Una de las cosas que más me habían gustado y entusiasmado eran los programas de televisión que hablaban y mostraban las renovaciones de hogares. Los cambios en los ambientes, las tonalidades y texturas de los colores. No tenía idea alguna sobre decoración de interiores pero me emocionaba todo lo que podía ver. La compra de revistas los lunes se había convertido en una rutina. Pero nunca seguí esa necesidad de investigar más o formarme como decoradora de interiores. Acá en este trabajo en industrias Ligna, entre mis tareas de vendedora a tiempo completo incluían la organización de las vidrieras para exhibición. Y me encantaba.
Había pasado un mes desde este nuevo trabajo, al edificio central no había tenido que volver otra vez, ya que el local en el cual desempeñaba mis tareas se encontraba en el centro, en la zona oeste. Era un alivio. No había vuelto a cruzarme con arpía y menos con el jefe. Ahora pensándolo en retrospectiva, me sentía arrepentida por haberle hablado así y me hubiera gustado pedirle disculpas por las formas. Pero no había tenido la oportunidad.
Durante este primer mes, aprendí muchas cosas sobre ventas. Todavía no me encontraba entre los mejores vendedores, pero empezaba a realizar mi esfuerzo. Por ahora, a mi jefa Catalina Orquídea, los arreglos que había empezado a hacer en las vidrieras le habían gustado. Poco a poco, los transeúntes empezaban a mirar con más atención las vidrieras y a apreciar los muebles que con tanto mimo acomodaba. Mis compañeras que eran dos, Silvia Gerre y Viviana Legros, tenían muchos años en la empresa y se sentían aliviadas de que las librara de la tarea de organización de las vidrieras. Y me gustaba. Mucho.
Mi jefa, Catalina Orquídea, era más grande que yo. estaba casada desde hace 20 años y no tenian hijos con su esposo, que era supervisor de transporte de la misma empresa, se habian conocido trabajando juntos alli y llevaban la misma cantidad de años trabajando en la empresa. Había estado presente cuando empezó a crecer de la mano de Don Atilio Sáenz. Siempre me contaba lo distintas que eran las cosas antes. Don Atilio acostumbraba a recorrer los locales para saludar a todos los empleados y conocerlos. No solo siempre presente, sino también en las entrevistas y en los aniversarios de trabajo. Era como un ambiente familiar en una empresa y Don Atilio quería conservar ese ambiente.
En ese momento comprendí el motivo por el cual el CEO estaba presente en la entrevista aquel dìa.
La empresa familiar devenida en importante multinacional quería continuar con sus propias tradiciones familiares y era algo que apreciaba. Me sentía como en casa.
Excepto unos días después, cuando arpía realizo su recorrido semestral de cada una de los locales al público. Pense seriamente esconderme o mantenerme ocupada de forma permanente en el depósito pero no era una opcíon, sobre todo porque ella se tomaba el trabajo de saludar a todos los empleados.
Cuando me vio, me ignoro sistematicamente. Genial, pense. Sin embargo mi genial, no estaba exento de preocupacion. Era la dictadora de mi destino laboral, y todavia me encontraba muy reciente en mi puesto. No le habia comentado a nadie mi brillante inicio. El casi entredicho y mi interaccion con el jefe absoluto.
Arpía recorrio todo el local, sin reparar en mi. Y luego elogio con entusiasmo los diseños de la vidriera. Sin embargo el comentario bienintencionado de mi jefa, refiriendose a mi buen gusto y organizacon se ganaron un resoplido de parte de Arpía (debería dejar de llamarla asi, lo se). Y comenzaron las sugerencias sobre como cambiar esto y aquello.
_ Tal vez la señorita debería procurar seguir su ejemplo Catalina, y dejar estos tipos de trabajos en los que no tiene experiencia a las personas que si saben del negocio, tienen experiencia y han estudiado para ello._ Resumio Arpía, sin mirarme y dirigiendose solo a mi jefa. Senti que mi cara apsaba del sano color rosado a un rojo escarlata. No entendia todavia mi reaccion, ya que mi falta de estudios formales era algo que no habia estado a mi alcance. Porque me senti humillada, no lo sé.
