Su sumisa por equivocación... ¡Actualizada!
Su sumisa por equivocación
Libro 2 de la Serie Por Equivocación
Capítulo 26 Pequeños detalles
En venta por suscripción 1.59 USD
+18
En proceso
Fragmento:
―Gracias por traerme a casa, fuiste muy amable al hacerlo.
Me acerco a él y le doy un beso de despedida, intenso y apasionado, que hasta este momento estaba muriendo por darle. Responde con la misma intensidad y me empuja hasta que mi espalda choca contra la carrocería de su auto.
―No puedo parar de besarte y creo que si no nos detenemos ahora, terminaré follándote en medio de la calle, ante la vista de tus vecinos y de todas las personas que pasen cerca de este lugar.
Todas mis entrañas se contraen y juro por Dios, que estoy a punto de decirle que me importa una mierda quien nos vea y que me folle ahora mismo aquí… justo en este lugar. Solo que estoy segura que pensaría que soy una desvergonzada, así que me desprendo del beso y me alejo de él, antes de que cambie de opinión y cometa una locura.
―Bien, es hora de que suba… necesito confirmar que Claudia, este en nuestro apartamento.
Asiente en respuesta, mientras me observa pensativamente, como si estuviera tomando alguna decisión. Me alejo de allí, en contra de mi voluntad, porque lo cierto es que no quiero separarme de él, pero sería un error si comienzo a encapricharme con este hombre.
Camino apresuradamente, pero me sorprendo cuando escucho la alarma del vehículo activarse y poco después sus pasos resuenan muy cerca de mí.
―Pero… ¿Qué demonio estás haciendo?
Se detiene y me muestra una hermosa sonrisa de circunstancia que hace palpitar desbocadamente mi corazón y produce un gran cosquilleo en el centro de mi estómago.
―Voy a acompañarte hasta tu apartamento.
¡Madre mía! Esto es una muy mala idea.
―No tienes por qué molestarte, se cómo llegar a mi casa.
Espero que sea suficiente para que desista de su idea.
―Sí, estoy seguro de ello, pero insisto, te acompañaré y no aceptaré un no por respuesta.
¡Joder! Este hombre es verdaderamente imposible.
Sin más nada que pueda hacer, le permito que me acompañe, al fin de cuentas, se irá una vez que lleguemos allí.
Subimos al elevador y cuando las puertas se cierran, puedo sentir como de inmediato las chispas estallan a nuestro alrededor. Nuestras miradas se encuentran y nos hablamos sin pronunciar una sola palabra. Cuando estamos a punto de saltar uno sobre el otro, las puertas del elevador se abren, deteniéndonos antes de que nos arranquemos la ropa y nos devoremos en ese pequeño espacio.
1 comentario
Es necesario iniciar la sesión en su cuenta para poder dejar un comentario
IngresarGracias yo no puedo comprar nada , pero te deseo muchos éxitos tanto en la venta como en escribir
Joanni Acevedo, De nada!!
Eliminar comentario
¿Está seguro de que desea eliminar el comentario?
Eliminar CancelarEl comentario se eliminará de forma permanente.
Bloqueo de comentarios
¿Realmente quiere prohibir a comentar?
Prohibir Cancelar