Capítulo 3

1

Cuando mantienes una rutina iniciada desde hace tiempo, es muy difícil acostumbrarte a otra. Tu cuerpo seguirá pensando que está sometido al reloj biológico que has habituado y puede que esto te ocasione molestias durante el día. Lilith no había intuido esto de antemano cuando sus padres decidieron que se quedara con su hermana. Si bien su sueño era profundo, en Las Madrigueras no había mucho ruido durante las mañanas, solo el viento meciendo algunos árboles o su padre empezando a trabajar desde temprano. Pero Stu estaba muy alejado, y ella en su habitación, era casi imposible que se despertara por culpa suya. No era el caso con Judy. A las 5:30 abrió los ojos apenas escuchó su despertador, Lilith también lo hizo por obvias razones. Su hermana hacía crujir el suelo incluso si intentaba dar pasos ligeros. Es increíble como el ruido ambiental opaca todos los demás. Cuando vas dentro del transporte público las conversaciones de algunos ni siquiera llegan a oírse cuando el bus está entre tantos vehículos tocando el claxon, o el metro al ponerse en marcha crea una onda de sonido que después de coger carrera ya ni siquiera es perceptible. Este ruido puede ser mayor o menor dependiendo de la importancia que le des, para Judy era con simpleza bajar, salir para tomarse una ducha y regresar. No recordaba que Lilith estaba durmiendo del otro lado de su cama, al percatarse fue un poco más sagaz al moverse, pero ya era tarde, su hermana concentraba toda su atención en ella y en su celular.

- Lo siento Lily, olvidé que te quedaste conmigo anoche – susurró.

Lilith bostezó.

- Qué más da, me despertó tu alarma, y además ¿por qué susurras?

La pared al lado de la cama se sacudió un poco moviendo los cuadros que colgaban.

- ¡Ya dejen dormir! ¡Algunos entramos tarde!

- ¡Aprovecha que la coneja te despertó y vete a trabajar!

- ¡No, cállate!

- ¡No, tú cállate!

Ambas hermanas se miraron, dando Judy una leve sonrisa.

- ¿Lidias con esto a diario? – preguntó mientras al otro lado seguían discutiendo.

Aún con haber interrumpido su sueño, Judy sabía que Lily no podía quedarse sola durante esa mañana. Viajó para conocer Zootopia y su trabajo, no para dejarla encerrada en un apartamento o que vagara por las calles sin conocimiento de estas. Era una suerte que se haya despertado junto con ella, o quizá no al verla un poco malhumorada. No perdió más su tiempo y se dirigió al cuarto de baño, cuando terminó, Lilith fue la siguiente en pasar cerrando la puerta de golpe. Judy siempre tenía un reemplazo de su ropa de oficial en el armario. Tomó la costumbre de llevarse el otro a casa para limpiarlo y volver con uno más limpio al pasar del fin de semana. Ya estando arregladas y vestidas, Judy cerró el apartamento mientras Lilith la esperaba abajo en la entrada. Aún estaba un poco oscuro, los focos permanecían encendidos y el alba ya empezaba a asomar tras las montañas muy lejos de Zootopia. La caminata les sirvió para estirar las patas, Judy pensaba como pedirle al Jefe Bogo permiso para con Lilith. Tal vez debería recurrir a su sentido del humor. Sí, como no. Era una mala idea claro está. Nick estaría ya en las puertas de la comisaría sujetando un café y las pocas ganas por despertarse temprano. A quien madruga, un buen café ayuda, solía decir cuando le indicaban que siempre hacía lo mismo. Aunque, viéndolo de otra forma, uno cargado serviría para levantar el ánimo durante el trayecto que no era muy agradable. Judy de vez en cuando giraba su vista para ver a Lilith, llevaba los audífonos puestos y las patas dentro de los bolsillos de su sudadera. Su mirada parecía vacía sin ninguna muestra de emoción, como si no le importara el lugar a donde se dirigía. Judy pensó que podía pasar un animal caminando por su lado, alejarse, y Lilith lo seguiría pensando que era ella. Daba que pensar sobre lo que le dijeron sus padres. Ni modo, solo es el primer día, pensó dándose ánimos. Ya empezaban a subir los escalones de la entrada cuando el zorro rojizo apareció ante ellas. Lilith al verlo se quitó sus audífonos.

- Vaya vaya, pero si es zanahorias y… ¿mini-zanahorias?

- Prefiero que me llames por mi nombre zorro.

Judy la miró de soslayo.

- Bueno si te gusta así, yo Nick y…pequeña olvidé tu nombre.

Lilith no contestó, se le quedó con la mirada seria como si en cualquier momento podría actuar, aunque de mala manera como intuía tanto Nick como Judy.

- Lily, mejor entramos, vamos Nick.

- Si tú lo dices…- respondió volviendo a sumergirse en su música.

- Psst, zanahorias, ¿Cómo piensas decírselo a Bogo?

- Algo se me ocurrirá.

La comisaría nunca descansaba, incluso por las noches. Los turnos rotativos daban cuenta de que los actos delictivos que no se organizan durante el día, siempre vuelven con más fuerza cuando todo está oscuro. Esto era muy notable sobre todo en los animales que tenían ese difícil turno. Algunos presentaban cansancio y cierta molestia el tener que esforzar más la vista a fin de percibir criminales en la oscuridad, otros no tenían ese problema tan evidente. Las ojeras percibidas por los oficiales dieron cuenta a Lilith que ellos también cambiaron su horario para someterse a otro plan. Un punto menos para Zootopia. Aunque había tenido muchos positivos al entrar a la ciudad. Garraza acomodaba sus pequeños artilugios en su mostrador a fin de atender posibles llamadas por radio. A Judy siempre le pareció curioso que fuera él quien las recibiera, un recuerdo de su visita al señor Manchas hace meses. Al robusto guepardo le encantaba su trabajo, eso nadie podía negarlo. Una esfera de nieve con una réplica de Gazelle dentro, su taza de “Yo amo a Gazelle” con un corazón y un gran frasco de dulces, son cosas que lo hacen alegrar al estar sentado todo el día en esa modesta silla. Judy pretendía pasar de largo esa mañana, no para llegar antes a la sala de reuniones, sino para evitar la reacción que tendría al ver este a su hermana. Pero, esto no se podía evitar, esa era la realidad.