¿y si te vuelvo a encontrar? "Angeles 1" Editando

Extra 1: Perdidos

Habíamos planeado una luna de miel un poco sencilla, algo que pudiéramos recordar por el resto de nuestras vidas, y que al momento de pasar una página de una revista de turismo, dijéramos: "Estuvimos allí, tomados de la mano, viendo un atardecer juntos". 

Nada del otro mundo. 

Pero en un caso distinto, terminamos en un paraje paradisíaco, sin comida, sin equipaje y sin nada más que lo que llevábamos puesto. 

Ni siquiera sabíamos dónde estábamos, y digo ¿no? Uno debería tener al menos el consuelo de conocer el lugar en el que murió. ¡Pero no nosotros!. 

Si moría en este lugar, regresaría luego en otro cuerpo, pero no Liam, no mi Tarzán, tan lindo, común y ordinario. 

De hecho, si muriera siendo comida de algún animal salvaje, dudaba mucho regresar, sentiría que hasta mi alma regresaría en pedazos y mejor me quedaría en el limbo dándole lata a Nate, como mínimo unos cinco años más. 

Liam bufó. 

—Esto debe ser una broma. 

—Me dijiste que le dieron mantenimiento al helicóptero, amor. 

—Se supone que así sería pero… Supongo que algo salió mal. 

—¿Algo cómo… Qué no revisaste bien el helicóptero?. 

Se giró entre el monte y me miró mal. 

—Perdón que te lleve la contraria, amor, pero soy un buen mecánico. 

—La semana pasada le sacaste el tanque de aceite al auto y lo único que necesitaba era gasolina. 

Bufó y me miró mal… De nuevo. 

Menos mal, que él era mi socio mayoritario en la empresa de autos de la familia. 

—Como si tú pudieras arreglar un auto. 

—Papá me enseñó cuando era pequeña, pero se negó que aprendiera a conducir por mi problema en el corazón. 

Aunque para mí eso era ilógico. 

Liam ladeó su rostro. 

—Creí que te llevabas mal con tu papá, trató de matarte. 

En ese momento comprendí mi indiscreción. 

Liam aún no sabía sobre mis dones, no sabía que era Andy y que había regresado a su lado. 

Después de todo si teníamos secretos entre nosotros, el secreto más grande y peligroso que podía ocultar. 

Boquee cual pescado fuera del mar y negué rápidamente con un movimiento acelerado de mis manos. 

—Fu-Fue antes de… Bueno… tú sabes. —Arrugó su entrecejo —. Fue mi verdadero papá, el papá de Andy… 

—Ah…ya veo. —asintió y volvió a girar al frente, sobre sus talones —. Como sea, si pudiera darle nombre a ese avión, sería el tuyo. 

—¿Porque te llevo a las alturas cuando estamos juntos, amor? —Mordí mi labio inferior. 

—No. —señaló divertido —. Porque es igual de fastidioso, problemático, caprichoso y deschavetado que tú.

Un segundo ¿Qué?. 

estábamos en medio de la nada, perdidos en algún bosque olvidado del mundo, sin nada más que nosotros mismos. ¿Y me decía eso?. 

De acuerdo… En su momento me vengaría. 

Por ahora lo dejaría guiar, la vista de su lindo trasero era todo un lujo del que no me podía privar. 

—¡Y deja de verme así, loca!. 

Solté una risita culposa y me hice la desentendida. 

Seguimos el camino hacia delante por al menos dos horas más, estábamos cansados, pero cuanto más caminábamos, más parecía que solo rodeabamos nuestros propios pasos 

La hierba picaba nuestros brazos y piernas, los mosquitos ya me habían quitado un cuarto de sangre y ni hablar del dolor de pies que sentía a cada paso que daba sobre aquel suelo humífero. 

Me estaba arrepintiendo de esto. 

Pude haberme quedado con mi bebé en casa, bailando, dibujando y contando cuentos, pero claro, tenía que subir a ese helicóptero con Liam. 

"Fue tu idea, tonta" recordó mi subconsciente. 

En medio de aquel sitio de clima poco árido, corría un lindo río de agua clara. Estábamos rodeados de árboles, arbustos a montones, flores de todos los colores y aunque tanto verde abunda a nuestro alrededor, por alguna razón no luchábamos por buscar un camino. Hasta parecía que el camino ya había sido hecho y la bella flora solo era una decoración. 

Mientras iba observando todo a mi paso tropecé con una roca, sentí un fuerte tirón en mi rodilla y un fuerte doblez en mi talón, lo que me sacó un fuerte grito, llamando la atención de mi bello esposo.

¡Qué bonito sonaba eso! 

¡Dolía! 

—¿Estás bien?. 

—No, amor… Me duele. 

Cerré los ojos y reprimí las lágrimas. 

Dolia, mi talón dolía, cada vez que Liam trataba de mover mi pie. 

—Lo siento, Liam, pero creo que deberás seguir solo, dile a Liliam que la amo. 

Me miró con cara de "¿Es en serio?" Mezclada con indignación y me cargó con un poco de dificultad en au esplada. 

—¡Llorona!. 

—¡Pésimo piloto! 

—¡Loca! 

—¡Freezer! 

Discutimos al menos diez minutos cuesta arriba, en una pequeña colina parecida a la de "Candy, Candy" en una severa competencia de palabras, porque sí, la edad, así como la paternidad, no nos habían hecho más maduros. 

Al llegar a la copa de la colina, me quedé de piedra al ver una pequeña carpa armada, cerca de una pila de leña y una mesa llena de comida. 

—Liam… 

—¿Sí? — contestó con una radiante sonrisa. 

—Hay que irnos —golpeé su hombro con avidez para que diera media vuelta. 

No estaba del todo segura, pero parecía querer quedarse. 

Su ceño estaba un poco arrugado, su labio estaba doblado y había puesto la cara que ponía Liliam cuando estaba al borde de un berrinche. 

—¿Irnos? 

—Mira a tu alrededor, Liam, estamos perdidos en medio de la nada y de repente, en cuestión de minutos, encontramos una pequeña carpa, comida recién preparada, postres recién horneados y una fogata improvisada…

—¿A qué quieres llegar?. 

Elevé ambas manos en señal de obviedad. 

Liam esperó mi respuesta. 

—¡Es la casa de Baba Yagá!.

—¡¿la casa de ba…?! ¡Ja! —soltó una risa seca entre negaciones —. ¿Es lo primero que se te ocurrió, amor? ¿En serio?.




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