Actualización.
No se que hacer ambos caminos me llevarán a perder a alguien y no quiero perder a ninguno de los dos. Por más que lo pienso me es inconcebible atentar contra la vida de Jarrel…
No se como fue que pude dormir, tal vez fue porque sentí el calor de Jarrel, sentí su abrazo, abrazo que me llevó a un sueño profundo, donde no hubo pensamientos, esos que se repetían una y otra vez desde que leí esa nota.
Aunque no voy a negar que al día siguiente volvieron de manera abrumadora e incesante, mi conciencia me dictaminaba que debía elegir, pero ¿cómo elegir? quién era yo para decidir sobre la vida de alguien y menos para con la vida de las dos personas que amo.
Hablar con Jarrel me tranquilizó un poco, me abracé a él tan fuerte, no sabía si esta iba a ser nuestra despedida, o era solo un hasta luego.
Luego Waylon llegó junto a Leysa me sentia en familia, pero la poca tranquilidad que había conciliado se esfumó al ver a Amanda, sus palabras parecían sinceras, pero aun así estaba esa vibra que me decía que nada bueno venía.
Después de preparar el almuerzo con dolor en mi alma vertí gotas del envase en el plato de Jarrel, mi corazón latía con tanto frenesí que sentía que se me saldría en cualquier momento.
Coloque los platos en la mesa y luego serví la sopa y la demás comida, por más que trataba de decirme que lo hacía por Estrellita, no podía dejar que Jarrel pagará por ello.
Así que para ya no sentir el cargo de conciencia le quite la sopa a Jarrel, para botarla, el tono fuerte de Waylon hizo que se me cayera el plato, su voz me dio escalofrío que me quede inmóvil, y aunque termine confesando lo que iba hacer Jarrel resultó envenenado.
No entendía ¿cómo? Si yo solo eche las gotas en su plato, no en la demás comida, estoy segura que fue Amanda, se que fue ella porque fue la que se ofreció a llevar la charola.
Y ahora estoy aquí viendo como se llevan a Jarrel y sin poder hacer nada, trato de acercarme pero los hombres me sujetan.
—Por favor déjeme ir con él —pido con voz débil. —Por favor.
—Para que pides verlo, lo mataste, se lo dije mil veces tú serias su desgracia y mira lo que hiciste —me recrimina Amanda. —Deberían refundirte en un calobazo y torturarte hasta que mueras.
—Suficiente Amanda, dime que te dieron un antídoto o te dijeron el nombre del veneno —niego.
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