Respire hondo y salí. Me quedé en la entrada trasera del local que daba a un callejón pequeño, mientras resoplaba por el disgusto.
_ Espero que lo que te haya hecho enojar, se retire pronto..._ me dijo una voz a mi izquierda. Me gire con un sobresalto. Un hombre alto, rubio y de ojos azules me miraba detrás del humo del cigarrillo que estaba fumando.
_ Ay por Dios!_ exclamé, agarrándome el pecho cuando sentí que el corazón se me iba a salir por la boca.
_ Si, es algo que suelo escuchar _ me dijo con una sonrisa picara.
- No, me refiero a que es un "ay Dios" de estar asustada..._ dije cuando me recuperé.
_ Eso, definitivamente no es algo que suelo provocar. _ Tiro el cigarrillo que sostenía y con una sonrisa extendió su mano. _Mi nombre es León, soy asistente personal y chófer de la srta Agostina Ramírez. _ Tome su mano y luego de un firme apretón me soltó.
_ Nadia Alcázar, recientemente empleada._ Le dije. Asintió.
_ Si, no te había visto antes, lo recordaría._ Me dijo con un guiño. Este hombre era peligroso para mujeres más inocentes, la antigua Nadia antes de Ricardo hubiera quedado desmayada quizás.
Me comentó que trabajaba hace unos meses y que era estudiante de licenciatura en recursos humanos. Se encontraba. realizando esta pasantía ya que la empresa tenía un convenio con la universidad. Y coqueteaba. Mucho.
Cuando estoy por despedirme, la puerta se abre de golpe y una melena rubia salta a los brazos de León y lo besa. Yo no sabía dónde esconderme.
_ Amor, no estamos solos. _ La mujer se separó de repente y sin soltar a León giro la cabeza. Arpía amplio los ojos al reconocerme. Maldita sea. Acababa de ser testigo del engaño de la amante del CEO con otro hombre. Esto me iba a salir caro. Tuve una imagen de mi misma, como en los dibujitos animados, saliendo con mí bolsita colgada del hombro con el cartel de despedida. Necesitaba este trabajo. Por Emilia no podía dejar nada me perjudicará.
_ Buenas tardes. _ Dije y salí casi corriendo mientras las lanzas visuales que se me clavaban en la espalda provenientes de Arpía me hacían arder las orejas. Antes de cerrar la puerta escuché la carcajada de León.
No era la primera vez que encontraba a alguien en situaciones anormales, pero que haya Sido Arpía con alguien del trabajo, por más que se tratase de su empleado, era algo que podía llegar a perjudicar mi trabajo, sobre todo teniendo en cuenta que yo no era su persona favorita.
Unos días después del suceso, me encontraba en el depósito del local una hora antes de cerrar cuando escuché una puerta que se abrió.
_ Viví, te pido por favor que no le digas a Catalina mi sorpresa, se va a poner muy contenta con la tonalidad de las cortinas que encontré para el chifonier azul que subí ayer... _ me agache a buscar el cable del destornillador eléctrico que había estado usando antes mientras reparaba parte de la tapicería de una de las sillas. _ Viví por favor ..._ una garganta se aclaró y entendí que no era Viviana quien estaba conmigo en el depósito, empecé el retroceso y cuando me gire estando de rodillas un par de zapatos muy caros y hermosos de hombre me recibieron. Levanté la vista y me encontré con. los ojos marrones del CEO Ramiro Sáenz. _ Disculpe. _ dije mientras me ponía de pie, eran las 18 hs de un viernes, Emilia se había quedado con mi madre ese día y yo sabía que al ser la nueva, quedarme fuera de hora era un habitual. Y debo decir que me gustaba. El silencio, los muebles que me rodeaban y las múltiples combinaciones que podía realizar en esos muebles y tapizados. Y también el hecho de que al estar sola fuera de horario laboral, el peinado prolijo y los zapatos altos ya no estaban. Con zapatos bajos y con un rodete alto, sin maquillaje me encontró el CEO.
_ Estoy seguro que Viviana va a poder contenerse y guardar el secreto. _ me dijo con una mirada divertida.
_ Discúlpeme sr. Sáenz, disculpe por favor, no sabía que se encontraba en el edificio_ le dije apresuradamente mientras alisaba mi ropa en un desesperado intento de estar prolija.
