Yo era la emperatriz

♚ Capítulo XX: Si me lo pides, te regalaría un ruiseñor ♚

 

 

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C A P Í T U L O 2O:

SI ME LO PIDES, TE REGALARÍA UN RUISEÑOR

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Renacer es el glorioso don de poder transformarse en lo que desees ser.

 

 

【♔】

 

 

He escuchado decir a muchos adultos con nostalgia la frase choteada de “el tiempo pasa de volada” en diferentes contextos, a veces haciendo alusión al otro refrán de “no hay pena que dure mil años ni cuerpo que lo resista para brindar consuelo o cuando lo usan para añorar los días pasados, en ambos casos no prestaba atención ni me importaba pero justo ahora el peso de esas palabras me pasan lista.

 

En un abrir y cerrar de ojos la graduación está a la vuelta de la esquina, no puedo creer lo mucho que ha cambiado mi vida en estos últimos dos años y el cómo me acostumbre demasiado bien a todas esas alteraciones.

 

Recuerdo cuál fue el punto medular de esta transición, un evento catastrófico que se soluciona de forma vergonzosa e irónicamente, ese es el motivo de esta reunión. 

 

—Gracias por venir —era Héctor quien nos había invitado a espaldas de su novia en la casa de mis primos.

 

Pensándolo bien, eso no es una invitación como tal, pero equis. 

 

—Bueno, nosotros vivimos aquí —dijo Christian chistoso—, aunque siempre eres bienvenido, Tor.

 

Yacíamos en el comedor, mis primos en el costado derecho, Rubén y yo en el lado opuesto mientras el, ahora universitario, en la cabeza de la mesa.

 

Porque sí, desde hace más de un semestre Héctor se convirtió de un prepo apasionado por el fútbol a un estudiante universitario becado de una universidad especializada en ese deporte a punto de debutar en el mismo club deportivo dueño de dicha escuela.

 

Por supuesto, eso suena muy lindo hasta que se armó un zafarrancho por la “separación” que se dió de su pareja de toda la vida, claro, eso no duró mucho aunque el tiempo que aconteció sí que fue eterno (más para los allegados). 

 

Bueno, esa es otra historia que no me alcanzaría el rato para contar o recordar.

 

Así que contrastaba nuestro uniforme fome y el suyo super sport.

 

—Te lo agradezco Chris —mencionó cálido con un ligero pequeño movimiento de cabeza—, ¿seguros que Tami no sospecha?

 

—Despreocupate, Tam sabe que Tian y yo estamos arreglando unos documentos en el consulado con nuestra maman —anunció mi prima relajada, su cabello lucía más corto y le sentaba de maravilla.

 

—A ella ni le interesa lo que hago —se encogió de hombros Rubén quien había embarnecido pero no le quedaba mal.

 

—Le dije que tenía cita con el dentista —fue mi turno de hablar, cosa que no era una mentira del todo, luego de esta reunión mi tío me llevaría allí.

 

—Genial —resopló tranquilo desparramandose en el asiento al fin dado que por lo nervios había estado parado cual soldado—. Entonces podemos comenzar.

 

Creo que la mayoría teníamos una idea de lo quería contarnos, no es sorpresa de nadie que su relación pese a que superaron el bajón de la separación (puesto que él ahora vivía en los dormitorios de la escuela con horarios muy restringidos), se notaba lo tenso que se tortaba su interacción, más a Elodie y yo que interactuamos muy de cerquita y debíamos ser sus pilares de apoyo.

 

De seguro sería algo sobre su aniversario, la semana pasada Tamara nos contó acerca de cómo le pidió ser su novia, demasiado meloso y caricaturesco, empero supongo que esa es la esencia de su relación; además de que no le puede pedir algo más a chicos de catorce-quince años.

 

—Tons Tor, ¿para qué nos llamaste? —como siempre Rubén fue directo al punto.

 

El mayor se detiene y medita algo antes de hablar pausado:

 

 —Lo que pasa es que el viernes que viene es el cumple de Tami —nos informa y un balde de agua fría cae sobre mí.

 

—¿Qué? —mi voz se descoloca tanto que arrempujo mi asiento de la mesa.

 

Mis primos me miran preocupados e incluso mi compañero alado se acerca para confirmar que no esté mal.

 

—Sé que es complicado lo que les voy a pedir, pero por favor, les ruego que esta vez pasen su cumpleaños con ella —confiesa humilde agachando la cabeza.

 

Mis oídos atraen un ruido sordo al finalizar sus palabras, los colores rojizos se apoderan de mi rostros y siendo gotas salinas aparece en mis manos que aprieto en puños sobre mis piernas.

 

No puede ser, esto es muy bizarro; tragicómico, engorros, irónico y tonto.

 

¿Por qué el cumpleaños de Tamara se empalma con el aniversario luctuoso de mi papá?

 

Supongo que para que la vida tenga algo de qué reírse.




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