Aprendizaje
Tengo que aprender muchas cosas.
O recordarlas.
Más bien, repetirlas hasta convertirlas en rutina.
Una de ellas:
No está escrito —nunca mejor dicho— en ningún lado, o sí y no lo he leído, que la creación de un texto deba ser lineal. No por escribir hoy el 1, mañana el 2 y pasado el 3, quedará más bonito, coherente, atractivo o letal. Ya lo has hecho —me repito—, ya has empezado por el final para volver al principio, por el libro 3 para volver al 2 y terminar el 1 meses más tarde, volviendo al 4 porque esa idea, justo esa, no sirve para el 2 y debería empezar ya en el 1. No pasa nada por ser caótica al escribir, por tener servilletas, trozos de papel arrancados de libretas, el teléfono lleno de notas y esa escena dando vueltas aunque ni siquiera sepas si servirá. El mundo seguirá girando y quien te lea, seguirá haciéndolo aunque no sepa que esa página, la 203, la escribiste mucho antes que la 23.
Tengo que aprender a no juzgarme por pasar meses sin plasmar una idea porque de repente, me levantaré del sofá al grito de ¡A por la libreta, que me la dejé arriba! en respuesta a su ¿Dónde vas?... u olerá a quemado unos segundos antes de que aparte la sartén del fuego porque eso, seguro que se me olvida si no lo apunto.
Tengo que aprender a no mortificarme por haber soñado el argumento perfecto de mi nuevo libro y olvidarlo justo al abrir los ojos.
A no venirme abajo porque hoy nadie ha leído ni el título.
A no juzgar lo que he creado, porque justo ese libro tuyo, el que ni siquiera releíste —aunque hay otro que has leído tantas veces que podrías recitar los diálogos que tú misma creaste— justo ese, es el que más aplausos se ha llevado y tú sigues sin entenderlo, porque hay partes, que ni siquiera recuerdas.
En efecto, los autores no nos sabemos de memoria cada uno de nuestros escritos, de hecho, a veces me sorprendo al corregir algo que lleva tiempo dormido y mi boca suelta un Qué bonito esto. Incluye una exclamación y una palabra malsonante y tendrás la realidad de lo que sucede en esos casos, si soy yo quién se sorprende...
En resumen, tengo mucho que aprender y otro día, me hablaré a mí misma de mi incapacidad para escribir una escena explícita y lo mucho que admiro a todo aquel que use la palabra poll* sin que me den ganas de soltar su libro y preguntarme ¿porqué sigo perdiendo el tiempo?
Pero eso será otro día.
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