Mi pequeño demonio "Actualizada"

Mi pequeño demonio

Capítulo 33 Para siempre entre mis brazos

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¡Penúltimo capítulo!

Fragmento:

―¿Qué sucede, Chris?

Trato de mantener la calma, sin embargo, toda su actitud me dice que algo no está bien.

―Se trata de Vivian… ―no pasa ni un segundo cuando estoy sentado en el borde de la cama a punto de levantarme, inclusive con el terrible dolor que la herida me produce― ¡Maldición, Abel! Tranquilízate o te harás daño.

Se acerca a mí intentando detenerme, más sin embargo, no se lo permito.

―¿Quieres que me tranquilice? ―espeto con indignación―. ¡Es de mi mujer de la que estamos hablando, carajos!

Me pongo de pie y al hacerlo, todo comienza a darme vueltas, el profundo mareo me obliga a sentarme de nuevo. Doy hondas respiraciones para tratar de controlar el malestar, porque no voy a permitir que si quiera esto, me aleje de la mujer de mi vida… necesito saber qué es lo que está pasando o voy a perder los estribos y nadie podrá detenerme.

―¡Maldición, Abel! ―me repite furibundo―, sé muy bien que ella lo es todo para ti y aunque no lo creas, esa chiquilla también es especial para mí… es como si fuera mi hija y si algo grave le hubiese sucedido, te aseguro que yo también estuviera enloqueciendo… si te calmas te explicaré que está sucediendo y te prometo que luego de que me escuches te llevaré con ella de inmediato.

Le indico que estoy de acuerdo, con un pequeño asentimiento de cabeza, tratando de controlar las inmensas ganas de salir corriendo de aquí para buscar a mi mujer y cuidar de ella y de mi hijo.

―Bien… ―se aleja de mí, una vez que me nota más calmo y procede a contarme lo sucedido―, ellas llegaron a la clínica hace media hora, pero cuando se detuvieron en la recepción para solicitar información sobre ti, Vivian perdió la paciencia… estaba aturdida y desesperada por lo que te había sucedido ―escucharlo hablar de lo duro que fue la noticia para ella, me llena de dolor y mucha culpa, si tan solo yo, no… ―, quería encontrarte por sus propios medios, así que comenzó a buscarte en cada una de las habitaciones y cuando llegó a una de ellas… ―se detiene un segundo, lo que me obliga a alzar la mirada hacia él, para saber qué tan grave es lo que dirá a continuación―, un hombre acababa de morir allí ―se pasa ambas manos por el rostro, en señal de preocupación― presenció todo el drama de ese momento, Abel… y ella creyó que ese hombre que acababa de morir eras tú ―mi corazón comienza a latir desenfrenado, al presentir que algo grave le ha pasado a ella y a mi pequeño bebé―, eso le causó una gran impresión ―me dice conmocionado―, la impactó tanto, que sufrió un desmayo y perdió la razón… la tienen hospitalizada y bajo observación.

Esta vez, me vuelvo loco y desesperado. Mando a la mierda todas las vías y cualquier otro equipo que hay conectado a mi cuerpo y me levanto de la cama con mucha dificultad. A los pocos segundos enfermeras y médicos llegan a la habitación alertados por el pitido estruendoso de las máquinas.