Extra:
Los años pasan tan rápido que apenas y volteo y ayer George cumplió once años de edad y es un niño demasiado tierno, muy lindo con muchos amigos que lo quieren y valoran mucho.
Hay veces donde recuerda a su padre con mucho cariño y otras en dónde recuerda todo lo malo que cometió antes de que lo tuviéramos pero mi niño es tan bueno que lo perdonó por todo y yo también, Kai merece descansar en paz.
—¡Mamá!
Tuve que dejar de lado lo que estaba haciendo en mi estudio para bajar y ver qué necesita mi hijo.
—¿Qué te he dicho de gritar, George? —. Me detengo al inicio de las escaleras para verlo con una ceja alzada.
Él venía del colegio y usaba sus uniformes formales que les exigen.
Camisa formal blanca, pantalones de vestir negros y un saco negro con rojo y corbata.
—¿Puede venir una compañera a la casa? —. Me ve con una tierna expresión. Sabe que soy débil a él.
He oído a Isabela comentarme que siempre que va por George al colegio lo encuentra hablando con una niña nueva, se dice que es la hija del próximo alcalde pero no sé, tampoco es como si me importara.
A mí lo único que me interesa es George no esa niña, y si son amigos que bueno.
—¿Y quién es ella?
—Su nombre es Lucía. —. Las mejillas de mi bebé se encienden haciendo que la mire con mis ojos achinados.
—¿Te gusta esa niña, George Masen? —. Es raro decir ese apellido ya que me recuerda a Kai.
—Mamá… —. Extiende la “a” en la oración para luego darse vuelta e ir al salón principal, voy detrás de él.
—¿Te gusta o no?
George me evita la mirada a toda costa para concentrarla en su móvil que no para de sonar.
—George Anthony Masen… —. Lo miré severamente hasta que se dignó a responder.
—Posiblemente Lucía me agrade. —. Sonríe al leer lo que sea que vio en el teléfono.—, pero no sé cómo se sentirá ella conmigo.
Oh bien, hemos llegado a la etapa en dónde hablaremos de chicas.
—¿Le has dicho que te gusta? —. George niega frenéticamente sonrojado.— ¿Y cómo esperas saber lo que ella siente si no das el primer paso? George debes ser el primero el hablar de lo que sientes y así decirle.
—Es que no se si a sus padres yo les agrade, siempre que voy a su casa a saludar su padre me mira mal. —. Oh.
Cuanto desearía que él tuviera a su papá en este momento para que lo ayude, no soy buena con el tema de las relaciones de pareja y se ve reflejado en mi fracasado matrimonio. No quisiera que George pasé por mi misma experiencia por un mal consejo.
—¿Y que pasó con Anaís? ¿Ya no se hablan? —. Nunca más mencionó a su amiga.
George se rasca su nuca nervioso y yo me pongo en alerta.
Dios, ¿Esto es tener hijos varones?
—Ella no le agrada que hable y que pase tiempo con Lucía. —. Él eleva su mirada y me ve confundido.— ¿Por qué?
¡Tienen solo once años! Yo a esa edad aún jugaba con muñecas…
¿Muñecas, Aurora? A esa edad ya leíamos los libros de Kai y fantaseábamos con él.
—Quizás siente que la cambias por una niña que recién llega. Y George, no debes permitir que tú buena relación con Lucía afecte tu amistad de años con Anaís.
—Intentaré hablarlo con ella después. —. Suelta un suspiro y viene a mi lado.— Te amo mamá, iré a darme una ducha.
Me da un beso en la mejilla y comienza a subir las escaleras rápidamente.
Respiro hondo para prontamente salir de mi casa e ir en busca de una profesional en esto.
ISABELA.
George se queda en casa solo alistándose para descansar un rato y yo volveré por él antes de las cuatro para llevarlo a sus clases de futbol en el club campestre de Davenport.
—¡Hermana! —. Una Isabela emocionada aparece en mi campo de vista cuando toco su puerta.
—Necesito ayuda.
Entro a su casa para saludar a mis sobrinos y cuñado, vuelvo a salón principal donde ella me ve con gracia.
—¿Ya George te contó de Lucía? —. Abro mis ojos desmenuzadamente.
—¿Tu ya lo sabías?
—Por supuesto. Soy la tía genial que lo llevaba a casa de Lucía después de la escuela.
En mi vida me habían aparecido tantos tic nerviosos como ahora.
—¡Isabela Ward! —. Le riño y ella lo que hace es reírse de mi.
—Es la primera vez que se siente de ese modo con Lucía, es normal que haya querido conocer a sus padres y sus hermanos ¿no crees? —. Bufé cruzándome de brazos.— Oh vamos, Aurora. Harías lo mismo con mis hijos, de ayudarlos con chicos o chicas. Es normal y George ya tiene once, es normal que comience a gustarle las chicas y esa tal Lucía es muy guapa y es muy tierna, es como ver a George en versión femenina.
—¡Isabela!
—Relájate o te terminará dando un infarto. —. Ella viene a mi lado para agarrarme de las manos.
—Es mi hijo, Isabela. Mi único hijo, aún no estoy preparada para esta etapa de adolescencia, pubertad y novias. ¡Es un niño por Dios!
—¿Tu que hablas? Si a esa edad ya estabas enamorada de Kai por culpa de sus libros. —. Me calló, no supe que más decir.
No tenía moral.
—Eso creí. —. Me miró y se fue a la cocina, yo la sigo.
—¿Esa tal Lucía cómo es? Él solo me contó que le gusta pero no de ella.
Isabela me ve con mucha gracia, por supuesto ya ella pasó por todo esto con su primera hija. Ya es experta.
—Tiene once igual que George, su cabello es ceniza oscuro casi castaño y sus ojos son verdes. Es hija del que será próximo alcalde en la ciudad ¿Te imaginas? George siendo yerno del alcalde. —. Ella se carcajea y yo me encojo.
—¡Isabela! —. Nuevamente la riño.
Mi cuñado ingresa a la cocina al escuchar mis gritos y las carcajadas de Isabela.
—¿Ya sabe de Lucía y George?
Mi mandíbula casi cae al suelo al escucharlo hablar.
—¡Tu también sabías! —. Lo acusé.
—Por supuesto, Aurora. George tenía muchas dudas y como me ve como su tercera figura paterna decidió preguntarme. Es mi sobrino, recuérdalo.
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Editado: 26.03.2024