Capítulo dedicado a : Mabel Almeida - Madelein Street - Laura M. - Yam Martínez, Monica Gonzalez - Maria Esther - valeria mora - Thalia Villaboni - Rosita Alvarez - Maria Arguello - Nubia Acevedo, Elsy Hernandez - Zamalia - Anitta Sarabia - Deyci Peredo Quiroga
Okey chicas. Se que lo repito muchas veces pero desde mi corazón les agradezco que le den me gusta a la historia. De esta forma se que ha 19 lectoras les gusta está historia. Y esa es mi mayor recompensa como escritora.
Me ayudan a que la historia sea más conocida. Muchas gracias. 💖💖💖😘😘😘💜💜💜
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En una mansión oculta en lo más profundo del bosque, en la oscuridad, una niebla roja aparece en el suelo moviéndose en espiral hacia arriba, alargándose hasta desaparecer y dar presencia a una mujer de cabello carmesí de ojos escarlata que poco a poco se desvanece, dando lugar a ojos normales de iris trigueños y esclerótica blanca.
Los lobos en la entrada hacen una reverencia a su ama.
—¿Ya volvieron? —pregunto.
Los lobos asintieron y la guiaron hacia los calabozos, encontrando a cuatro hombres. Pues al ella ya no aceptarlos, estando en sus dominios, no se pueden transformar en lo que verdaderamente son: Lobos.
—Hay, cachorritos. ¿Por qué lo hicieron? —dijo sujetando con ambas manos, los barrotes, apoyando la cabeza gacha sobre ellos.
—Ama, lo lamentamos. Por favor perdónenos —rogo, el rubio. Acercándose a ella, buscando cariño.
Ella levanto el rostro, guiando su mano derecha a la mejilla del hombre lobo. Éste, se apoyó en la palma de ella, pidiendo afecto.
Sólo por unos segundos lo acuno, haciendo que ronroneara, para luego alejarse lentamente.
Contrariándose interiormente su lado vengativo y materno; porque ella a pesar de no aceptarlo en vos alta, los amaba como sus propios hijos.
Se giro dándole la espalda. —No cachorrito, no puedo hacerlo. No puedo permitirme una equivocación.
Una pelirroja, con un corte profundo en el cuello siendo currado por si sólo, sin dejar cicatriz, caminaba saliendo de una cueva a un bosque.
Caminó por horas, hasta que se detuvo al oír risas. Cambiando su rumbo, hacia ellas.
Cazadores se carcajeaban, viendo como una mamá loba aguantaba los puñetazos con tal de que no dañaran a sus crías. Con cada golpe ella quería atacar a su verdugo pero los otros hombres que sujetaban a sus crías, acercaban unas dagas con intenciones de clavarlas en sus cuerpos diminutos, por lo que la loba detenía su intento de defensa.
Pero todos se detuvieron en cuanto llego otro hombre.
—Caballeros, es para hoy. No, para mañana.
Sin más, uno de los hombres libero al cachorro, dejándolo en el suelo. El pequeño apenas se mantenía en pie, aún tenía los ojos cerrados; arrastrándose y liberando unos chillidos, buscando a su madre.
Con la mano libre saco un arma de detrás de él y le disparo a la mamá loba, cayendo al suelo su cuerpo sin viva.
El pelaje gris cubierto de su sangre se manchó con la tierra del suelo, permaneciendo así con los ojos abiertos viendo a sus crías.
Mientras metían a los cachorros lobos de unos días de nacidos en costales, otro sujeto le arrancaba los dientes a la mamá loba.
Ese fue el momento en que la mujer actuó, asiéndose presente.
Los sujetos al verla le apuntaron con las armas.
—Hola primor, ¿estás sola?
La mujer giro su rostro a quien le hablo. Lo observo por unos segundos y luego a los demás.
Volviendo sus ojos carmesí elevo las manos. Los costales empezaron a brillas rojo y por la impresión los sujetos las soltaron. Empezándose a rasgar, de ella salieron los cachorros que crecían cada vez más.
Los cachorros ya crecidos, observaron a su madre. Se acercaron a ella y con sus hocicos la movían, gimiendo, pidiendo a su madre levantarse. Al no obtener respuesta gruñeron a quien más cerca tenían: la mujer. Ésta, viéndolos por unos segundos, después giro su rostro a los sujetos.
Los lobos, entendiendo, los atacaron.
Trataban de matar a los lobos, pero sus balas no perforaban sus cuerpos.
Apenas las balas llegaban a ellos, se pulverizaban antes de tocar sus cuerpos. Una niebla roja aparecía, actuando como una armadura protectora.
La sangre cubría el suelo, gritos y disparos reemplazaban el silencio del bosque, hasta que sólo quedaron cuerpos sin vida.
Logrado su venganza aullaron, y no tan a lo lejos del sitio otro aullido les respondió...
De sus ojos cristalinos, se liberó una lágrima que descendió por su mejilla. Y con un chasquido de sus dedos, le rompió el cuello al rubio. Éste cayo, al suelo, ante los ojos de sus hermanos.
—Aprendan de su hermano y no vuelvan a desobedecerme —Giro la muñeca, cerrando sus dedos uno por uno, hasta hacer un puño, a la par, el candado fue rodeado por una niebla roja que la rompió.
(………….)
CRISTAL...
Sin la necesidad de agudizar mis oídos, oigo la sonora música proveniente del interior de la mansión.
Por fuera hay algunos chicos hablando, riendo con vasos en las manos. No hay que ser adivino para saber su contenido.
Todo en el interior, está iluminado por luz negras. Me acerco a la mesa de taros de pintura y al lado en el suelo, cajas con aros. Ambos al ser fosforescentes brillan con la luz negra.
La chica, a cargo del puesto me pinta los labios, los parpados y cejas, mandando al diablo mi maquillaje, sin embargo no me importa. Ahora quiero brillar.
Mis brazos son cubiertos por trazos. Y ¿por qué no?, también algunos mechones de mi cabello.
Esta noche, planeo beber un montón. No me preocupa quedar ebria, debido a mi estado actual de mujer loba, que hace imposible emborracharme. Otra de las molestias de ser, lo que ahora soy.
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Editado: 07.11.2019