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C A P Í T U L O 9:
SI ADELITA FUERA MI NOVIA.
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" Protege lo que amas, defiende lo que crees. "
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—Un, dos, tres; un, dos, tres; un, dos, tres.
La voz de Guillermo iba acompañada con el sonido de sus pies dando que bailaban el “zapateado” rítmicamente pero con lentitud para que pudiéramos imitarlo.
Habían pasado dos semanas desde que “decidimos” unirnos al club de danza. Por lo que, a partir de ese momento, en lugar de huir a mi casa tan pronto como acabaran las clases ahora me quedaba noventa -infernales- minutos junto a mis primos y Tamara en la cancha techada de la prepa para recibir clases extracurriculares.
Como era de esperarse tanto mi madre como mis tíos estuvieron emocionados con la idea al punto que a los pocos días nos compraron los zapatos de danza, esos que tienen clavos en las suelas para que suene mejor sin necesidad de arruinar nuestros talones.
—Bien chicos, ya casi lo tienen, ahora deben de meterle velocidad —decía nuestro “profesor” moviéndose más rápido—; y no se olviden de menear las caderas —agregó exagerando la acción para darle énfasis—. Ahorita vengo, voy a preguntarle algo al maestro pero ustedes continúen —y sin dejar de bailar se dirigió hacia el aludido en un perfecto son.
Guille, como prefiere que le digan, era un estudiante fajado inusualmente de quinto semestre; moreno, muy delgado y alto de cabello corto oscuro que combinaban con sus ojos. De carácter alegre y vivaz, era el encargado de introducirnos al mundo del “ballet folklórico” debido a que el profesor estaba enfrascado en perfeccionar las presentaciones del quince de septiembre así que no tenía tiempo para “encargarse de los nuevos”.
—Ach —Tamara se quejó frustrada—, no creí que fuera tan difícil.
Para la mala suerte de mi compañera resultó no ser muy docta para la danza y esa era una de las razones por las que seguíamos viendo los pasos básicos pese a que mis primos y yo ya los dominamos.
Por mi parte supongo que es porque mi cuerpo debe recordar las presentaciones de cuando participaba en los bailables de la primaria en cuando a mis primos, dicho por ellos mismos, tienen el baile en su sangre por parte de su madre que practicaba danza contemporánea.
Pensándolo bien, puede ser que nuestra afinidad artística venía por parte de mi madre y tío pero en el caso de Elodie y Christian se le sumó la de su madre porque estoy más que segura que el único baile que conocía con lujo de maestría era el “payaso de rodeo” donde no dudó en presumir sus pasos en cada fiesta a la que asistíamos.
A tal punto nuestras habilidades llegaron que en cuando por error se supo que Paloma, quien es pareja de baile de Guillermo y otra pareja más no podrían bailar por una accidente de copas el maestro colapso y en un trance nervioso nos mencionó la idea de de incluirnos como reemplazo queriendo que ensayamos hasta el término del segundo turno de la prepa, un poco más de las seis de la tarde.
Gracias a los espíritus prehispánicos del zapateado fue una falsa alarma donde lo que en verdad ocurrió es que sí estaban en una fiesta, una muy (pero muy) “clandestina”, y que al enterarse que algo olía mal salieron huyendo sin mirar atrás, olvidando el celular de Paola en un “baño”; el cual fue tomado por una chica con severos efectos alucinógenos que llamó al padre de la misma y le dijo desesperada que los tres estaban en el hospital por una sobredosis.
Por lo que Guillermo cuenta es que sus tres colegas llegaron a su casa ya que era la más cercana y le contaron lo sucedido, poco tiempo después los padres de cada chico llegaron a la casa del él entre enojados y aliviados; venían del hospital en el cual se encontraron con tres jóvenes que para nada eran sus hijos por lo que sintieron calma con algo de lastima por los muchachos para luego cambiar a una furia hacia sus retoños, dado que se suponía que iban a ir a una premier en el cine; no a una fiesta con tintes perturbadores.
—No es justo que sea la única sin poder aprender el “zapateado”, de Irene se lo paso pero ustedes —señala a mis primos—. ¡Son mitad franceses!
—No entiendo tu punto Tam —dijo confundido Christian rompiendo la fila lineal en la que estábamos.
—A lo que me refiero es que ya ni porque soy mexicana por ambas partes puedo coordinar dos rondas de zapateado, menos podré participar en un bailable —resollo desganada y abatida tumbandose al suelo para sentarse sobre sus piernas de tal forma que su falda, que a diferencia mía no era también un short, no mostrara de más
Quizás de los cuatro ella era a quien más le hacía ilusión pertenecer a este grupo, ver como su fuego se apagaba provocaba que quisiera avivarla.
—Creo que la nacionalidad no tiene nada que ver con —apunté sin ánimo de ofender, cosa que no hice puesto que vi su semblante caer. Rayos —. Pero puedo ayudarte, ven. Toma mis manos y agarramos el ritmo juntas — me agaché un poco para poder ofrecerle mis palmas extendidas.
Ella sostuvo mis manos y se levantó, con un intento de sonrisa. Al parecer mis palabras no bastaron y eso por alguna razón no me gustó.
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Editado: 21.06.2024