_ Demasiadas disculpas, acaso hizo algo que no debería? destruyó nuestros diseños? mancho nuestros brocados? _ Iba a negar con todas mis fuerzas pero me detuvo. _ Tranquila. No pida tantas disculpas por estar trabajando bien._
Respire bien hondo. Si había algo por lo que tenía que pedirle disculpas era la forma en que había reaccionado la primera vez que nos conocimos.
_ Si hay algo por lo que debe pedirle disculpas..._
_ No recuerdo ..._
_ Yo si. Aquel día de mi entrevista, cuando casi lo derribe saliendo del baño y lo que le dije. No eran las formas y no fui ni correcta ni educada._ Me miro fijamente, su mirada cambio un instante mientras algo parpadeaba en el fondo.
_ Disculpa aceptada. Sin embargo debo aclarar que se necesitan más de 50 kg para derribarme._ Dijo con un asomo de sonrisa. Respire aliviada.
_ Y le agradezco que me haya dado la oportunidad de tener este empleo. _
_ Esto me recuerda, cómo está su hija?_
_ Emilia se encuentra muy bien, al cuidado de su abuela ahora. _
_Espero que los horarios sean adecuados para ella y usted _
_ Si, todo es excelente._
_ Me alegro. Volviendo al tema laboral, quiero comentarle unas cosas que podrían ser de su interés. _ Asentí mientras salíamos del depósito. Después de los nervios de haber pedido disculpas al jefe porque le había hablado mal, ahora mis nervios y leve taquicardia, leve, era por otro motivo. El sr Ramiro Sáenz seguía siendo el hombre más hermoso que había visto nunca. Y totalmente fuera de mi liga. Yo era una mujer común y él parecía una estrella de cine.
_ Tome asiento por favor. _ me dijo, indicándome el lugar frente a él en el escritorio de Catalina. Hice lo que me indicó y lo mire. Repase mentalmente y ninguna de mis sospechas hacia Arpía me llevaba a pensar que esta charla era su venganza. Si bien yo no sabía que tanto alcance tenía su influencia en este hombre, no podía dejar de sentir que el episodio del otro día, no iba a quedar impune. _ Hace ya tres meses que está trabajando para nosotros y quería asegurarle que estamos felices por su desempeño, la jefa de capital humano me dijo que en su visita del otro día no había tenido oportunidad de conversar con ud. _ Claro que no tuvo oportunidad, pensé. _ Ya que me encontraba en camino a tener una pequeña reunión con ud por otro motivo, creí conveniente ser yo quien le anuncie de forma oficial que ha finalizado con éxito la etapa de evaluación a prueba y que es oficialmente una empleada de esta empresa. _ Casi salte de la silla.
_ Muchas gracias! Muchas muchas gracias!!!!_ en mi emoción, alcance su mano y la apreté, él no aparto la suya. El contacto fue electrizante y él también lo sintió, ya que me miró como si estuviera sorprendido.
_ Usted se lo ha ganado, lo que me lleva a la otra parte de esta reunión imprevista. _ Me senté más derecha y lo mire expectante. _ Hemos notado dentro de su desempeño la excelente forma y cuidado junto con su buen gusto, que ha desarrollado al estar encargada de la organización de las vidrieras. Sus arreglos han sido una grata sorpresa, ya que su atractivo, diseño y distribución han aumentado el interés de los clientes al momento de adquirir nuestros productos. Y sus combinaciones de colores han modernizado nuestros productos de catálogo que hace tiempo se encuentran en venta, atrayendo no solo a clientes habituales, sino también a nuevos clientes. Por lo que hemos decidido crear el puesto de encargada del diseño de vidrieras de nuestros locales en esta ciudad y queremos que ud. sea esa persona. _ Asentí antes de que terminara. _ Un momento por favor, quiero aclarar que está propuesta es nueva, viene acompañada por la misma carga horaria pero con un incentivo económico para ud. _
_ Gracias! Gracias!_ dije emocionada.
_ Su esfuerzo. Sin embargo no me ha dicho si acepta o no .._
_Claro que si! _ dije llena de emoción, casi saltando de mi silla. _Claro que acepto!!!._