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C A P Í T U L O 4:
VIVE LA FRANCE!
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"Siempre fuiste una estrella, lastimosamente los tontos no saben apreciar lo hermoso."
【♔】
—De acuerdo —dijo la ¿lectora de almas?, aún no sé qué título otorgarle —, comencemos —cerró los ojos y la imité sin pensarlo—. Te hablo a ti, quien vivió hace tiempo, quien tuvo la voluntad que trascendió épocas, a ti que tienes un propósito que completar —recitó igual a un canto para finalizar con—: Isolde, manifiéstate y dile a Irene por qué te debe ayudar.
Siento como un manto cálido me envuelve, mi corazón late a un ritmo marcado, las plantas de mis pies vibran y el olor del incienso nubla mis sentidos.
Santos rituales.
Que Dios se ampare de mi alma.
De repente todo se detuvo y hasta siento que caigo en el almohadón, como si hace tan solo unos instantes me hubiese elevado unos centímetros de mi asiento.
Jayah presionó el agarre a mis manos generando algo de incomodidad que me obligó a mirarla.
Vi su rostro que previamente poseía dos esmeraldas brillantes pero ahora se convirtieron en perlas púrpuras: los ojos de Isolde.
Abre su boca con lentitud tomando una corta bocanada de aire para luego expulsarlo, mis fosas nasales aspiraron otro aroma, una combinación de palo santo y almizcle. Luego la escuché hablar con esa voz que tantas veces he escuchado dormida:
—Continua soñando, sueña hasta que tú...
¡Qué caraj...!
Y como si todo esto fuera una mera ilusión el ambiente esotérico se esfumó. Cualquier rastro de olor desapareció y la mujer frente mío regresó a su apariencia original.
【♔】
—¿Vamos a la rueda de la fortuna?
—No lo sé, ¿qué opinas prima?
Los miré distraída, atinando a mover la cabeza en modo de afirmación siguiéndonos en silencio, ignorando mi miedo a las alturas.
Llevábamos quince minutos de haber abandonado la carpa de esos hermanos gitanos con más preguntas que respuestas además de una creciente molestia.
Sorprendentemente la fila para ese juego estaba vacía por lo que enseguida nos subimos a las cápsulas de la máquina. Ellos se sentaron lado a lado frente a mí, agradecí que me dieran un poco de espacio.
El movimiento comenzó en completo silencio.
Oí el ligero chillido de las tuercas por falta de aceite mas no me inmute pues mi mente se encontraba bastante ocupada como para empanizar paniquearme como me pasaba con este tipo de juegos.
¿Será que todo fue producto de mi imaginación?
Me rehusaba a admitirlo; debía ser real, lo viví, lo sentí.
Encima mis primos también fueron testigos de todo, esos sujetos conocían nuestros nombres y mi condición, esas cosas no podrían deducirse o descubrirse con facilidad.
—Prima —llama Elodie con cuidado.
Está angustiada.
—¿Qué piensan de lo que sucedió en la carpa? —suelto de golpe necesitando seguridad sobre mi estado actual.
Entretanto la voz del operador del juego por medio de una bocina anunciaba que detendría unos minutos la atracción para que pudiéramos admirar el cielo, aunque la verdad creo que es para aceitar los engranajes de esta cosa porque no han parado de chirriar.
—No lo sé —Christian rompe el silencio—. Creo que no importa mucho lo que nosotros pensemos, sino lo que tú creas.
—Mi hermanito tiene razón, esto no se trata de nosotros, sino de ti.
—¿No les parece que esto suena una locura?
—En efecto, aun así, tampoco es algo imposible —responde mi prima levantando los hombros restándole importancia.
—O sea, ¿consideran que soy una reencarnación en conflicto?
—Eso suena feo, mejor sería decir que eres una reencarnación buscando tu propio futuro —fue mi primo quien contestó travieso.
Sin poder evitarlo una risilla se escapa de mis labios.
—No te ofusques, tómalo con calma —dijo Elodie con una expresión afable y agregó—; Ya sea que quieras olvidar lo acontecido o compartirlo con nosotros, estaremos junto a ti por un largo rato así que no tienes que apurarte en dar o encontrar una respuesta.
Su hermano igual me brinda el mismo semblante apacible, de no saber que tiene una un año de diferencia no me sorprendería que fueran gemelos idénticos. Me conmueve su solidaridad pese a conocernos hace un par de días, no comprendo si es por nuestro lazo sanguíneo, la cercanía de nuestra edad o algún lazo de los que hablo Vadoma mas no puedo evitar devolverles el gesto.
Sí, esperar no suena un mal plan.
【♔】
—¿Qué debo hacer, madre? —pregunto dándole una mirada afligida a quien se suponía era mi progenitora.
Había entrado abruptamente a un salón que lucía parecido a una sala de espera. Tenía una decoración de color dorado, marfil y violeta. Era de día, los ventanales estaban abiertos provocando que los rayos solares acariciaran los muebles de madera.
—Primero —la mujer que se encontraba sentada elegantemente en un sillón largo—; querida hija, la etiqueta dicta que debes tocar para que los pajes puedan anunciar tu llegada cada vez que desees entrar a un cuarto ocupado —pese a que su voz era serena, se percibía la amonestación—. Segundo; ven y siéntate, dame más información para poderte responderte —hizo un gesto para que me acercara.
—Dispénseme, querida madre —me disculpo agachando mi cabeza con ligereza.
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Editado: 21.06.2024