos disfrutando de la sensación.
Los abro y me encuentro a Aleister viendo el celular con una mueca.
¿Sería imprudente si le pregunto que le sucede?
— ¿Ya? - le pregunto recargando mi cadera a la puerta del copiloto.
— Claro, andando.
Caminamos juntos y comenzamos a hablar de cosas triviales.
— ¿Alguna vez te han roto el corazón? - me pregunta cuando estamos sentados en una banca.
— Depende de que manera. - le dije con la mirada perdida.
— De la que sea, como del tema romántico, familiar o de amigos.
— Por supuesto, hace unos meses cuando termine con Aaron - le comenté y vi como sus hombros se tensan. — No me lastimó en si la infidelidad, me hirió que mi casi hermana me lo hiciera, yo realmente la quería. Creo que entre Aaron y yo lo único que había era comodidad, pensaba que era el verdadero porque fue el primero con que tuve algo tan duradero y en sí "verdadero" pero después de los primeros seis meses de relación ya no sentía esa emoción al verlo o al sentirlo cerca, no sé si me entiendas.