—Debemos hablar —Enricco entra a la oficina de su hijo, se dirige hacia el gran ventanal.
—¿Estás bien?
—Melany me visitó —Vicenzo camina hacia su padre, se coloca junto a él.
—Sea lo que sea que te haya dicho no me interesa.
—Tengo una deuda con los Santiago, Federico salvó mi vida, prometi que mi único hijo se casaría con una de sus hijas.
—¿Llegó a eso? ¿A recordarte la deuda? —Vicenzo sonrió llenó de burla.
—Vicenzo yo... —mira a su hijo.
—¿Crees que dejaré a la mujer que amó por ella?
—¿Amar? ¿Cómo puedes amar a alguien de quién no sabes nada? La estas conociendo.
Enricco tenía una cara de preocupación, Melany había logrado su cometido, recordarle la deuda que no había sido pagada según ella.
—No te preocupes por la deuda con los Santiago, esta pagada.
—¿De qué hablas? Susanita está muerta.
—Yo me casé con Susana, papá —Enricco lo mira con el ceño fruncido —Estaba molestó por que hasta borracho elegí a la mujer que tú elegiste para mí desde antes de nacer, me casé con ella, ambos borrachos, mi matrimonio fue inscrito. Así que no te preocupes más por el matrimonio.
—Pero Susanita esta muerta y...
—No lo está y no voy a dejarla a ella por una mujer caprichosa y malcriada.
—Debes aceptar su muerte...
—Susana es Eva.
Enricco calló por la sorpresa, realmente no entendía a su hijo, estaba proyectando a Susana en Eva.
—Vicenzo déjala ir, no lastimes a Eva porque ves en ella a Susana.
—No lo estoy haciendo, lo descubrí padre, el secreto de Eva, si ella está con una identidad falsa me hace pensar que el accidente fue provocado.
Enricco miro a Vicenzo
—Si es Susanita ¿Por qué no lo sabe su familia?
—Por lo que te acabo de decir, alguien intento matarla, imagino esta tratando de averiguar quién fue.
Enricco guardo silencio, luego sonrió, dio unas palmadas en la espalda de su hijo.
—Me alegra saber que estas con la mujer que amas, una mujer que fue criada especialmente para ser tu esposa.
Vicenzo sonrió.
—El hecho que Susana está conmigo me hace feliz, nunca te lo dije porque estaba molestó conmigo mismo, pero gracias por haber elegido a Susana como mi esposa, la amo y la amaré por siempre.
—¿Ella sabe que es tu esposa? —Vicenzo niega —¿No sabe que te casaste con Susana? ¿Qué Susana es tu esposa legalmente?
Eva palidece ante lo que acababa de escuchar ¿A que se refería con que era la esposa de Vicenzo? No recordaba que llegó a la iglesia ni que firmo el acta de matrimonio del abogado... llevo su mano a su boca cuando un leve recuerdo vino a su mente.
—...Felicidades señora Salvatore... —luego un beso profundo... el hombre que la beso esa noche en la cena que había tomado de más ¿era Vicenzo? ¿Ellos se casaron esa noche?
Se sentía confundida, se fue de la oficina de Vicenzo, corrió a la suya, tomó su bolso y las llaves del auto las buscó... recordó que llegó con Vicenzo.
—Necesito me firmes... —Rodrigo la miró —¿Estás bien?
—Si, bueno no, me duele mucho la cabeza, es lo que nos dijo el médico de vez en cuando sufriré de migrañas fuertes por el accidente, iré a casa.
—¿Perdonaste a Vicenzo?
Realmente no sabia que pensar con lo que acaba de escuchar.
—No —respondió y salio de la oficina, debía meditar en lo que había escuchado.
Al llegar a casa, se sirvió una copa de vino, no entendía nada, ¿por qué casarse con ella antes de la fecha? Un hombre que la odiara y amara a otra mujer, lo menos que haría es casarse con la mujer que le han impuesto por su propia voluntad, él era su esposo, Vicenzo era su esposo antes del accidente.
Camino por toda la casa, su cabeza era un caos, él se había casado con ella por voluntad propia, siempre creyó que él había enviado a matarla para no casarse con ella y quedarse con Melany, pero ahora no sabia que pensar... ella era su esposa antes de llegar a la iglesia.
Se detuvo frente a la puerta de la habitación que de un inicio le dijeron que era la que iba a ocupar la señora Salvatore y que el señor Vicenzo pasaba horas, cuando llegó varias veces intento abrir, pero siempre estaba bajo llave, escuchó que la puerta se abrió, ella corrió a esconderse detrás de una pared que daba a una fuente, la muchacha encargada de la limpieza de los cuartos, traía el carrito de las sábanas, acaba de hacer cambio de sábanas, ella recibió una llamada en ese momento, se fue a atender y dejó la puerta entre abierta y el carrito de sábanas.
Corrió hacia la habitación, se quedó perpleja ante la gran foto de ella vestida de novia sonriendo, la foto que le tomó Rodrigo ese día.
Por la época calurosa la chimenea estaba adornada con rosas blancas, rojas, rosas, azules, naranjas, ella no entendía que estaba pasando, vio alrededor y vio los pequeños retratos de ella... todos eran de ella captados en diferentes momentos, pero lo que le llamó la atención fue la caja de vidrio en una mesa, conocía esa flor, camino hacia ella, era una de las flores de su ramo, la habían preservado, vio uno de los pétalos...había quedado maltratado, una lágrima corrió por su mejilla un asesino no tendría una habitación como un altar de ella.
–¿Estás bien? —dio un salto, Vicenzo estaba en el centro de la habitación, no se veía molestó porque había invadido su espacio —Fui a tu oficina, tu asistente me dijo que te habías marchado por que estabas con migraña —levanta una bolsa de una farmacia conocida —No sé cuál bebes para la migraña, traje todas las que me recomendaron en la farmacia.
Ella lloro más.
—¿La amabas? —levantó la mano abarcando toda la habitación donde en cada rincón había algo de ella.
—Con todo mi corazón, lo descubrí demasiado tarde, perdí tanto tiempo que pude vivirlo con ella, hacerla feliz como se lo merece —lleva su mano a su mejilla y limpia una lágrima —No la amaba, la amó.
Susana palidece ante sus palabras y sin pensarlo se tira a sus brazos, toda su vida soñó con el amor de Vicenzo, en que a pesar de ser un matrimonio arreglado, él la amaría como ella anhelaba.