Yo te quiero.

1. Intentarlo.

 

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Mateo. 

Sin duda alguna me gusta lo que estudio, mas no las clases con este profesor. A veces es muy aburrido, no puede ser que a alguien le parezca interesante su vida personal —En la cual solo puedo ver cómo es que es el idiota de la relación—, aunque la verdad fallo al generalizar a todos. La verdad es que las compañeras le ponen atención a cada parte de la historia, y para qué negarlo, mis compañeros también. 

Me provoca sacar mis audífonos y solo ponerme hacer algo menos idiota. No lo hago porque respeto a la maestría, no porque se lo merezca. 

—Yo la amo, pero si ya una mujer me falló, ¿qué cambia en ella? Todas son iguales —expresa con el ceño fruncido. 

Si me hubieran dicho que tomar la clase de análisis de cultura implicaba escuchar la vida patética del profesor, mejor iba y estudiaba negocios. Y es que esta clase es obligatoria en la fotografía —Que todavía no entiendo la función—, pero eso es lo que implica estudiar esta carrera. 

—Profesor, no cree que es mejor estar con una y con otra, digo asi nadie sufre —habla uno de los alienígenas que estudian conmigo. 

Ruedo los ojos, acá ya van a discutir sobre egos. 

—Yo creo que eso voy hacer. Ustedes las mujeres no saben aprovechar a un hombre —se queja el profesor, algunas compañeras gruñen y otras le dicen que si quiere empiezan con ellas en esas noches de pasión. 

Hago una mueca, esta gente no tiene vergüenza. 

—Yo digo que usted es él que se provee para no ser feliz. Que una mujer le haya hecho daño, no quiere decir que la mamá de su futuro hijo lo sea. Digo, por algo van a compartir un hijo, ¿no? —hablo, mientras empaco mis cosas. No voy a perder mi valioso tiempo en esta clase de temas que no aportan a mis conocimientos para ser un buen fotógrafo —. No generalice, no se ve tan bien visto. Lo otro, es que, si su ego está muy herido, no se busque otra. Lo único que le traerá son más problemas. Tome decisiones, pero no como un adolescente que se enteró que le pusieron los cuernos y no sabe que hacer de su vida—Todos se quedan callados y al levantar la mirada, el profesor me mira con los labios apretados. Me dispongo a levantarme de mi puesto y sin más, salgo del salón. 

No soy de saltarme clases o de salirme de ninguna, pero estas que no aportan, sinceramente se puede ir a la fregada. 

Camino por el campus de la universidad y me dirijo hasta las canchas donde me gusta sentarme a leer. A esta hora el sol me da de espaldas, pero por lo menos ya no lo hace de frente como en las mañanas.  

Al abrir el nuevo libro que me dieron hace unas semanas en navidad, me encuentro con una sinopsis que lo único que me dice es que la chica va a sufrir por las acciones del protagonista. No es que no me gusten estas lecturas, solo que me adentro tanto en ellas que me provoca tener al personaje de frente y decirle lo que sí debe hacer. 

Empiezo a leer y me atrapa rápidamente, y de esta manera empieza a pasar mi tarde. Con un romance un algo caliente, que lo podría en una sección que la llamaría “casi adulto”, me muestra como el protagonista es obligado a comprometerse con la supuesta mejor amiga de la protagonista, pero amando a nuestra chica. En la mitad del libro quiero matarlos a todos y juro que no cierro el libro porque hay una regla muy importante para mí, y es que no puedo dejar lecturas a la deriva, algo bueno debo sacar de esa historia. Lo que si no puedo evitar es rodar los ojos con cada acción de este idiota. 

Por Dios, tu no te casas con la mejor amiga de la persona que amas. 

—Déjame adivinar, si ellos existieran estuvieras a punto de matarlo —la voz melodiosa de ricitos llega a mis oídos, bajo mi libro para dejarlo en mis piernas y al frente veo a mi novia. 

—Aciertas. 

Me levanto del suelo, me sacudo el pantalón y guardo mi libro en la maleta. Antes que empiece a caminar y ella me siga. Sus clases los viernes son en la tarde, mientras que la mayoría de las mías son en la mañana.  

—¿Cómo estuvieron las clases? —pregunto. 

—Bien, aunque Enzo se la pasó toda la clase dormido y por culpa de eso el profesor nos dejó un escrito de tres páginas. 

—¿Y te quejas por eso?

—Ay, obvio. Es mucho porque no nos deja que sea de reglón de por medio, es todo sin espacios. Además, es sobre un tema que no hemos visto y sabes que la información de internet es muy general —Me toma de la mano, cosa que hace que unos nervios se hagan en mí. 

Esas acciones me siguen tomando de sorpresa, porque siempre es ella quien las hace. Por mí parte son detalles que en ocasiones se me olvidan, o que a veces me gusta esperar que ella lo haga. No sé, supongo que, al ser mi primera novia pública, estas acciones solo me ponen nervioso y esos mismos nervios no me gusta mostrarlos.

No necesito que piense que soy un sudoroso. 

—Bien podrías ir a la biblioteca o pues vas y le dices a Santiago que te ayude —Espero su reacción, pero lo único que hace es mirar hacia sus botas blancas. 

No es que me moleste que evada el tema de mi hermano mayor, porque al fin del día entiendo todo lo que ha pasado a nuestro alrededor. Sin embargo, fui consciente que en su momento lo que ambos sentían por el otro, que iba mucho más allá del amor, era una lealtad. 



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En el texto hay: secretos, vecinos, chico nerd y chica popular

Editado: 24.12.2021

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