Yo Te Cuido

CAPÍTULO 11

Observo como el anciano es capturado y sacudido con bastante presión por Tsubasa, aunque ya no quiero escuchar sus desesperados gritos. Mejor me voy y así evito ver como es cortado y despedazado por sus dietes mientras lo introduce hacia el apacible lago.

Bueno, aún no puedo creer que Buddy este conmigo, y no dejo de acariciarlo hasta que, en un momento dado, dejo de hacerlo. Pensé que por fin todo había terminado, pero no… pues veo que el coche patrulla se encuentra estacionado al lado de la camioneta, lo que significa una sola cosa: el comisario King está en la casa, y seguro el odio estará carcomiéndole su cerebro.

—Escucha lo que te voy a decir —le digo a Buddy mirándolo a los ojos—Cuando te diga corre, corres conmigo lo más rápido posible hasta a la camioneta…

—¡GUAU!

—Pero no ladres, nos van a descubrir.

—¡GUAU! ¡GUAU!

—¡CORREEE!

La respiración áspera y rápida. De repente, se escuchan disparos, pero sigo corriendo junto a Buddy. Abro la puerta de la camioneta, y mientras nos subimos varias balas agujeran el metal. Dos de los proyectiles atraviesan la ventanilla, por suerte nos agachamos a tiempo. Enciendo la camioneta emitiendo un espantoso ruido, luego echo reversa y conduzco hacia delante golpeando un poco el coche patrulla. Más balas comienzan a estrellarse en el auto.

Veo por el espejo retrovisor que el comisario King nos está siguiendo, es lógico, no va a dejar que nos escapemos tan fácilmente. Así que acelero antes de que nos alcance, pero no es suficiente, cada vez el coche patrulla está más cerca ululando la sirena. El ruido metálico de las balas impactando contra la parte trasera de la camioneta hace que oprima con más fuerza el acelerador.

El cielo se ha puesto oscuro, pero no más oscuro al ver el rostro del comisario King a través de la ventanilla. Con la mano izquierda agarra el volante, y con la otra nos apunta con el revólver.

—Hasta aquí llegaste, infeliz —me dice.

Solo tengo una fracción de segundos antes de que tire del gatillo, así que reacciono moviendo con violencia el volante hacia la izquierda, golpeando su coche patrulla y sacándolo de la carretera. Doy un vistazo por encima del hombro y sonrío, pero cuando incorporo la mirada veo un destello de luz y me doy cuenta de que un camión viene hacia a mí, quedándome paralizado por unos segundos. El ruido del claxon hace que reaccione y lo esquive, sin embargo, no puedo controlar la camioneta y me salgo de la carretera por lo que la parte frontal del coche se impacta contra el tronco de un árbol. 

**

El comisario me agarra de la camiseta y me saca del auto, luego me arrastra por el suelo y yo intento agarrarme a algo, pero no consigo hacerlo. No veo bien (la oscuridad y el humo me lo impiden). El dolor de cabeza es atroz y siento una oleada de náusea. De repente, noto el intenso y cegador dolor de un golpe en el estómago y otro en la cara.

—Creíste que te ibas a salir con la tuya, creíste que te iba a escapar maldito bastardo.

 Buddy aún sigue adentro de la camioneta que poco a poco se incinera. Necesito sacarlo de ahí, y el corazón se me acelera. Estoy en el suelo, pero con dificultad, consigo alzar la cabeza y apoyarme en un codo.

—No hay mejor final para ese asqueroso perro —me dice.

Intento ponerme en pie, pero la cabeza me da vueltas y la saliva con sangre inunda mi boca. Me siento como si fuera a vomitar todos mis intestinos. Aprieto los dientes y clavo los dedos en el césped. Necesito levantarme, no puedo permitir que Buddy muera. No va a venir nadie ayudarnos. Lo sé. Nadie va a llamar a la policía.

—¿Qué voy a hacer contigo, muchacho? —me pregunta cuando me ve tratando de ponerme en pie.

—Solo déjame ir donde esta Buddy, por favor.

—Lo arruinaste todo, no me dejas otra opción…

Me observa atentamente y me apunta con su revólver, negando con la cabeza.

—Todo por un maldito perro —me dice, y su expresión es de sumo desprecio, pero de repente, comienza a reírse a carcajadas.

—No le veo la gracia, maldito demente.

—Sabes, me acabo de acordar que no tengo balas.

La oscuridad, el humo, el ruido de su estúpida sonrisa, y el gruñido amenazador. El comisario King se da la vuelta y su expresión de asombro al ver a mi amigo de cuatro patas. Sin vacilar, Buddy se lanza sobre él y con las patas delanteras lo empuja causando que pierda el equilibrio y vaya a parar a la carretera. Rápidamente me pongo en pie, lo agarro del uniforme y lo traigo hacia a mí al mismo tiempo que lo golpeo tan fuerte como puedo. Luego le doy un rodillazo en la cara y oigo como cruje el cartílago. El comisario suelta un grito y cae al suelo.

—Qué esperas, sigue golpeándome. ¡Anda!

Mis manos tiemblan, y veo como el comisario se levanta lentamente, se limpia la boca con el antebrazo y escupe sangre al suelo. Él viene hacia a mí.

—¡Eres un débil! —me dice.

Lo veo aproximarse, al tiempo en el que los labios forman una sonrisa retorcida. No me muevo hasta que casi lo tengo en encima. Entonces arremeto con fuerza, y le clavo el horrífico punzón del picahielo en el cuello. El comisario King abre los ojos como globos y se lleva las manos a la garganta sin apartar la mirada de mí. Parece como si llorara, y cae al suelo sin emitir sonido alguno. Yo me lo quedo mirando hasta que ya no puedo más, y miro a Buddy.



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En el texto hay: drama y misterio, perros, drama amor

Editado: 09.05.2020

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