Yurio Wa Maid Desu Ka?

Capítulo 4: Pequeña Visita. Estúpido Katsudon.

 

 

Era viernes por la tarde. Este día podría considerarse como uno de los más esperados en la semana; aquel que para los estudiantes significa un pequeño descanso de sus actividades, también llevando consigo un fin de semana con planes. En esos momentos, para ellos el reloj mueve sus agujas de la manera más lenta posible, para que cuando suene el timbre, se sientan unos auges de libertad y alivio sobre aquellas almas "Atareadas". Para Yurio sólo era otro día de trabajo, y otro día menos para su salida con el pelinegro.

Todavía le costaba el procesar que aquel multimillonario le había hecho esa invitación. Todavía le consideraba de un rango y clase superiores a la de él. Y todavía le molestaba de igual y puede que de mayor manera su sola presencia en el local.

El mencionado estaba allí, como cada día, sin falta en su lugar cerca de esa ventana, mirando al rubio como si fuera a desaparecer. Esta conducta en serio que le molestaba en gran manera; pero que le va a hacer, así es aquel ser.

El azabache, al haber terminado de comer y fastidiar un poco al chico, salió por dónde entró. Y el ruso, ya algo aliviado de su fastidio diario, se dispuso a recoger su mesa. Sobre esta encontró una pequeña nota.

 

"Nos vemos el sábado a las 12 en la plaza central.

No me plantes, rubia, o te acosaré por el resto de tu vida...

Bueno no, pero asiste."

 

Tenía una caligráfica firma con un extraño dibujo de un cerdito guiñando un ojo. Yuri arrugo el papel y lo tiró junto con las sobras del remitente.

¿En serio tenía que ir?

No le quedaba de otra, así quería cobrar la que le debía. Aunque la forma no le agradaba en lo absoluto.

Al comenzar su descanso comenzó a imaginarse el cómo sería. Pensó en una gran limosina, restaurants muy caros, el azabache en ropa muy formal, él con una basura de ropa, los demás mirándolo raro...

Definitivamente vestiría formal, prefería ahorrarse vergüenzas...

Es un gran dilema el saber donde podría llevarlo. Él era rico después de todo, hasta podrían ir a Paris a tomar café bajo la torre Eiffel... Bueno, eso sería muy exagerado.

Su descanso terminaba, y después de un buen Sándwich, continuó con su labor.

...

 

Yuri estaba ya terminando el lugar para salir, fue una jornada con buenas propinas. Las aferró a su pecho casi que con una lágrima antes de guardarlas en su sudadera.

-Sara, ¿A que no adivinas que tengo?

-Dime Yuko, sabes que no me gustan los misterios. –Le reprochó arrugando el entrecejo con impaciencia—

Ambas chicas hablaban en la entrada, casi impidiéndole el paso a Yuri. Prefirió esperar a que terminaran de hablar, no sabía la razón; quizás era porque andaba de buen humor.

-¡Entradas para el juego del sábado! Y justamente tres. –Su tono emocionado pasó a uno juguetón, obviando la indirecta que acababa de lanzar a Sara y a Yuri, quien inconscientemente ya estaba dentro de la conversación—

-¡Qué bien! No me imagino lo que costó.

-La verdad no tanto, mi amigo Nishigori tiene buenos contactos. Yo, cómo soy tan sutil, no dudé en pedirle que me consiguiera estos bebes. Y cierta señorita Crispino irá conmigo.

-¡Aaah!~ ya quiero ver a esos beisbolistas. Yuko, eres lo mejor.

-Obviamente. –La castaña volteó en dirección a Yuri— Nee, Yura, ¿Te nos unes?

-... Depende. ¿Cuándo es? –Habló con cierta desconfianza, no sabía que le podría esperar con esas dos, nunca había salido con ellas—

-Mañana en la tarde. Anda Yura, no te vas a arrepentir.

-Mh, no puedo.

-¿Qué? ¿Pero por qué?

-Sólo no puedo. –Desviando el rostro, respondió de lo más cortante—

-Yuratchka Plisetsky, nos vas a decir ahora mismo porque no puedes o te caerá algo peor que las siete plagas del Egipto. –Espetó la morena con ambas manos en las caderas. Ahora no sabía qué hacer. Decirles o enfrentarse a lo desconocido y -muy- posiblemente peligroso—

-Yo... Esto...

-Habla Yura. –Ahora era Yuko quien le miraba impaciente. Esas dos miradas clavadas de tal manera sobre él le generaban un sentimiento de inseguridad—

-Voy... a salir con alguien. –Oh, cuanto se arrepintió de decir eso. Ambas mujeres pasaron de un estado amenazante a la más nata sorpresa y luego a emoción en apenas unos instantes—

-No puede ser.

-¡Yura, nuestra Yura, va a salir con un chico!... ¿Es un chico verdad? –Él asintió— Oh por Dios, esto es insólito.

-Oye Yuko.

-¿Qué pasa, Sara? –Sara le hizo un ademán para que se acercara, se alejaron un poco de Yuri y cuchichearon cosas que él no alcanzó a oír—

-No te parece que Yura se viste muy mal.



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En el texto hay: comedia, yurionice, yuyuu

Editado: 12.05.2018

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