Lía creció en un hogar oscuro, sin siquiera un aspice de calidez. La ausencia de amor, era un vacío desgarradamente desvastador, como lo fue la muerte de sus padres, marcando un ahora y un después de su vida.
Ahora su único refugio fue, consagrarse a Dios tras los muros fríos del convento, y ...
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Sí, quiero