¿y El Plan B?

CAPITULO 19

— ¡Vamos!

— Más rápido.

— ¡Si!

— Con más velocidad.

— Aún más.

Veo como se va alejando montado en una bicicleta.

Trata de dar la vuelta pero se cae de lado. Me acerco riendo ruidosamente. Él hace una mueca adolorida.

— ¿Estás bien? - le pregunto tratando de esconder mi sonrisa.

— Creo que me raspe la rodilla, pero todo bien.

Se para y me ve feliz.

— ¡Viste! Pude montar una bicicleta.

— Sí, es grandioso. - lo apoyo.

— Quiero intentarlo de nuevo. - dice animado volviéndose a subir.

Mantiene el equilibrio y pedalea, se va lejos.

Me subo a la mía y lo comienzo a buscar por el parque.

Veo que está hablando con una niña, ella está tratando de subir al tobogan pero no puede ya que es demasiado pequeña.

Se ve de unos dos años.

Él habla con la nena, la alza en brazos, la sienta y se da la vuelta para alcanzarla de la otra parte. La niña se lanza y comienza a reír y él con ella.

El ver esa escena un sentimiento agradable se instala en mi pecho. Se ve bien con niños, nunca le diré eso, me lo echará en cara miles de veces.

Ellos comienzan a hablar, bueno la niña solo balbucea y él le sigue la corriente.

Los veo desde unos metros de distancia.

Es agradable a la vista, el verlo con interactuando con niños hace que se vea más sexy.

Vuelve a subir a la nena de rulos al juego y la vuelve a atrapar.

Me acerco y la nena me recibe con una sonrisa.

— Hola. - le digo.

— Se llama Sol y es muy habladora. - dice él.

Ella solo balbucea en mi dirección. Agita sus brazos para que yo la tomé, la tomo en brazos y se aferra de mi cuello.

— Solecito. - dice una señora que nos ve.

Se acerca a nosotros y me hace una señal para que le dé a la niña. Se la entrego y nos sonríe.

— Muchas gracias, la perdí de vista unos segundos.

— Está bien, es una gran niña. - contesta Aleister.

— Si.... Gracias de nuevo. Diles adiós.

Ella balbucea y se despide con la mano.

Me volteo hacia él y su mirada sigue en dónde la señora y la niña se fueron.

— ¿Ya nos vamos? - me pregunta.

— Sí.

Nos vamos y unas cuantas veces se tambalea y lo único que hago es reírme de él.

Llegamos a casa y lo primero que hace es llamar a su padre, quien está decidido a desconectar a su madre.

— Mañana lo van a hacer. - dice tratando de pelear contra las lágrimas.

Lo abrazo dejando que pueda soltar un poco lo que siente.

— Yo la amo. - dice entre sollozos.

— Ella lo sabe, ella sabe que la amas.

Me abraza fuerte dejando que sea su soporte.

Se separa de mi y sus ojos rojos son muy evidentes.

— Lamento el ponerme de esta... - lo interrumpo.

— No tienes nada de que disculparte, soy tu pareja y estoy para ti en cada momento.

— ¿Qué fue lo que hice en mi vida pasada para tenerte como recompensa?

— Tal vez, salvaste a personas del Titanic.

— Posiblemente.

Me sonríe.

Por lo menos lo hice sonreír.

— Te amo, siempre recuérdalo.

— ¿Me está declarando su amor, Señor Brown?

— También puedo demostrártelo, si tienes dudas de mis palabras.

— No me negare a su demostración.

— Pues prepárate, a veces soy muy cursi.

— ¿Más de lo que ya lo eres?

— No soy cursi.

— ¿No? Tú, la persona que siempre me dice que soy preciosa... - me interrumpe.

— Porque lo eres.

— La persona que siempre me quiere abrazar.... - me interrumpe.

— No puedo mantener mis manos lejos de ti, perdón.

— La persona que siempre.... - me interrumpe.

— Si, bien, ya entendí que soy cursi.

Sonrío victoriosa.

— Yo también te amo.

Me besa frenéticamente el arrebato hace que mi espalda choque con una pared. Sus besos bajan hasta hasta mi cuello y clavícula. Cada segundo se va intensificando pero el timbre de la casa nos exige que nos separemos.

Marco pasa y se sienta en la sala.

No dice nada solo se queda callado viendo un punto fijo.

— ¿Dirás porqué viniste o.....? - dice Aleister.

— Estoy soltero.

— Mmm si... ¿Y? - sigue diciendo él.

— ¿Y Camila? - le pregunto.

Aleister me hace señas para que lo saqué de la casa, yo disimuladamente le digo que no, que hay que ayudarlo.

— Ella me terminó, dijo que merece a alguien mejor.

— Ella no te merecía, ¿Era lo que querías escuchar? ¿Ya te vas a ir? - dice mi novio.

Le hago una seña de cortarle el cuello. Y él solo levanta las manos en forma de derrota.

— Eras mucho para ella, tú mereces algo mejor. - dice él sin ganas.

— Eso lo sé, soy mucho para el mundo.

— Muy aries de tu parte. - dice Aleister.

— Aparte de que soy guapo, inteligente, soy agradable, y.... Y sé manejar un avión.

Aleister frunce el entrecejo.

— ¿De qué te va a servir el saber manejar un avión?

— Imagina, hay una apocalipsis, tomamos un avión del gobierno y nadie sabe manejarlo y llego yo y ¡pum! Yo sé manejarlo. - dice con una sonrisa. — Solo falta esperar a que haya un apocalipsis.

— Si....

— Bueno quería hablar con alguien, y ya lo hice, ahora me voy. - dice llendo a la entrada.

— Adiós.

Se va.

— Tengo hambre. - digo.

— ¿Cocino?

— Por favor. La cocina y yo no nos entendemos, una vez queme una tortilla y un trapo, pensé que incendiaria la casa.

— No te dejare entrar a la cocina entonces.

— Sé hacer maruchan.

— ¿Te doy tu licenciatura de gastronomía?

— Si, pensándolo mejor, la carrera en la que estoy no me gusta mucho. - bromeó.

Él comienza a reír.
 



#27423 en Novela romántica

En el texto hay: amor

Editado: 08.05.2021

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